jueves, 28 de junio de 2012

Leopoldo Víctor Vargas, el fotógrafo de las últimas horas de Allende en La Moneda

por Hermes H. Benítez (Canadá)

Martes, 26 de Junio de 2012
En las primeras líneas del capítulo tercero de su "best seller" titulado "Interferencia Secreta. 11 de septiembre de 1973", Patricia Verdugo se pregunta acerca del posible orden cronológico de los acontecimientos de aquel día:

"¿Qué fue primero? ¿Qué fue después? No hubo cámaras que registraran la acción del Presidente en el último día de su mandato y en las últimas horas de su vida. Los recuerdos de los testigos se hilvanan con dificultad...".
Obviamente, la periodista pensaba en ese momento en las cámaras de filmación cinematográfica, o de televisión, pero curiosamente, se olvida ella completamente de la cámara del fotógrafo desconocido que tomó aquellas extraordinarias fotos del Presidente Allende en el interior de La Moneda, en los momentos en que los golpistas se disponen a atacarla por aire y tierra. Fotos que, adecuadamente interpretadas, nos permiten establecer con considerable precisión la cronología de algunos de los más importantes hechos de aquel día. (1) Pero, lo que es más importante, fue gracias a esta cámara, y al fotógrafo que la accionó, que Chile y el mundo pudieron llegar a formarse una imagen visual de los dramáticos acontecimientos ocurridos aquella mañana dentro del palacio presidencial. De ahí la extraordinaria importancia, histórica y política de dichas fotografías.
Porque es manifiesto que si ellas no hubieran sido tomadas, o hubieran sido descubiertas y destruidas por los golpistas, los relatos de aquellos momentos hechos por los partidarios de Allende que permanecieron junto a él hasta el final, y que sobrevivieron, no sólo perderían gran parte de su realismo y efecto dramático
Por mucho tiempo nadie supo, o quiso revelar, la verdadera identidad de quien tomó aquella foto del Presidente Allende, con su fusil al hombro y casco militar, flanqueado por dos de sus escoltas portando sendos fusiles AK 47, en los momentos en que se asoman, mirando al cielo, por una de las grandes puertas interiores de La Moneda; o aquella otra en la que se ve a Allende hablando por teléfono en una de las oficinas del palacio presidencial, mientras junto a él un suboficial de ejército (2) sostiene, cubierto con ambas manos, el auricular de otro teléfono, indicando así con su gesto una llamada que espera.

Estas fotografías recorrerían, entonces, el planeta a la velocidad de la luz, poniendo a la humanidad al tanto de la magnitud y brutalidad del Golpe militar en contra del gobierno constitucional del Presidente Allende, junto con mostrar ante la faz de Chile y del mundo su conducta valiente y decidida, pero sin que llegara a saberse hasta hoy el verdadero nombre del fotógrafo que las tomó.
Muchos años más tarde, en el 2007, al fallecer a los 94 años de edad Luis Orlando Lagos Vásquez, el jefe de los fotógrafos de la Presidencia de la República durante el gobierno de la Unidad Popular, el periodista chileno Camilo Taufic publicará un artículo -como luego podrá verse, casi enteramente ficcional- en el que presenta como una revelación, pero sin ofrecer ninguna prueba, que "el Chico Lagos" (como todos lo conocían) había sido quien tomó aquellas fotos históricas, la más conocida de las cuales fue distinguida, en Holanda, con el Premio Internacional World Press Photo of the Year 1973 (WPP 1973).(3) Sin embargo, el verdadero ganador de este prestigioso premio no murió en el 2007, sino que falleció en el anonimato en el Hospital de la FACH, de Santiago, el sábado 26 de marzo de 2011, luego de una lucha de más de diez años contra la diabetes.
Por fin, hoy, los hijos de aquel fotógrafo desconocido han decidido romper su largo silencio y relatarnos en detalle las precisas circunstancias en que su padre tomó, ocultó y reveló los negativos de aquellas fotografías, y lo que hizo posteriormente con ellas; poniendo en evidencia al mismo tiempo las razones que tuvo aquél para guardar el secreto por casi 38 años. Su nombre era Leopoldo Víctor Vargas.
La Historia del fotógrafo Leopoldo Vargas el día del Golpe, y después.

