Lo que no nos cuentan de la financiación de la iglesia y la declaración de la renta.
por: Juan Manuel Mancebo Fuertes
Durante los últimos mil quinientos años, España ha sido considerada una nación “católica”, con la única excepción, si no me equivoco, del breve periodo de vigencia de la Constitución de la II república, entre 1931 y 1939, y en teoría, desde la actual constitución del 78 hasta la actualidad.
En lo formal, en España se vienen firmando acuerdos con la iglesia católica, (concordatos) desde el siglo quince, con el Concilio de Constanza (1418), luego fueron Fernando VI (1753) e Isabel II (1851) los que firmaron nuevos acuerdos hasta que en 1931 el gobierno democráticamente elegido de la II República los derogó en su constitución, al separar de forma efectiva y por primera vez la institución eclesiástica del Estado.
El levantamiento militar del 36, acabo con este periodo y durante los posteriores años de dictadura franquista, los privilegios, económicos, sociales, políticos y fiscales de la Iglesia volvieron a afianzarse, especialmente en lo que se refiere a enseñanza y financiación, estableciéndose un nuevo concordato entre el gobierno franquista y el vaticano en 1953.
Por último, con gran retraso respecto a los países democráticos de nuestro entorno, la Constitución de 1978 proclama de forma explícita “que ninguna confesión tendrá carácter estatal”.
Sin embargo desde entonces, y sea cual sea el partido que gobierne, se siguen firmando acuerdos entre la “santa” sede y el estado español, que siguen concediendo todo tipo de privilegios y beneficios a esta confesión religiosa, en perjuicio de otras opciones, tanto religiosas como laicas también presentes en nuestro país y en contradicción con el espíritu aconfesional de nuestra constitución.En estos días de primavera, donde debemos declarar nuestros ingresos y ejercer la obligación de pagar impuestos, conviene recordar que en este tema, no todos tenemos el mismo tratamiento.
Por ejemplo, la Iglesia católica, no tiene que rendir cuentas de donde destina el dinero que recibe por financiación, vía tributaria, conciertos, subvenciones y donaciones que el Estado le asigna, además de estar exenta de pagar algunos impuestos que al resto de los ciudadanos si nos exigen todos los años, como el IBI, y hasta hace poco el IVA.
Conviene también conocer, antes de decidir que casilla de la declaración marcamos, un par de realidades que suelen permanecer ocultas en la mayoría de las informaciones que nos llegan sobre este asunto.
En primer lugar, recordar que la principal fuente de financiación desde el estado a la iglesia católica NO ES LA ASIGNACION TRIBUTARIA VOLUNTARIA EN LA DECLARACION DE LA RENTA.
Al contrario, esto solo supuso en 2008, 241 millones de euros de los mas de 6000 millones que el estado cedió a la iglesia.
Por ejemplo, en el pasado curso 2007-2008, entre todos, (católicos o no) pagamos mas de 550 millones de euros en nominas de profesores de religión en colegios publicos y privados, y mas de 3800 millones a universidades y colegios católicos concertados.
Pagamos también la nómina de los capellanes hospitalarios (más de 500 a tiempo completo y casi 300 a tiempo parcial), de los penitenciarios (más de 100), los sueldos de los capellanes castrenses, y la de algún que otro arzobispo con grado de general, (increíble, pero cierto) que superan los 3 millones de euros al año.
Por supuesto mantenemos 280 museos, 103 catedrales o colegiatas con cabildo y casi mil monasterios que PERTENECEN A LA IGLESIA y que suponen, otros casi 300 millones de inversión desde las arcas públicas y ayudamos desde instituciones públicas y privadas, como los ayuntamientos o fundaciones a mantener sus cofradías, procesiones, romerías, visitas del papa, y otras celebraciones litúrgico-festivas.
Por supuesto, y sin lugar a dudas, gran parte de estos ingresos se destinan a obras sociales de mucho interés y necesidad en estos tiempos.
Pero también a propaganda y difusión de su religión y a mantener a una jerarquía eclesiástica rodeada de lujos y privilegios, que invierte en bolsa, especula con terrenos y participa en empresas y bancos que nada tiene que ver con el bienestar social.
Por último, y por si a alguien hubiera que recordárselo, es perfectamente licito que los fieles de cada religión decidan financiarla voluntariamente con la cantidad que deseen. Lo que no parece lógico, es que después de tres décadas con una constitución que se declara aconfesional, sea el estado el encargado de recaudar y mantener a una religión concreta en detrimento a las otras opciones religiosas o laicas.
Por otra parte, y volviendo a la declaración de la renta, no debemos creer que la opción de marcar la casilla destinada a “obras sociales”, asegura que nuestra aportación no vaya a parar de forma indirecta a la iglesia, puesto que más de la mitad de ONG,s a las que se destinan estos fondos son de carácter católico. En definitiva, permítanme el juego de palabras, parece que queramos o no, un año más seguiremos pagando impuestos “religiosamente”.
jmanceb@gmail.com
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