La práctica del desfile de perejiles

Ojos que no ven nada,

luciérnagas desquiciadas
y un farol a kerosén.
Oigan rolar el agua,
la música del fantasma
arañando la pared
.La correntada/ Alejandro Balbis
La impunidad tiene varias maneras de construirse pero un actor principal: no solo el Estado sino éste requiriendo proteger a agentes propios. Si alguien cree que el Estado en el capitalismo puede estar “por encima de las clases” (en realidad está sometiendo a las clases bajas en función de la clase acomodada; las migajas que reparte para aquellas son solo medios de “consenso” para sostenerse en su lugar de coerción), en sus versiones más corruptas (ninguna versión de él es no corrupta, pero hay niveles) se lleva por delante las pretensiones (aun clasistas) de justicia o equilibrio. La canción citada en el epígrafe se refiere a las inundaciones de la ciudad de Santa Fe, a principios de siglo, de las cuales fue ”claramente” responsable Reuteman (como de las matanzas en su provincia a fines de 2001) pero sigue gozando de la impunidad que su partido garantiza, en el medio de la ficción de democracia que vivimos.

El “caso Candela” va camino de convertirse en esos íconos de impunidad que terminarán necesitando que la gente los olvide, por temor a que la vida se les haga imposible. Fernando Carreras (ver: http://www.prensadefrente.org/pdfb2/index.php/a/2006/05/30/p1592)
 motivó la película de Piñero pero sigue preso y los causantes de la masacre impunes, porque son policías que se sostienen en el “negocio” de la caja negra que ya describía Walsh en los ‘60s. La trama del “caso Candela” ya llegó a niveles ridículos cuando un/a testigo declaró que había visto cuando Candela iba de la mano de su secuestrador (y no dijo nada), que escuchó todo lo que pasaba detrás de la pared, todos los días, incluyendo los arañazos la noche que se sabe que la niña fue muerta. No dijo nada hasta pasados varios días del hallazgo de su cuerpo (seguramente sale poco esta persona, y ve poca televisión) pero sí dijo que “en el barrio” (que está movilizado para repudiar el desfile de perejiles) “se dice que fue Hugo” (que casualmente es el único no argentino de toda esta trama, nada menos que peruano). Si ya esto no tiene ni pizca de seriedad, el colmo fue identificar a una vecina en la cercanías de la casa en la que supuestamente ocurrieron estos hechos, justo cuando esa persona estaba en Tucumán.
Por supuesto uno no tiene idea de lo que pasó, pero sí asume que si es cierto que el secuestro y crimen fue realizado por una banda de profesionales, nada pero nada cierra de lo que se quiere instalar (toda gente del barrio, y casi toda gente laburadora). Y si fue esa gente es imposible que no se hubiera sabido antes que mataran a Candela, especialmente sabiendo que su madre es militante de uno de los movimientos “sociales” oficialistas más “emblemáticos”. En cualquier caso, se confirma que es imposible que la policía local no estuviera POR LO MENOS al tanto, y –además de haber retaceado la supuesta llamada del día del asesinato (que llegó después de 48 hs a la prensa pero solo luego de eso a la fiscalía) y curiosamente aun mantiene la pesquisa. Y la conclusión es que será poco menos que imposible separar la acción de cobertura de los delitos en que la policía es por lo menos cómplice, de las “pruebas” y lo que sea que circula. Esa es la lógica que sostiene el desfile de perejiles.
Esto sería solamente horrible si no fuera que además sigue mostrando que la policía (se diría que en todos los niveles y las jurisdicciones, la que otrora se consideraba la menos peor claramente tiene que ver con centenares de delitos –“denunciados” aun por su jefa, la ministra Garré- de los cuales lo de Carrera y el caso de Ezequiel Demonty son solo espantosos ejemplos. Lo peor es que miramos para otro lado rogando que no nos toque y rebuscando (la tenga o no la tenga, rogando que así sea) en la culpabilidad de la familia.. Como ocurría en la dictadura.
Un saludo
Gonzalo
.[REDLATINO​AMERICANAS​ALUD]