Según el relato recogido y recontado por sus hijos Polo, Marcos y Alex.

La mañana del Golpe, luego de salir de su casa del centro de Maipú, Leopoldo Vargas, como de costumbre, se dirigió al paradero del bus que lo llevaría a su trabajo en el palacio de La Moneda, pero muy pronto se dio cuenta que la locomoción colectiva se encontraba prácticamente suspendida.
Leopoldo era entonces suboficial, Sargento Segundo, de la Fuerza Aérea de Chile (FACH), especializado en fotografía aérea, asignado a la Subsecretaría de Aviación, en el Ministerio de Defensa, pero había sido destinado por sus superiores para que trabajara, no en uniforme sino que vestido de civil, de traje y corbata, como fotógrafo de la Presidencia, en La Moneda, llegando a desempeñarse en dicha tarea durante dos meses bajo el mandato del Presidente Jorge Alessandri Rodríguez (1958-1964), el período completo del Presidente Eduardo Frei Montalva (1964-1970), y los tres años del Presidente Salvador Allende Gossens (1970-1973), hasta el momento de su derrocamiento
Luego de una considerable espera de locomoción colectiva, Leopoldo consigue llegar a las inmediaciones del edificio de La Moneda, en los momentos en que las calles se encontraban ya casi vacías de vehículos y peatones, pasando a ser ocupadas por las tropas golpistas tomando sus posiciones de combate. Mientras camina hacia La Moneda, por la calle Teatinos ve aproximarse las tanquetas de Carabineros. Desde el interior de una de ellas, lo saludó con la mano el capitán de la primera tanqueta. Luego hicieron lo mismo, al pasar junto a él, el teniente y el subteniente que comandaban las otras tanquetas, gesto que, por cierto, no le sorprende, pues por haber trabajado tantos años en el palacio presidencial ya casi todo el mundo lo conoce allí.

Como ya las grandes puertas de madera de La Moneda se encontraban cerradas, Leopoldo debe golpear en una de las pequeñas puertas ubicada al pie de una de ellas, en la calle Moneda. Le abre el teniente Pérez, de la Guardia de Palacio quien, sorprendido de verlo ahí, le pregunta con total familiaridad: ¿Qué estás haciendo aquí, Guatón? ¿Acaso no sabes lo que está pasando? A lo que el fotógrafo responde en forma igualmente coloquial: “Vengo a trabajar, poh”. Al ingresar al Palacio lo primero que ve es una ametralladora punto 30, emplazada sobre el suelo y apuntando hacia la entrada, con sus tiras de balas esparcidas en rededor.
Leopoldo se dirige inmediatamente a la Oficina de Informaciones y Radiodifusión de la Presidencia (OIR), lugar donde se encontraba su taller fotográfico, ubicado al noroeste del Patio de los Naranjos. El taller se encontraba desierto en ese momento, lo que no le pareció extraño porque él era siempre el primero que llegaba allí por las mañanas. A los pocos instantes suena el teléfono; responde y se le informa que se necesita un fotógrafo y que debe presentarse inmediatamente ante el Presidente. Recoge su cámara de servicio Canon y se dirige a cumplir con la tarea asignada
En la Sala de Edecanes procede a tomarle la primera foto al Presidente Allende, en los momentos en que éste se encuentra hablando por el teléfono verde, con su casco puesto y fusil al hombro, presumiblemente, con el Vicealmirante Patricio Carvajal Prado que se encontraba en el Ministerio de Defensa. Leopoldo recuerda las palabras exactas con que el Presidente puso término a aquella llamada: "Hagan lo que quieran, chuchas de su madre". Luego de lo cual procedió a colgar violentamente el auricular. (4) Recuerda también que, en el momento en que salía de aquella oficina el Presidente le mira y le dice: "Compañero, en vez de andar con una cámara fotográfica, mejor debiera andar con una ametralladora". Esas serían las únicas palabras que el Presidente le dirigiría aquel día.

