miércoles, 16 de febrero de 2011

MENSAJES DE CAMILO TORRES RESTREPO AL PUEBLO COLOMBIANO. CAMILO VIVE

Camilo Torres
Mensaje a los campesinos

De acuerdo con los censos, la población campesina ha disminuido. Sin embargo, en ellos se considera que la población que vive en los centros urbanos de más de mil quinientos habitantes es población urbana. En realidad eso no es así. Podemos decir que la mayoría de la población colombiana es rural.


Además de la cantidad, lo más importante es que el mayor aporte al ingreso nacional lo hacen los campesinos. El 90 por ciento de las exportaciones son agrícolas (café, banano, tabaco, azúcar). Sin agricultura no tendríamos forma de importar máquinas ni la comida que nos falta. Desgraciadamente el aporte de los campesinos, como todo en ese sistema, no sirve sino para unos pocos. Los que manejan las federaciones (de cafetaleros, de algodoneros, la United Fruit, de bananeros, de tabacaleros, etc.) y los que manejan los bancos (especialmente el banco de la república) concentran todas las ganancias. Las ganancias que aprovecha el gobierno se emplean en lo que éste llama "funcionamiento", es decir en pagar empleados (que se han duplicado para conservar la paridad) y para comprar armas viejas, para matar a los campesinos que han dado el dinero para comprarlas.

En contraste entre la importancia económica y social de los campesinos y el trato que reciben del presente sistema es manifiestamente escandaloso. La violencia ha sido principalmente campesina. El gobierno fue el iniciador de la violencia; desde 1947 fue el que produjo con la policía primero y con el ejército después, desde 1948.

Los oligarcas liberales pagaban a los campesinos liberales y los oligarcas conservadores pagaban a los campesinos conservadores para que los campesinos se mataran entre si. A los oligarcas no les hicieron ni un rasguño. Cuando la oligarquía no necesitó más de ellos, los declaró bandoleros, los cazó "como a fieras" y luego, cuando los asesinó, publicó fotos de sus cadáveres en la primera página de la gran prensa haciendo alarde del triunfo obtenido en nombre de la paz, la justicia y la legalidad.

Esa violencia gubernamental y financiada por las oligarquías después enseñó muchas cosas a los campesinos: les enseñó a reconocer en la oligarquía a su verdadero enemigo. Los enseñó a huir primero. Defenderse después y les enseñó a atacar para obtener lo que las oligarquías obtenían con la violencia: fincas, cosechas, ganado, poder. Estas cosas no se las daba el sistema. Todo lo contrario. Los salarios más bajos, el menor número de escuelas, las peores viviendas, las menores posibilidades de progresar, las tienen los campesinos.

Cuando acabaron con los cabecillas notorios quedaban zonas campesinas controladas por los mismos agricultores.

La política represiva de los estados Unidos impuestas a sus gobernantes, los gobernantes colombianos, no podía permitir zonas "sospechosas" aunque fueran pacíficas. El ejército necesitaba aumentar su importancia, para mostrar que era necesario y aumentar su presupuesto.

El Gobierno dice que los campesinos iniciaron la violencia. Los campesinos dicen que fue el gobierno. En Francia intelectuales de todas las corrientes, después de haber investigado, dicen que los campesinos tienen la razón.

Yo quiero retar al gobierno, para que pida, si se atreve, una comisión investigadora a las Naciones Unidas, constituida por países neutrales para que juzguen los casos de Marquetalia, Pato, Guayabero y Río Chiquito.

Sabemos que la similitud del desembarco de los "marines" en Santo Domingo son los desembarcos del ejército colombiano, dirigidos por la misión militar norteamericana en las "repúblicas independientes".

