martes, 30 de marzo de 2010

Cuba: Cuando la medicina no es una mercancía

Surgió en 1998 como respuesta a los desastres del huracán Mitch que
asolaron Centroamérica, la antigua academia naval Granma rapidamente se
convirtió en la Escuela Latinoamericana de Medicina.

Guillermo Nova La República La Habana

Surgió en 1998, idea de Fidel Castro, como una respuesta a los desastres del huracán Mitch que asolaron Centroamérica, la antigua academia naval Granma rápidamente se convirtió en la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM), desde entonces se han graduado cinco promociones y más de siete mil alumnos de 28 países.

Midalys Castilla vicerrectora docente de la escuela nos dice que la mayoría de los estudiantes son hijos de campesinos y de obreros, porque para ingresar en la escuela lo más importante es la procedencia social de los aspirantes, “para que cumplan una función en las comunidades más desfavorecidas cuando regresen a sus países, aunque para eso tiene que haber una voluntad política allí”, afirma.

Una de las preocupaciones es ver si luego esto se cumple, para ello recientemente se ha creado el Observatorio de Recursos Humanos de la ELAM, la respuesta ante los terremotos de Haití ha sido un buen termómetro de la situación, allí hay más de setecientos estudiantes de último año y egresados de la escuela colaborando hombro con hombro con los galenos cubanos que se desempeñaban en el terreno once meses antes de la tragedia.

Al principio de llegar uno de los mayores obstáculos que tienen que salvar son las diferencias formativas que traen de origen, sobre todo con la física, química o la biología y para ello pasan 24 semanas de curso premédico de nivelación e incluso los que lo necesitan un año de idioma español, tienen profesores guía que trabajan individualmente con ellos para superar las dificultades que se les puedan presentar y no sólo las académicas, también las personales, son muy jóvenes y extrañan a la familia.

La escuela es una gran torre de babel, de lenguas pero también de costumbres y creencias, los profesores coinciden que la asignatura más importante que tienen los más de tres mil estudiantes que residen allí es la convivencia, aprender a compartir, desde los libros hasta las alegrías y tristezas. Para ellos no hay privilegios, llevan una vida como el resto de estudiantes cubanos, porque no se da lo que sobra sino que se comparte lo que se tiene.

La crisis financiera internacional también ha afectado al funcionamiento y por eso se ha reducido un poco la matrícula pero el objetivo ha sido no bajar la calidad de la enseñanza, en una institución que es financiada totalmente por Cuba, “no se busca el beneficio económico sino saldar una deuda con la humanidad, la formación de médicos es la continuación del histórico internacionalismo cubano” afirma Midalys Castilla.

“La medicina no puede ser un comercio, es algo esencialmente humano y eso en Cuba lo hemos aprendido” afirma Walter Titz procedente de Santos, una zona rural brasileña de Pará, sonriendo nos dice que se les conoce mundialmente por el astro del fútbol Pelé pero lo que pocos saben es que allí hay sitios donde todavía el médico está a cuatro horas de viaje, para ellos quiere ser él médico, “porque a mí me importa mi gente” afirma.

En la biblioteca, entre libros y un inmenso ventanal frente al mar Caribe, nos encontramos con Iván un estudiante del venezolano Estado de Trujillo, trabajar en las misiones que está impulsando el presidente Chávez y poder cumplir misión internacional donde sea más necesario son su mayor motivación para el estudio, por eso considera clave la formación que recibe como médico general integral, la prevención es la mejor arma del médico nos dice.

“Durante los gobiernos neoliberales en Nicaragua la sanidad era un lujo, gracias al Compañero Daniel es una necesidad y un servicio a la comunidad, por eso vamos a ser médicos, para ayudar a los que más lo necesitan” sentencia con seguridad Holvin Gutierrez, mientras una joven nica, Beyky Morales, que nos acompaña en el paseo por las instalaciones añade que “un paciente no puede ser un cliente” y para ese cambio social se están formando en la mayor de las Antillas.

Para todos estos jóvenes estudiantes de origen humilde la ELAM está siendo una escuela de medicina pero también una escuela de la vida.

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