Pocos minutos después, a las 9:10 am, el Presidente Allende hará su quinta y última alocución al pueblo, su despedida, a través de la Radio Magallanes. Inmediatamente después, inicia la inspección de La Moneda, buscando buenas posiciones de defensa del Palacio
Durante el recorrido de inspección que el Presidente hace por el Palacio de La Moneda, con su comitiva compuesta, entre otros, por algunos miembros del GAP (Grupo de Amigos Personales), el médico Danilo Bartulín y algunos oficiales de Carabineros, Leopoldo Vargas le tomará otras fotos. Tomará una justo cuando el Presidente y sus escoltas del GAP ven y escuchan el estruendoso paso de los primeros aviones Hawker Hunter de la FACH que, a aquella temprana hora de la mañana, vuelan amenazantes a baja altura sobre los techos de La Moneda. (5) Momento en el que escucha decir al Presidente: "Hasta aquí no más llegamos, compañeros". Es en ese preciso instante en el que Leopoldo Vargas, luego de encomendarse a Dios, comprende que debe salir del palacio presidencial cuanto antes.

Leopoldo Vargas nunca olvidó algo que le pareció relevante: cuando el presidente Allende bajó al primer piso, acompañado por toda su comitiva, aparentemente tuvo la intención de salir armado por la puerta de calle Moneda, ante lo cual los miembros de su guardia personal le dijeron que él nunca saldría vivo de tal intento. Leopoldo Vargas tomará entonces una última foto al Presidente, poco antes que éste termine su paseo de inspección por el Palacio.
Una de las preguntas recurrentes en esta historia ha sido: ¿existen otras fotos? Es decir, ¿cuántas fotos le tomó Leopoldo Vargas al Presidente ese día? En realidad sólo fueron seis, nada más. Pero… ¿Por qué tomó sólo seis fotos del Presidente?
Para responder a esta pregunta habría que considerar el ambiente de inquietud y nerviosismo que se vivía en ese momento al interior del Palacio de la Moneda. Como ejemplo consta el momento en que el Presidente cuelga indignado el teléfono, cuando ya sabe que la guerra estaba declarada y no había vuelta atrás. A partir de ese instante, probablemente, el Presidente o cualquier miembro del GAP, hubiera disparado contra cualquier persona que se interpusiera de forma sorpresiva. Precisamente por esta tensión reinante, Leopoldo Vargas debió ser muy cauteloso al tomar sus fotos, ya que naturalmente tenía que adelantarse y ponerse enfrente del grupo que acompañaba a Allende. Por esta misma razón, sólo encontró seis momentos propicios para tomar aquellas fotos, por eso fueron sólo seis instantes los que registran los últimos momentos del Presidente Allende durante el derrocamiento de su gobierno.
Recordemos, además, que el Presidente ya le había dicho que, en vez de andar tomando fotos, mejor tomara una metralleta. También hay que considerar que, en esa época, las cámaras fotográficas no eran de "apuntar y disparar", como lo son ahora. Había que ajustar manualmente el la apertura del lente y el tiempo de exposición. Piense el lector que, primero, hay que correr a posicionarse delante del Presidente para disparar la foto. Y luego, muy rápidamente, hacer los ajustes necesarios a la cámara para tomar la foto. Considere también que, en la tensión de aquellos momentos el fotógrafo debía hacer su trabajo procurando interferir lo menos posible, atento a los movimientos del grupo que escoltaba al Presidente, y sin poder detenerlos ni distraerlos un solo instante. Si bien se trató de un trabajo difícil, señaló Leopoldo Vargas, recordando años después, fue gracias a que le conocían como miembro del equipo de fotógrafos de la Presidencia, que pudo registrar esas pocas imágenes, en circunstancias que cualquier otra persona hubiera corrido un serio riesgo en aquellas circunstancias.