Estos desembarcos continuarán. Ayer, en Río Chiquito, mañana Sumapaz, pasado mañana el Ariari y los Llanos. El ejército empieza con la acción cívico militar y acaba con los bombardeos, empieza sacando muelas y acaba metiendo bala. Los campesinos ya saben que los militares llevan una mano adelante con el pan y otra atrás con el puñal. La "república independiente" de Colombia seguirá obedeciendo a los norteamericanos para que destruya a sangre y fuego las otras repúblicas de colombianos independientes. Así lo ha decretado la Cámara norteamericana. Nuestros campesinos, ya saben a que atenerse. Ya saben para qué se tienen que preparar. Ellos no se lanzan a una aventura pero no rehuyen la lucha. Ya la oligarquía, con el estado de sitio, ha sacado al pueblo a las plazas públicas. Ya lo persigue con ametralladoras en recintos cerrados, como en Medellín. Cuando nos haga la vida imposible en la ciudad, tenemos que ir al campo. Y del campo no podemos botarnos al mar. Allí tendremos que resistir. Para eso debe prepararse el campesino, organizando ahora los comandos del Frente Unido con grupos de cinco o de diez. Purificando las zonas de traidores a la causa del pueblo. Haciendo depósitos de comida y de ropa. Preparándose para esa lucha prolongada. No dejándose provocar, ni presentar resistencia cuando las condiciones sean desfavorable para el pueblo.

La oligarquía seguirá reafirmando a los campesinos en su convencimiento de que tienen que apoyar a las fuerzas revolucionarias. ¿Por qué no se han acabado con la guerrilla de Simacota?. Únicamente por el apoyo de los campesinos.

Cuando la oligarquía no deje otro camino, los campesinos tendrán que darnos refugio a los revolucionarios, a los obreros y estudiantes.

Por el momento deben unificarse y organizarse para recibirnos con el fin de emprender la larga lucha final.

Primera edición: Periódico Frente Unido, año 1, núm. 7, octubre 7 de 1965, Colombia.
Esta edición: Marxists Internet Archive, agosto 2001.

MENSAJE A LAS MUJERES
La mujer colombiana, como la mujer de todo país subdesarrollado, ha estado siempre en condiciones de inferioridad respecto del hombre y la sociedad. Estas condiciones varían de acuerdo con el nivel de vida de las personas.


Dentro de la clase popular la mujer tiene muchos deberes de tipo material y casi ningún derecho espiritual. El más alto grado de analfabetismo lo tienen las mujeres de la clase popular. Tienen que trabajar duramente en las ocultas, pero en ocasiones muy duras labores del hogar y de las industrias menores (huertas, cerdos, gallinas, perros, etc.), sin consideración a las incomodidades y responsabilidades de la maternidad.

La mujer de la clase obrera no goza de ninguna protección social y mucho menos legal. Cuando, en un país como el nuestro, el hombre acosado por la miseria, la desocupación y enfrentando a las responsabilidades agobiantes de una familia numerosa, refugiándose falsamente en los vicios, abandona el hogar, la mujer tiene que afrontar todas las cargas de éste. Cuántas casas obreras se encuentran, durante las horas de trabajo, cerradas con un candado por fuera, llenas de niños semidesnudos y semihambrientos que esperan que su madre llegue del trabajo para recibir algo de comer.

La mujer de clase media también es explotada por los patronos. Es posible que, dentro de esa clase, las relaciones con los maridos sean más igualitarias. Sin embargo, estas familias no podrían subsistir sin el trabajo de la mujer y sabemos que la mujer trabajadora, la oficinista, la empleada, sufre explotaciones y presiones de toda clase por parte del patrón.

La mujer de la clase alta tiene que disimular con ociosidad, en juegos de naipes y reuniones sociales, la falta de oportunidades intelectuales y profesionales que existe en nuestra sociedad. En ésta, la fidelidad conyugal no se exige sino a la mujer. La censura no viene sino sobre ella en el caso de que cometa algún error en esta materia. Aunque la ley consagre la igualdad de derechos y deberes, en la realidad esta igualdad no existe.

En la política, los hombres de la clase popular han sido hasta ahora conducidos según el capricho de la oligarquía. La abstención ha sido el primer grito de rebeldía de toda una clase que no confía en las patrañas de la clase dirigente.

Ya existen otros síntomas de unificación y de organización de los descontentos. Sin embargo la oligarquía como un pulpo, comienza a extender sus tentáculos hacia las mujeres colombianas. Los hombres de esta clase les han dado el derecho de votar para continuar usándolas como instrumento.

