jueves, 11 de marzo de 2010

213 años de resistencia del pueblo garífuna

El 11 de marzo de 1795, sobrevivientes garífunas de la conocida como segunda guerra del caribe, partieron de su confinamiento en la isla de Baliceaux, en calidad de prisioneros de las fuerzas británicas; siendo transportados en nueve barcos comandados por el Capitán John Barret, del buque insignia Experiment.

Aparentemente los Británicos consideraron varios sitios diferentes como destino para los deportados, entre ellos África, las Bahamas, La isla de la Hispaniola, optando finalmente por la isla de Roatán. La travesía duro 32 días, de los cuales 18 permanecieron en la isla de Jamaica, reparando las naves y pertrechándose de vituallas.

El arribo a la Isla de Roatan se dio el 12 de abril de 1797, fecha en que se inicia lo que podemos denominar la segunda etapa de la historia del pueblo garífuna, el cual se ha visto involucrado a lo largo de los 375 años de existencia, en un proceso de resistencia constante para lograr mantener el territorio y la cultura.


El confinamiento de Baliceaux y el terrible desenlace de este episodio, es uno de los capítulos más tenebroso de nuestra historia. De los 4338 prisioneros que fueron transportados de San Vicente al promontorio de Baliceaux, sólo zarparon al destierro 2248, falleciendo en la isla mas de 2000 garífunas como consecuencia aparentemente de una epidemia de fiebre amarilla.

Nuestra historia en Centroamérica en el siglo XIX, pasó casi desapercibida, sino fuera por la diáspora que se dio en 1832 motivada por la adhesión de algunos denominados negros franceses y garífunas de Trujillo a las fuerzas españolas, situación que motivó a Morazan a considerar una dispersión de nuestro pueblo en las costa del pacífico centroamericano.


En el siglo XX las comunidades garífunas comienzan a perder su hábitat funcional territorial, por las presiones de las compañías bananeras, que al extender el tendido férreo, el estado-nacion les confirió enormes extensiones de tierra.

Es en la década de los años 90 del siglo pasado, cuando comienza un supuesto proceso de titulación definitivo, que sólo aseguro los casos urbanos de las comunidades, situación que se agrava con la oleada de áreas protegidas, impuestas por los organismos financieros internacionales y manejadas por fundaciones privadas.


Las políticas neoliberales impuestas en Latinoamérica, contribuyó a aumentar la pobreza y a fomentar la migración hacia los países industrializados. Al mismo tiempo que se comenzó el énfasis en fomentar el turismo, existiendo una explosión de megaproyectos promovidos por la elite de poder nacional en compañía de inversionistas extranjeros.


Nuestro pueblo sufre en la actualidad enormes presiones por parte de la cultura dominante para pasar por el tamiz de la homogeneización cultural, convirtiéndonos de garífuna a simples afrodescendientes que buscan una incorporación dentro del sistema a costillas de renegar de la herencia cultural. A pesar de la existencia de Convenios y Tratados internacionales que protegen a los pueblos indígenas, el Estado de honduras, persiste en diluir la propiedad comunitaria en nombre de una individualización que acarreará un efecto domino en las ventas del territorio ancestral.


Muchas de los proyectos que se están impulsando para destruir territorio y la cultura garífuna se viene dando en nombre del “desarrollo”, ideología de moda que promueve la irracionalidad en nombre de la acumulación de capital, y ha puesto a la madre tierra al borde del abismo de la extinción del planeta.



Sin embargo es un anatema cuestionar los resultados del desarrollo, la acumulación de capital y crecimiento económico, puntos de referencia que suelen flotar muy a menudo en el discurso de los politícos de turno, y algunos de nuestros supuestos líderes, por otro lado el pueblo garífuna en general, aspira a mejores condiciones de vida y un futuro aún mejor para sus vástagos.

Las construcciones sociales que han sido formuladas en el último medio siglo han sido moldeadas de acuerdo a los intereses de la potencia hegemónica. El estilo de vida americano (american way Life) se impuso en el planeta como el modelo idóneo a imitar; sesenta años después que el presidente estadounidense Truman utilizó por primera vez la palabra desarrollo, sustituyendo al otrora utilizado concepto de progreso, cargamos con una deuda planetaria de destrucción ambiental que tiene al mundo en la encrucijada y ha colocado a la nación garífuna en la línea de fuego del cambio climático.

La costa norte de Honduras es considerada como el segundo lugar más proclive en el planeta a sufrir las consecuencias del calentamiento global, y es a ciencia cierta que esto se debe a un "desarrollo" insostenible practicado por las potencias colonialistas.

Pero mientras, la erosión costera devora nuestras playas a una velocidad inusitada, por otro lado los prominentes inversionistas turísticos se apropian de los parajes naturales conservados con esmero por nuestro pueblo y de los cuales hemos sustraído en forma racional el sustento. Así mismo algunos líderes perpetuan las celebraciones y festejos acompañados por la elite de poder como si fuera vigente el lema romano de pan y circo, siendo que nuestra realidad inmediata nos proporciona el circo y excluye el pan.

Cada año se cumple el ritual del arribo, pero en este caso no es parte de un ceremonial religioso, sino simple apelaciones a los payasos de turno que se encargan de saquear al pueblo hondureño en nombre de la política vernácula y los intereses de las compañías transnacionales que dominan el país.

Romper con esquemas precocidos para muchos es una posición denominada "radical" y de ser así, no queda más que describir la actitud pasiva asumida por los avecindados en el onegenismo como servilistas, a la espera de chambas (puestos de trabajo) en las nóminas estatales o las migajas del banquete para fortalecer sus pulperías.


Los muertos garífunas de las dos guerras del caribe, el confinamiento en la isla de Baliceaux y los procesos de resistencia en que nos involucramos en la actualidad, señalan una tradición de lucha por la defensa de nuestra cultura y territorio. A los 213 años de la expulsión de San Vicente, los garífunas continuamos en pie de lucha, resistiendo los embates causados por los vaivenes políticos, intereses imperiales y ahora por el cambio climático.

La Ceiba 11 de Marzo del 2010


Organización Fraternal Negra Hondureña, OFRANEH
Teléfono (504) 4420618, (504) 4500058
Av 14 julio, calle 19, Contiguo Vivero Flor Tropical, Barrio Alvarado, La Ceiba, Honduras
email:garifuna@ofraneh.org, ofraneh@yahoo.com

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