El equipo de fotógrafos de la Presidencia estaba compuesto, entonces, por las siguientes personas:
Luis O. Lagos Vásquez, Jefe de fotógrafos
Gabriel Amado, fotógrafo
Guillermo Hidalgo, fotógrafo
Hugo Pueller, fotógrafo
Leopoldo Víctor Vargas, fotógrafo
Manuel Díaz Moreno, laboratorista
Juan Quiroz Bravo, laboratorista
Este pequeño grupo, además de su trabajo en La Moneda, compartía una oficina en Amunategui 21 para trabajos que realizaban como reporteros gráficos freelance, y cuyos servicios ofrecían a diarios, revistas y Agencias Noticiosas, nacionales y extranjeras. La mayoría de ellos eran miembros de la Unión de Reporteros Gráficos y Camarógrafos de Chile (URGRACH). Dos miembros destacados de aquella organización sindical, en ese tiempo, eran el camarógrafo Enrique Mella, que también trabajaba en La Moneda, y don Gastón Franco Campos, quién fuera el fotógrafo oficial del Presidente Eduardo Frei Montalva. (6)
Pero... ¿cómo logró Leopoldo Vargas salir de La Moneda aquella mañana? A esa hora, cerca de las 10 de la mañana, el Palacio de Gobierno se encontraba cerrado y ya nadie podía entrar o salir sin autorización. Momentos antes, el Presidente Allende había dado la orden de que todos los uniformados salieran del Palacio y retornaran a sus cuarteles. Con su cámara fotográfica bajo el brazo Leopoldo Vargas se dirige a su laboratorio en la OIR, donde se encuentra con su colega Juan Quiroz, encargado de los revelados fotográficos, a quien le hace entrega de su cámara de servicio, con el rollo de película recién tomado, con el fin de que lo rebobine y se lo entregue posteriormente en Amunátegui 21, como tenían por costumbre hacerlo en su labor de reporteros gráficos. Quiroz sólo supo que aquel rollo había sido tomado por Vargas, pero ignoraba completamente las fotos que podía contener.

Cuando se dirigía al laboratorio de la OIR, Vargas se había dado cuenta que la guardia de Carabineros de Palacio ya no estaba en sus puestos y que la puerta pequeña por la que había ingresado a La Moneda, se encontraba semiabierta; es entonces cuando decide aprovechar quizás la última oportunidad que tiene de abandonar el Palacio. Al salir se encuentra cara a cara con un tanque Sherman del Ejercito posicionando su cañón en la dirección del Despacho Presidencial, ante el cual sólo atinó a sacar su TIFA (Tarjeta de Identificación de la Fuerza Aérea), levantarla en alto y salir corriendo hacia la esquina de Moneda con Morandé, tomando la dirección del Ministerio de Defensa. Desde los jardines de la Plaza de la Constitución, los periodistas allí parapetados le piden a gritos que les cuente lo que está ocurriendo en el interior del viejo edificio, pero Vargas no detiene su carrera. "No me iba a parar a conversar, seguí corriendo", diría posteriormente. En la esquina de las calles Moneda y Morandé, frente al edificio de la Intendencia, algunos miembros del GAP apostados en las ventanas, le preguntan lo mismo: "¿Qué está pasando dentro del Palacio?". Pero Leopoldo Vargas, sin tiempo para responder, continúa su carrera hacia el Ministerio de Defensa. Es en ese momento cuando ve, unos 50 metros más adelante, al Edecán Naval y su chofer, ambos de uniforme, corriendo también hacia el Ministerio. Los alcanza cuando se disponen a cruzar un puente provisorio de madera, que servía entonces para pasar por sobre las excavaciones del Metro en la Alameda, en plena construcción en ese tiempo.
Leopoldo Víctor Vargas