Con todo, la mujer colombiana tiene valores de persona humana y no es simplemente un instrumento. La mujer colombiana tienen la conciencia de ser explotada no solamente por la sociedad, como la mayoría de los colombianos, sino también por el hombre. La mujer colombiana tiene disciplina de lucha, ha mostrado generosidad en su entrega a los demás, tiene más resistencia al dolor físico. La mujer colombiana, como toda mujer, tiene más sentimiento, más sensibilidad, más intuición. Todas estas cualidades, en una primera etapa, deben ser exaltadas y puestas al servicio, no de las oligarquías ni de los hombres como tales, sino de un ideal revolucionario convertido en el ideal de la mujer.

Por el contrario, la mujer ha visto con más intuición quizás cómo los hombres han sido engañados con los papeletas electorales y las luchas partidistas. La mujer colombiana todavía no está infectada con una egoísta tentación de poder. Los oligarcas las quieren infectar pero no saben que si los colombianos tienen malicia indígena, las mujeres la tienen mucho más. Ellas saben muy bien que el voto es la nueva forma de explotación que la oligarquía ha ideado y por eso sale a las plazas vibrando por ideales más altos y más patrióticos. La mujer colombiana se alista para la revolución. Ella ha sido y será el apoyo del hombre revolucionario. Ella tienen que ser el corazón de la revolución. Si cada hombre revolucionario cuenta en su hogar con una mujer que sabe respaldarlo, comprenderlo a ayudarlo, tendremos muchos más hombres que se decidan a la lucha. Después de realizada la revolución, la mujer sabrá que la igualdad de derechos y deberes no permanecerá solamente como letra muerta en el papel, sino que será una realidad que ella mismas, como fuerza popular y revolucionaria, podrá garantizar.

Los problemas del divorcio y del control de la natalidad que la mujer colombiana cree poder resolver dentro de un sistema conformista y de opresión, no podrán ser resueltos sino dentro de un régimen que respete la conciencia de las personas y los derechos individuales, familiares y sociales. No podrán ser resuelto sino cuando haya un Estado que tenga verdadera autonomía y a la vez respeto en relación a la jerarquía eclesiástica.

La mujer colombiana tiene la suficiente generosidad como para encuadrar sus problemas personales dentro de un ideal más amplio, en donde estos serán resueltos sin descuidar las demás necesidades de sus semejantes.

Este ideal no podrá ser sino en la realización de una auténtica revolución colombiana.

Camilo Torres


MENSSAJE A LOS SINDICALISTAS

Pocos grupos en Colombia tienen una tradición de lucha y de organización como los obreros, como los trabajadores urbanos.

A pesar de que la industrialización de Colombia no comienza a tener importancia nacional sino a partir de 1939, el sindicalismo colombiano, tanto rural como urbano, posee una tradición de lucha anterior a esta fecha.

Los motines de los bananeros son testigos de esa lucha. El gobierno de Alfonso López Michelsen señala una etapa fundamental en la organización obrera y en la lucha sindical colombiana. El sindicalismo surge como una fuerza beligerante e independiente, pero pronto, bajo regímenes retrógrados, comienza a desvirtuarse en elementos paternalista, imperialistas y esquiroles vendidos al gobierno. Nuestra clase dirigente logró también dividir a la clase obrera y después de debilitarla con pretextos religiosos y políticos, como ya había debilitado con los mismos pretextos a la clase popular, resuelve purgarla de elementos "comunistas" en el Congreso de Cartagena, sin descartar a todo elemento no sometido al patronalismo nacional y norteamericano.

Sin embargo, la presión del sistema era común a todos los obreros. El movimiento de Gaitán consolida una conciencia de clase que la violencia no ha logrado borrar en 19 años que lleva de existencia. Los dirigentes mercenarios, vendidos a la oligarquía, se descaran cada vez más y tienen que usar procedimientos siempre más arbitrarios, siempre más violentos para mantenerse en el poder.

El Frente Nacional acelera la lucha social en Colombia al intituirse como el primer partido de clase en Colombia, partido de la clase privilegiada, que consolida la unión de los opresores contra los oprimidos, lanzando un reto a la clase popular colombiana para que constituya, siguiendo los consejos de José Antonio Galán: "La unión de los oprimidos contra los opresores".

