A fines de mayo de 1862 en La Banderita, pequeño poblado de los Llanos Riojanos, a poca distancia de donde asesinaron a Enrique Angelelli, cuando Angel Vicente Peñaloza, el mítico Padre de los pobres de La Rioja, devolvió sus prisioneros, dijo: “¿Y dónde están mis muchachos?”. La vergüenza se pintó en la cara del Jefe del Ejército Nacional. Todos habían sido asesinados.
Por estos días en la ciudad de La Rioja, finalizó el largo y tortuoso proceso judicial de 38 años de duración en los que se fue clarificando y poniendo en términos jurídicos lo que el silencioso y sufrido pueblo riojano supo desde un principio: Enrique Angelelli, el Obispo de los Pobres y sus muchachos, los dos curitas de Chamical y Wenceslao del movimiento campesino , fueron asesinados en 1976 por órdenes del Jefe del Ejército Nacional y con participación de otros altos mandos militares y sus secuaces locales. Así lo acaba de sentenciar el Tribunal Oral Federal de La Rioja. Y es sentencia firme.
En el requerimiento de elevación a Juicio los acusados de homicidio calificado y tentativa de homicidio y asociación ilícita, en calidad de autores mediatos y en concurso real, fueron Jorge Rafael Videla, Luciano Benjamín Menéndez, Albano Eduardo Harguindeguy, Luis Fernando Estrella y Juan Carlos Romero. Sólo dos de ellos, Menéndez y Estrella, únicos sobrevivientes al día de hoy, irán por la cárcel perpetua. Cárcel común, se especifica en el fallo. Se abre también, según lo dictaminado por los Jueces, el camino del procesamiento de los cómplices civiles. Una etapa ríspida y esperada en que serán llevados al banquito de acusados ancestrales apellidos riojanos, emblemas del feudalismo que impera aún en la provincia, algunos, integrantes del clan Menem y otros, civiles y eclesiásticos, que se autoconvocaron como cruzados de la fe y constituyeron fuerzas civiles paramilitares para atacar y calumniar a Angelelli, sus equipos pastorales, laicos, monjas y curas y de paso señalar a decenas de dirigentes campesinos, sindicalistas, estudiantes, intelectuales, artistas, abogados, periodistas y políticos que consideraban peligrosos para sus propios intereses y que fueron asesinados, torturados, encarcelados y exiliados.
¿De qué acusaban sus enemigos a Angelelli? Hay casi 7000 fojas y 5 cuerpos productos de los debates en los tribunales y a los que deberemos añadir otros tantos en los próximos juicios que se llevarán a cabo en La Rioja, que debidamente espulgados darán razones y sinrazones criminalísticas, jurídicas, éticas y políticas. Pero si me preguntan a qué atribuyo en lo personal, tanto ensañamiento y tanta calumnia con el obispo y sus colaboradores a lo largo de estos últimos cincuenta años, lo resumiría en unas pocas palabras: su prédica y práxis con respecto a los Derechos de los campesinos , el Derecho al acceso a la Tierra. El hecho de haber enfrentado al sistema feudal riojano, aún hoy vigente, poniendo su fervor evangélico y su entera humanidad al servicio de los pobres, obligados ancestralmente en esta provincia a emigrar en busca de otros horizontes para sí y para sus hijos por no poder acceder a un trabajo digno y a un trozo de tierra con qué sustentarse, esto en mi opinión, explica el énfasis puesto en la pastoral de la tierra por parte de un hombre atento como ninguno a las necesidades del otro. Habló del derecho a la tierra, de expropiar latifundios, de constituir cooperativas. Tocó el nervio sensible del derecho de propiedad absoluta. Y eso en términos feudales y capitalistas no se perdona. No lo perdonaron. Lo condenaron a muerte y lo ejecutaron junto a sus discípulos.
Y ví a varias mujeres al amanecer, en Punta de los Llanos, visitando su tumba desierta. Dejaban una vela encendida y un pequeño papel donde contaban sus cuitas. Besaban la tierra, rezaban y se iban.