Al llegar los tres juntos a las inmediaciones del Ministerio de Defensa comienzan los disparos. La guardia del Ministerio les grita que se agachen y esperen ahí mientras un pelotón de soldados armados de fusiles se moviliza para protegerlos ya que desde el Banco del Estado se está disparando hacia ellos. En los momentos en que el grupo se aproxima a las puertas del Ministerio Leopoldo Vargas ve caer herido al soldado que disparaba una ametralladora punto 30, emplazada sobre la parte trasera de un jeep militar. Todo transcurre muy rápido, de pronto, el intenso tiroteo proveniente del lado opuesto de la Alameda deja de escucharse. Según el relato de Vargas: "La balacera no se detuvo hasta que un tanque militar le disparó a una ventana del Ministerio de Relaciones Exteriores, y de ahí la balacera se fue con todo".
Así fue su salida de La Moneda, durante la cual nadie le detuvo para controlar su identidad, revisarle o tomarle detenido. Además, salió sin cámara para que nadie fuera a confundirla con un arma.
Una vez dentro del Ministerio de Defensa, Leopoldo Vargas se presenta a la Comandancia en Jefe de la Fuerza Aérea, siendo recibido por su secretario, el coronel Eduardo Fornet, quien muchos años antes había sido su profesor en la Escuela de Especialidades de la Fuerza Aérea. Momentos después, al retirarse el coronel, le encarga atender los teléfonos y le recomienda no acercarse a las ventanas, ni menos abrir las cortinas.
La única llamada que atenderá Leopoldo Vargas aquella vez será la de don Aurelio Celedón Palma, tío del comandante Roberto Sánchez Celedón, Edecán Aéreo del Presidente, quien llamaba con el fin de averiguar el paradero y estado de su sobrino. Le informa que no le ha visto porque éste no estaba de servicio ese día. Muchas horas más tarde, casi al anochecer, regresa el coronel Fornet. Vargas le pide autorización para hacer una llamada a su esposa, Erika Caroca A., y poder informarle que se encuentra bien. Por razones de seguridad todos los teléfonos se encontraban intervenidos. El coronel Fornet lo autoriza a hacer una llamada, pero le recomienda no salirse de lo estrictamente familiar.
En el Ministerio de Defensa Leopoldo Vargas fue provisto de uniforme, casco y una subametralladora Garant M2, permaneciendo allí toda la noche del día 11, mientras en las calles continuaba el Golpe y la intensa balacera.
Cinco días después del Golpe Leopoldo Vargas recogerá en Amunátegui 21 los negativos de manos del laboratorista Juan Quiroz. Temiendo por su seguridad personal y la de su familia decide ocultar los negativos en su casa de Maipú. Será posteriormente en el laboratorio fotográfico del Edificio Diego Portales, al que ha sido asignado después del Golpe, donde, completamente solo, procederá a revelar y sacar las primeras copias de aquellas seis fotografías históricas del Presidente Allende, haciendo unas de tamaño grande (20x25 centímetros) y otras de tamaño más pequeño (13x18 centímetros).
Tiempo después, conversando con Enrique Mella, hombre de toda su confianza, y a quien conocía por muchos años, Leopoldo Vargas le revelará que tiene en su poder un conjunto de fotos que había tomado en el interior de La Moneda el día del Golpe, manifestándole su interés de poder venderlas secretamente. Posteriormente, cuando se vuelven a encontrar con Mella, éste le informa que ya tiene un comprador para sus fotos, quien lo estaría esperando con el dinero en una casa del Barrio Alto, donde Vargas debería llevar personalmente las fotos, junto con sus respectivos negativos. Así lo hizo éste, concurriendo a la dirección indicada. Ya en el living de aquella casa, se encontrará con un norteamericano, probablemente Jonathan Kandell o uno de sus colaboradores.(7) Será a este norteamericano, desconocido para Vargas, a quien le hará entrega de las seis copias en papel (las de tamaño 20x25 centímetros) junto con los negativos, a cambio de US$ 3.000 dólares. Curiosa y proféticamente, en el momento de realizar el intercambio, esta persona le dirá que con aquellas fotos Vargas ganaría un premio internacional de fotografía, luego de lo cual los hombres se despiden, para nunca más volverse a ver. Es importante consignar aquí que no hubo entre ellos ningún acuerdo de mantener en secreto el nombre del fotógrafo, porque ninguno de los dos se conocía, ni se dieron sus respectivos nombres, lo que en ese momento hubiera sido algo sumamente peligroso y de impredecibles consecuencias para Leopoldo Vargas. Pero él no entregó entonces la totalidad de las copias de aquellas fotografías, sino que conservó para sí el otro conjunto de fotos, aquel de 13x18 centímetros, que son las mismas que él, su esposa e hijos mayores guardaron, junto con el secreto, por muchos años.

