sábado, 16 de mayo de 2009

Violencia en el deporte

un nuevo punto de partida
Por: Leonardo Mendiondo Sociólogo, investigador, docente (Universidad ORT)

Cuando afirmamos que los hechos de violencia en los espectáculos deportivos constituyen las manifestaciones visibles del problema, no estamos desestimando las responsabilidades materiales concretas; estamos diciendo que constituyen los indicadores de un problema mayor y que al igual que los síntomas de una enfermedad, poco nos dirán acerca de ella y nada acerca de cómo combatirla.

Es decir, una vez producidos estos hechos que deploramos, solamente resta la acción de la Justicia. Pero hay un aspecto que solemos evadir y, remitiéndonos a las nobles certidumbres que sugiere el Uruguay de comienzos de siglo, debemos admitir, que a los orientales nos cuesta llegar al conocimiento de la verdad, para que la Justicia actúe sobre la base del problema y no solamente sobre sus manifestaciones visibles, los hechos concretos. Pienso por ejemplo, en las violaciones a los derechos humanos ocurridas en nuestro país y en el larguísimo proceso que está demandando su esclarecimiento. Todos sabemos que se han producido tales hechos pero, conocer la verdad y habilitar la acción de la Justicia es otra historia, una historia que se proyecta desde la reanudación de la democracia. También estos temas impactan en otros contextos geográficos e históricos y como ejemplo alcanza con mencionar los sucesos ocurridos en los campos de concentración en Alemania que, todavía, constituyen procesos abiertos y que claro está, no son los únicos.

El problema de la violencia en los espectáculos deportivos ­y tomamos distancia de los ejemplos ilustrativos anteriores­ amerita, desde nuestra opinión, un nuevo y radical punto de partida, puesto que no es un tema de voluntad social, de sensibilidad política o de gestión (hecho que descontamos), a nuestro juicio es un problema de enfoque.

Creemos que hay que parar con la crítica a lo realizado como inútil recurso al que echamos mano los orientales ­y del cual también nos hacemos cargo­, y que ha llegado el momento de contribuir con generosidad abriendo las porteras de nuestros respectivos y dispares espacios de poder.

Todos sabemos que la realidad que intuimos los ciudadanos comunes es muy distinta a la que se procesa en las interioridades del mundo del fútbol, realidades que, como nadie, conocen quienes participan en ese espacio social. Cuando algunos periodistas deportivos u otros actores afirman que "todos sabemos quienes son" no solamente se están refiriendo a los inadaptados de las "barras bravas", están apelando al conocimiento profundo de las múltiples dinámicas que se procesan en el fútbol y basta con charlar off de record con ellos, para asomarnos a un mundo que los ciudadanos comunes no conocen.

Como en cualquier otro aspecto de nuestra sociedad, creo que hay mucha gente valiosa (periodistas, dirigentes, autoridades, academia, parciales etc.) que sin duda podrían aportar información que nos permitiera seguir abriendo este proceso, transparentarlo hacia la sociedad y comenzar así a disminuir el margen de tolerancia social hacia la violencia que estamos dispuestos a admitir en este sentido específico, transformando así los lazos de conflicto, en lazos de cooperación social.

No sé si estamos preparados para tamaño esfuerzo moral como sociedad, no sé si estamos en condiciones de abolir las diversas cadenas de intereses, espacios de poder, protagonismos y desafíos que nos propone una coyuntura de esta naturaleza, pero recordemos que en este sentido, la voluntad política es absolutamente central y la referencia que acercábamos acerca de las violaciones de los derechos humanos
constituye un buen ejemplo de ello y nos posibilita abrir un marco favorable de expectativas para el futuro.

La lucha a favor de los derechos humanos no solamente nos dejará el conocimiento de la verdad para quienes vivimos el proceso y para las nuevas generaciones. Constituye además una clave exitosa para la acción social aplicada a otros contextos en los que la violencia, en sus diversas formas, es el denominador común. ¿Es tan aventurado pensar en la creación de un espacio en el que voluntaria y anónimamente actores calificados puedan suministrar información que nos permita avanzar en este tema?; ¿acaso no estamos en medio de situaciones violentas que se enfrentan a un muro de impenetrable silencio? Nuestros largos años de trabajo así lo indican y solamente a cambio de transparentar públicamente las múltiples zonas oscuras que rodean estos sucesos, generaremos la imprescindible confianza en nuestras instituciones, tan necesaria para crear los caminos propicios a la colaboración del conjunto de la sociedad: entonces sí, será un problema de todos.
Fuente: La República www.larepublica.com.uy

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