"No se es de izquierda tan sólo por así declarse, sino que se es de izquierda por lo que se hace en pos de las tranformaciones y contrucciones necesarias. Es así que se llega a ser izquierda". Beatriz Stolwicz.
Por: Gabriel Becerra Y.
Dentro de tres semanas y media se elige el nuevo Congreso de la República. Todo indica que no ocurrirán grandes cambios en su composición fundamental. Más allá de los formalismos y los falsos anuncios oficiales de transparencia y garantías, lo que impera, sobre todo en la provincia, es el caciquismo corrupto y violento de los grupos tradicionales. Seguir manteniendo el control y el sometimiento del poder legislativo, es parte de los planes continuistas del bloque de poder mafioso y militar que se ha apoderado del Estado.
Un fallo en contra de la ley de convocatoria al referendo reeleccionista por parte de la Corte Constitucional, como sería lo lógico conforme a Derecho, profundizaría la crisis de los sectores dominantes propinándoles la más grande derrota política de los últimos años, pero no hay que confundirlo con su salida definitiva del poder. Los planes de relevo en medio del continuismo y la formula del Uribismo sin Uribe son cada vez más evidentes. No se piense ingenuamente que quienes se están enriqueciendo a costa del proyecto reaccionario lo cederán con “madurez democrática”, y aceptaran con tranquilidad ser desplazados de sus beneficios. Eso está por verse y seguro no dependerá, precisamente, de la buena voluntad de los poderosos.
Dependerá, entre otros factores, del papel que cumplan los sectores democráticos y la izquierda, para hacerle frente a ese panorama creciente de inestabilidad que se vive en la Nación. ¿No será que el PDA, y sobre todo sus candidatos al Congreso y a la Presidencia, deberían jugársela más a fondo por presentar salidas a la crisis? ¿Cómo articular a la campaña electoral la idea de un nuevo gobierno, con qué sectores, mediante qué mecanismos? ¿Cómo engranar el descontento y el inconformismo social con las últimas medidas gubernamentales en el sector salud u otros campos, con la intervención popular y la necesidad de los cambios políticos? Éstas y otras preguntas están a la orden del día.
La izquierda, como ha sucedido en otros lugares de Latinoamerica, tiene la oportunidad de erigirse como una alternativa viable de gobierno y de poder junto a otros sectores sociales y políticos descontentos. En Colombia también los cambios pueden ser posibles. Pero para ello, es imperativo no desaparecer como proyecto político desdibujándose en formulas “atrapa todo”, sometidos a las presiones mediáticas o a los personalismos. En la izquierda no todo es justificable. La crisis abre posibilidades a un proyecto que le hable claro al país. Que no tema diferenciarse de la política macabra de la seguridad democrática y exigir verdad, justicia y reparación a las victimas. Que denuncie sin ambigüedad el fracaso de la privatización de los derechos sociales y las ganancias escandalosas del capital financiero, mientras las mayorías son sacrificadas con un pírrico aumento salarial. Necesitamos vocerías en los espacios de gobierno y en el Congreso de la República que construyan autoridad basados en la coherencia ética con un proyecto de emancipación humana, hoy representado para Colombia en la conquista de la paz, la democracia y la igual social.
Es en esta perspectiva que las candidaturas del PDA y la izquierda deben apuntar, y dentro de ellas, invitamos a respaldar especialmente las opciones de Gloria Inés Ramírez al Senado y Carlos Lozano Guillen a la Cámara por Bogotá. Con ellos en el Congreso, crecerá la voz de la denuncia frente a la arbitrariedad, y el acompañamiento a las luchas populares.
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