Publicado por Norberto Costa
El aviso urgente que hay que dar a los movimientos de resistencias en esta guerra de las semillas, y ante una situación tan grave como la aquí descrita es que, mientras las entidades aquí mencionadas (CIFAES, Universidad Rural Paolo Freire y Tejiendo Redes), con contratos y compromisos con las fundaciones ligadas a Monsanto, Gates y Nestlé, vía AVINA y Ashoka, no se desliguen pública e inequívocamente de estas alianza aquí demostradas, digo que los movimientos sociales no colaboren con ellas; especialmente en proyectos que tienen que ver con las tareas de recuperación de semillas o construcción de bancos comunitarios “in situ”. El principio de precaución aconseja esta desconfianza: “hay que detener el robo de las semillas”.
Entre el 60 al 80% de la población agrícola vive en unidades de producción de pequeño tamaño… Es a estos campesinos que las multinacionales quieren robarles las plantas susceptibles de ser patentadas - Silvia Pérez-Vitoria, 2010 (1)
Hoy en día somos víctimas de una guerra por el control de las semillas. Nuestras agriculturas están amenazadas por industrias que intentan controlar nuestras semillas por todos los medios posible - Vía Campesina, 2011 (2)
El robo de semillas es una gran amenaza que debe ser detenida - Vandana Shiva, 2011 (3)
Los movimientos de resistencia a las multinacionales de la agroalimentación (de semillas, transgénicos, pesticidas, industrias de transformación, agua, etc.) lo tienen muy claro: las semillas son la base de la alimentación y de la soberanía alimentaria de los pueblos, por lo que un objetivo estratégico de primera importancia para estos movimientos está puesto en la lucha contra estas multinacionales, unas pocas empresas que controlan las semillas comerciales en el mundo, entre otras cosas
.Semillas, campesinas y campesinos
Las constituyen la realidad y el símbolo de la promesa de una nueva vida. Ellas mantienen el lazo entre la vida conservada y la vida por venir. Son el eslabón fuerte en la trama de la vida. Constituyen la gran metáfora de la creación.
“Por eso son muchísimo más que un recurso productivo, son simultáneamente fundamento y producto de culturas y sociedades a través de la historia. En las semillas se incorporan valores, afectos, visiones y formas de vida que las ligan al ámbito de lo sagrado… No son apropiables…, son un patrimonio de los pueblos campesinos e indígenas, quiénes las creamos, diversificamos y protegimos a través del tiempo y las ponemos al servicio de la humanidad.” (4)
La industrialización agrícola, que nos parece tan natural en Occidente a través del agribusiness, no es la regla sino la excepción:
“Existen 1.500 millones de campesinos en 380 millones de fincas, ranchos, chacras, parcelas; 800 millones más cultivan en las ciudades; 410 millones recolectan la cosecha oculta de nuestros bosques y sabanas; hay 190 millones de pastores y bastante más de 100 millones de campesinos pescadores. Por lo menos 370 millones de todos ellos pertenecen a pueblos indígenas. Juntos, esos campesinos son casi la mitad de la población mundial y cultivan al menos el 70 por ciento de los alimentos del planeta. Mejor que nadie, ellos alimentan a quienes sufren hambre. En el futuro, para alimentarnos, necesitamos de ellos y de toda su diversidad” (5). Podemos decir, aproximadamente, que los sistemas de cultivo vigentes en los países más industrializados alimentan a unas 1.200 millones de personas, la agricultura de la “revolución verde” en el Sur a unas 2.500 millones y la agricultura de subsistencia o campesina a otras 2.200 millones de personas en el mundo.
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http://argentinacontaminada.blogspot.com/2011/09/semillas-multinacionales-y-movimientos.html
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