El gobierno del Frente Nacional realiza tres devaluaciones, aumenta en 200 por ciento los gastos públicos y bélicos y trata de subsanar la bancarrota fiscal gravando al pueblo colombiano con impuestos a las ventas, impuestos a la gasolina y "ponqués tributarios". El paro nacional del 25 de enero es la culminación de una levadura social que fue vendida a las oligarquías para que éstas hicieran un ponqué que habían de comerse ellas mismas.

Sin embargo, el sistema está tan desintegrado y corrompido que la maquinaria política parlamentaria no funcionó ni para el ponqué, ni para las facultades extraordinarias.

Entonces se recurre a instaurar la dictadura. Se aprovecha una huelga estudiantil para decretar un estado de sitio que continúa, contrariando la constitución, para legislar sobre asuntos económicos y hacer demagogia laboral. Lo más grave del actual sistema es que no es solamente los obreros, sino la oligarquía está descontenta y digo, más grave, porque cuando la oligarquía está descontenta la posibilidad de un golpe de Estado se hace más inmediata.

Cuando el equipo político fracasa, la oligarquía lo turna por el equipo militar. El gobierno militar que tome ahora el poder posiblemente despertará esperanzas mediante medidas demagógicas. Nuestro pueblo ha dado en forma unánime el grito de la revolución. Sin embargo, todavía carece de una conciencia suficiente y de una organización adecuada para resistir al engaño que predominará las medidas demagógicas después de la caída del odiado gobierno del Frente Nacional.

Una serie interminable de huelgas legales e ilegales se han iniciado en nuestro país, todas esas luchas o reinvindicaciones inmediatas fortalecen la lucha revolucionaria porque unifican, organizan y consolidan la conciencia del obrerismo colombiano. La base obrera de todas las centrales sindicales está unificada, así como muchos de sus dirigentes, alrededor de la Plataforma de Frente Unido del Pueblo. Los obreros, con los estudiantes, constituyen un bastión que puede hacerle frente a las nuevas formas de engaño que adoptará la oligarquía. Con todo es necesario que los obreros se decidan en utilizar su relativa capacidad financiera y su indiscutible capacidad organizadora en la lucha revolucionaria y en la organización del resto de la clase popular colombiana.

Se ha dicho que los sindicalistas son los oligarcas de la clase popular. Yo no lo creo así. Por la actitud explotadora de la oligarquía, aún aquellos sindicalistas que trabajan en empresas monopolistas y que, por lo tanto, gozan de una cuota de privilegio que tienen estas empresas, han asumido y por lo menos muchos de ellos, una actitud francamente reivindicatoria y revolucionaria.

Es necesario que la clase obrera Colombia, en este momento crucial de nuestra historia, dedique todos sus esfuerzos a la unidad y a la organización de la clase popular colombiana para la toma del poder.

Que cada lucha parcial por ventajas inmediatas, no pierda de vista el hecho de que la reivindicación total y definitiva obrera no podrá venir sino consecuencia de la toma del poder por parte de las mayorías, por parte de la clase popular colombiana.

De la unidad, de la organización y de la capacidad de lucha con las reinvindicaciones actuales dependen la unidad, la organización y la lucha por esa reivindicación definitiva.

Los mismos dirigentes sindicales que le tienen miedo a la divulgación de la plataforma del Frente Unido son aquellos que le tienen miedo a la unidad porque saben que la clase obrera unidad y organizada les cobrará duramente su entrega a las clases dirigentes nacionales y extranjeras.

La clase obrera, como el pueblo colombiano, ha sido superior a muchos de sus dirigentes. Cuando la clase obrera se unifique por la base hará la presión necesaria para que los dirigentes que no quieren la unión o no quieren la revolución sean arrojados a la orilla por el pueblo colombiano que como un torrente se ha desencadenado en busca de la toma del poder

Proclama de Camilo (video)
http://utopialapalabra.blogspot.com/2011/02/mensajes-de-camilolo-torres-restrepo-al.html

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