Luego de haber hecho aquella transacción, Vargas continuó trabajando como fotógrafo para la Junta Militar en el edificio Diego Portales, pero principalmente para el general Gustavo Leigh G. Debido al fuerte estrés del ambiente de trabajo, Vargas solicita su traslado a su unidad original, el Servicio Aéreo Fotogramétrico (SAF), ubicado en el aeropuerto de Los Cerrillos, donde finalizará su carrera en la Fuerza Aérea. Años después de haberse retirado, se desempeñará como empleado civil en la sala de ventas del SAF, para pasar de ahí a su retiro definitivo.
¿Por qué hemos decidido romper el silencio ahora y no antes? El día sábado 16 de junio de 2007, los hijos de Leopoldo Vargas nos enteramos de que la autoría de aquellas fotografías había sido atribuida a otra persona, según el artículo titulado “Ex fotógrafo de Allende recibió homenaje póstumo por imagen de 1973”, publicado en la versión online del periódico chileno La Tercera. Ello nos motivó a reunir y organizar la información sobre la que se basa este relato, y poder así revelar públicamente, por primera vez, la verdad de esta historia personal, y familiar, de manera de corregir la versión errónea que se ha difundido acerca de este detalle de un momento tan importante de la historia reciente de Chile. (8)
En el seno de la familia sólo se sabía que una de las fotos tomadas por Leopoldo Vargas había ganado un premio en Holanda, al que no pudo acceder por mantener su identidad en secreto. Pero nunca nos imaginamos la dimensión que había tomado el trabajo fotográfico de nuestro padre, hasta que comenzamos nuestra investigación. Descubriendo, por ejemplo, que las fotos tomadas por él el día 11 de septiembre en La Moneda, ocupan un lugar destacado en varios libros acerca de las más importantes fotografías del Siglo XX. Que pueden encontrarse, también, páginas Web, en diferentes lenguas, en las que se hace referencia a estas fotografías, existiendo, asimismo, películas y documentales basados parcialmente en la fotografía premiada. (9)
El domingo 17 de junio del 2007, los tres hermanos Polo, Marcos y Alex Vargas Caroca, conseguimos la aprobación familiar de romper el silencio, 34 años después de ocurridos los hechos que motivan esta revelación. Sin embargo, por diversas razones, pospusimos la realización de este deseo hasta el día de hoy, 26 de Marzo del 2012, en el que queremos recordar la memoria de nuestro padre mediante este pequeño reconocimiento, a un año exacto de su partida. Pero, junto con ello, el interés principal de nuestra familia es establecer la verdad de los hechos. Hemos callado por largo tiempo, y nos parece que ya es hora de que se sepa públicamente, en Chile y en el mundo, que el verdadero autor de aquellas últimas fotos del Presidente Allende con casco y fusil al hombro, tomadas en el viejo edificio de La Moneda poco antes de ser atacado y bombardeado por las fuerzas golpistas, se llamaba Leopoldo Víctor Vargas.
Según el relato recopilado por:
Leopoldo (Polo) Vargas (hijo), Santiago de Chile
Marcos J. Vargas, Nueva York, USA
Alex D. Vargas, Copenhague, Dinamarca.
.Leopoldo Víctor Vargas (Biografía)http://www.piensachile.com/secciones/historia-memoria/10020-leopoldo-victor-vargas-el-fotografo-de-las-ultimas-horas-de-allende-en-la-moneda?utm_source=feedburner&utm_medium=email&utm_campaign=Suscripciones%3A+piensachile+%28piensaChile%29


















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