sábado, 6 de febrero de 2010

Por los gurises del río de los pájaros

Oscar Taffetani

Mientras solemnes jueces con peluca redactan en La
Haya sus dictámenes sobre el diferendo entre la
Argentina y el Uruguay por la instalación de la pastera en
Fray Bentos, la pastera sigue funcionando. Día y noche,
sigue funcionando, sigue embarcando y facturando miles
de toneladas de pasta celulosa, a la vez que
contaminando con dioxinas las aguas del río.

Mientras el gobernador de Entre Ríos decide, por su
cuenta, reunirse con el presidente electo del Uruguay y
tras una tarde de asado, de mate y de vino invitar a los
asambleístas de Gualeguaychú a levantar el corte del
puente y esperar calladitos el fallo de La Haya, mientras
eso pasa, Botnia vende el grueso de su paquete
accionario a la corporación finlandesa UPM, transfiriendo
además la Forestal Oriental (propietaria de 180 mil
hectáreas) al citado holding, tal vez confiando en su
poderío e influencia para sortear airosa la instancia
judicial.

A todo esto, los campos argentinos lindantes con el río
Uruguay, en la zona del puente Gualeguaychú-Fray
Bentos y también aguas abajo, comienzan a ser vendidos
o alquilados para la explotación sojera, para la creación
de bosques industriales (porque hay que alimentar al
monstruo de las papeleras) y para destinos que jamás
soñaron, ni en sus peores pesadillas, los dueños
originarios. Tal el caso de la estancia “El Potrero”, de
29.000 hectáreas, uno de cuyos flancos está enfrentado,
río de por medio, a la celulosa de Fray Bentos, y que
fue vendida por estos días. Es que el futuro turístico de la
región, con sus balnearios, con sus áreas protegidas, sus
selvas, sus bosques y palmares, ha cambiado para mal,
de golpe, sin que sus habitantes hayan tenido la
oportunidad -aunque el derecho los asista- de decir,
simplemente, que no.

Los números de la pastera

En su film “Estado de Sitio”, fresco de la política
uruguaya en tiempos de dictaduras y guerrillas, el
realizador griego Costa-Gavras supo mostrar con una
sola imagen -los ojos de un changarín del aeropuerto de
Carrasco- lo que era el sistema de información del MLN
Tupamaros. En cualquier oficina o establecimiento, a
cualquier nivel, la organización podía contar con un
informante, dispuesto a colaborar en la lucha contra los
verdugos de la patria. Del mismo modo, compañeros
uruguayos mantienen informada a la Asamblea de
Gualeguaychú de los movimientos de la pastera: a quién
contrata; a qué periodista soborna; a qué nuevo destino
envía sus cargas, etcétera.

Gracias a esos compañeros se difundieron documentos
de los despachos de aduana y los reembarcos de Botnia
en Nueva Palmira, con destino a Paysandú, para ser
reenviados desde allí, a través del puente General
Artigas, hacia puertos y/o compradores argentinos.

Examinando los cuatro despachos correspondientes al
pasado 26 de enero, vemos que cada uno involucra en
promedio 25 toneladas de pasta celulosa, a un valor CIF
de 660,40 dólares. Haciendo una rápida cuenta, si
recordamos que el plan de producción anual de de la planta
Fray Bentos es de un millón y medio de toneladas,
nos da un valor cercano a los mil millones de dólares anuales.
¡Vaya si tiene recursos, para pagar favores y comisiones!

De los leoninos contratos firmados por las autoridades
uruguayas con Botnia, se puede tener idea al ver las exenciones otorgadas.
Un Canal Verde, por ejemplo,
exime las cargas procedentes de Fray Bentos de verificación (o vista) de Aduana.
Y en rubros como IVA, IMESI, COFIS y Fondo Lechero, los productos de Botnia tributan… cero pesos.

¿Qué dejan las pasteras como Botnia, nos preguntamos, a cambio de lo que se llevan y del daño que producen a su alrededor?

Cuando llegue el día

El corte del puente internacional –única medida de fuerza
que aplicó y que sostuvo la Asamblea de Gualeguaychú,
ante la sordera del poder- no ha impedido en ningún momento la circulación con motivos laborales, con motivos deportivos o con motivos sanitarios, ni las compras domésticas de los vecinos de ambas orillas.
Pero sí ha impedido la llegada de insumos para Botnia,
el paso de las exportaciones de Botnia y el flujo del turismo mayor hacia Punta del Este y los grandes balnearios del Uruguay.

Sin embargo, de mil maneras, los medios y los comunicadores al servicio de Botnia
han demonizado a la Asamblea de Gualeguaychú,
tratando de convertirla en la gran responsable de todas las calamidades,
cambio climático incluido.
Por eso, muy pocos se han enterado por estos días de la decisión, ciento por ciento democrática, que han tomado los asambleístas de Gualeguaychú, para cuando se conozca el fallo del tribunal de La Haya.

Ellos decidieron convocar al pueblo, a todo el pueblo de Gualeguaychú,
a una gran asamblea, donde la comunidad entera podrá votar, una vez conocido el fallo,
si se levanta el corte del puente y si la lucha ambiental habrá de continuar de otras maneras
y en otros escenarios.

Un miembro de la Asamblea de Gualeguaychú nos comentaba
al atardecer de un tórrido día de febrero,
cuando el plañido de los botnios y botnias ya estaba
llegando a la Luna, que su vida ha cambiado por completo
a partir de la instalación de la pastera, y que
no se arrepiente del compromiso de lucha asumido
. “No lo hice por mí, sino por los gurises”, dijo.
“Lo hice por el río, por el campo y por estos montes donde me he criado.
Los gurises tienen derecho a todo eso; tienen derecho a un futuro.
Y defenderles ese futuro vale cualquier esfuerzo que hagamos”.
Pelota de Trapo

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