Los sacerdotes de Chamical cuando fueron asesinados investigaban las maniobras perpetradas por el Jefe de la Base Aérea cercana y un grupo de militares para desalojar a varias familias de campesinos y apoderarse de sus tierras. Así consta en el Requerimiento de Elevación a Juicio al Juez Federal , que me proporcionara el Fiscal Federal un día después de conocida la sentencia condenatoria a Estrella. El Comodoro Estrella, un hombre frío, imperturbable, con varias sentencias a perpetuidad encima por crímenes de Lesa Humanidad, que defendió patéticamente hasta el final, su condición de “cruzado de la fe” y que tuve ocasión de escuchar en su alegato final, cuando cometió el lapsus sorprendente de mencionar “el escenario del crimen en que murió el obispo”, cuando durante las 27 audiencias del Juicio sus defensores habían hablado del “accidente automovilístico en que falleció Angelelli”. Recordaba la crónica de Hanna Arendt en el Juicio a Eichmann y sus reflexiones en torno a la banalidad del mal. Creo que era esto lo que presencié. El mal asumido como algo normal y burocrático en un personaje que sin dudar, aún hoy, como ayer, repetiría sus crímenes convencido de hacerlo por el bien de la humanidad.
Apenas llegado a La Rioja me propuse encontrar a Carlos Saúl Menem. Quería conocer su opinión sobre Angelelli, con el cual él y su familia, durante su gobierno, tuvo grandes enfrentamientos, eso fue dos días antes de la sentencia. Descartada su residencia de Anillaco, la famosa Rosadita, en manos de su hija Zulemita, con la cual se distanció, lo fui a entrevistar a su actual hogar situado en un country en las cercanías de la capital riojana. Su mansión está en un barrio privado integrado al Golf Club La Rioja: una cancha de 18 hoyos en un cesped impecable, enclavada en la naturaleza del lugar, arena, cardones y algarrobales, de 72 hectáreas de extensión. Carlos Saúl reconstruyó su habitat riojano por segunda vez en el mismo estilo de Anilllaco y lo rodeó con las mismas cepas y viñedos…Pero viene poco por allí, según el administrador del selecto Club adonde concurre lo más granado de la sociedad riojana. Golpée las puertas , indagué, pero no obtuve respuestas . Carlos Saúl Menem por estos días cumple 84 años, continúa siendo senador de la nación y no aparecerá por su tierra, sobre la cual, sin embargo ejerce todo su poder, al parecer aún intacto. Según pude averiguar, está en otra residencia en Punta del Este, Uruguay. Desde allí, lugar selecto si los hay, seguirá las alternativas del mundial de fútbol. Y tal vez reciba algún eco de lo que se está jugando en los estrados de la Justicia Federal en La Rioja, su patria chica, un juicio histórico en el que quizás también debería haber estado en el banquito de los acusados.
Muchas organizaciones populares y la comunidad cristiana de La Rioja, encabezada por su nuevo obispo, Marcelo Colombo, querellante en la causa junto a familiares de Enrique Angelelli y Tiempo Argentino, una organización cordobesa difusora de su obra, han organizado una vigilia previa al dictado de la Sentencia. Cuando se pone el sol la Catedral está repleta, nos hacemos un lugar al fondo, junto a las macizas puertas del viejo templo que hoy parece revivir las ceremonias de los años setenta cuando celebraba Angelelli. Hay música de Chayas, pancartas, pañuelos blancos de las Madres riojanas, catamarqueñas, tucumanas, lágrimas que ruedan, abrazos. La Iglesia hoy parece acoger a los excluídos por tantos años de silencio y complicidades. Muchos abrazos que van señalando los encuentros de gente que llega de lejos, después de treinta o cuarenta años y reanuda la historia común. Por allí veo a Arturo Pinto el acompañante de Angelelli el día del asesinato. Vino desde Formosa donde vive con su esposa Ana en cercanías del Impenetrable, él hoy trabaja con los Wichi como otras compañeras que también compartieron el camino durante muchos años con Angelelli. Mucha alegría y mucho sufrimiento acumulado que se anudan este día. Se suman también muchos años de cárcel y dolor en los ex detenidos y exiliados del proceso riojano, entre los que me cuento, que nos amuchamos en el fondo, tal vez no nos atrevemos a entrar al templo todavía. Pienso, pensamos, en los desaparecidos, en los compañeros que están lejos y no pudieron llegar hoy a la convocatoria. En los que no pudieron soportar la vuelta a una tierra, ahora desconocida, sin sus amigos y sus proyectos de vida y murieron de tristeza en el camino de retorno.
