Un aborigen australiano pasa por delante de un mural de arte indígena en Redfern, un barrio periférico de Sidney
Los aborígenes de Australia, uno de los países más igualitarios del mundo, luchan por vencer la marginación y las enfermedades.
LAURA M. LOMBRAÑA / Sidney
La discriminación hacia los indígenas llega hasta la más altas instancias del Estado. En noviembre de 2014, el primer ministro australiano, Tony Abbot, se reunió en Sidney con su homólogo británico, David Cameron , y declaró: "Al contemplar esta ciudad gloriosa, al ver este desarrollo, los convictos y los marinos que desembarcaron de esos 12 barcos debieron pensar que habían llegado a la luna".
Pero los británicos no llegaron a un lugar vírgen y deshabitado, sino que colonizaron las tierras de los representantes de una cultura viva más antigua de la tierra. La presencia de los aborígenes en Australia se remota al principio de la humanidad. Sus leyendas y canciones retratan con precisión las edades geológicas y los cambios que ha sufrido el continente durante milenios.
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