Celebra la eucaristía el obispo Colombo con casulla roja, la vestimenta prevista por la liturgia católica para la celebración de los mártires . Lo rodean una veintena de sacerdotes . Obispos, lo que se dice obispos, enviados por la Conferencia Episcopal Argentina, no hay. Sólo un colega acompaña al nuevo prelado de la Rioja. La CEA no se hace presente ni siquiera con un mensaje de ocasión. Se leen adhesiones de amigos, organizaciones cristianas, personalidades, entre las que destaca una de la Presidenta Cristina. Pero sus hermanos obispos continúan ignorando al mártir. Otra vez faltaron a la cita. Sólo Francisco, el Papa, parece acordarse. El sí respondió a un llamado telefónico de Colombo y a último momento le envió varias páginas escaneadas por internet, extraídas de los archivos secretísimos del Vaticano, que llegaron 24 horas antes de que se cerrara definitivamente el período legal para la presentación de pruebas ante el tribunal. Se trata de una copia de la documentación sustraída de la camioneta en que viajaban Angelelli y Pinto el día del asesinato y que fuera vista dos días después sobre el escritorio del entonces Ministro del Interior de la Junta Militar Harguindeguy. Angelelli envió una copia de dicha documentación al Nuncio Apostólico Pío Laghi que siempre negó haberla recibido e hizo llegar otra al mismo vaticano a través de un fraile franciscano que la habría entregado directamente al Papa Paulo VI.
Le escribo para poner en su conocimiento lo que pasa por aquí, le dice Angelelli a Pío Laghi, el Nuncio apostólico que jugaba de tarde en tarde al tenis con el almirante Massera: Nuestra cárcel está repleta de detenidos…se tortura asquerosamente. Y añade, me aconsejan que se lo diga: nuevamente me han amenazado de muerte.
Al partir de Chamical camino de la capital riojana trazó ante sus sacerdotes amigos un círculo, en cuyo centro estaba él. Ahora me toca a mí dijo, sabía que regaría con su sangre la tierra de los llanos que había adoptado como propia y en la que días antes asesinaran a los sacerdotes Gabriel Longueville y Carlos de Dios Murias en cercanías de la base CELPA de Aeronáutica y al laico Wenceslao Pedernera del Movimiento campesino riojano en Añogasta.
Las páginas que escaneó el Papa y envió a La Rioja de la autoría de Angelelli son una “crónica de los hechos relacionados con el asesinato de los sacerdotes G. Longueville y C. Murias” ; constituyen un relato detallado de lo acontecido entre el 18 y el 23 de julio y preanuncian su muerte. Una cita a la que Angelelli no renunció. Su compromiso con los más humildes de La Rioja fue hasta las últimas consecuencias y cuando besamos en Punta de los Llanos, en un amanecer de horizontes rojizos y trajinar de aves y trinos la tierra en que derramó su sangre, sentimos que un nuevo signo de liberación germina al borde de la ruta entre algarrobos y quebrachos .
La Justicia finalmente habló a través de su fallo tras 38 años de tropiezos, dudas , retrocesos, abandonos. Ahora se sabe lo que desde siempre se sabía: Angelelli fue asesinado por su acción pastoral evangélica, en defensa de los pobres, considerada subversiva por la Junta Militar presidida por Videla y por la oligarquía riojana. La Iglesia oficial argentina, calló entonces, como calla hoy.
El 4 de agosto de 1976 murió asesinado por los dueños de La Rioja el Obispo Angelelli y nació, ese mismo día, en el alma del pueblo riojano y latinoamericano un nuevo santo protector de los sin tierra: San Enrique de los Llanos.
Julio Saquero Lois
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