viernes, 12 de marzo de 2010

ARRORRÓ MI LENIN. ARRORRÓ MI MARX.


Criaderos de cerebros colapsados.
Calamando por la revuelta de nuestros egiísmos quietos.
Bajando cuerda vencida; cuerda rota y derrotada tras derrota.
Revoluciones amortizadas de conspiiraditos onanistas del tedio.
Mientras todo se consume en velas encendidas,
a su querida presencia.
Con el tambor vacío y bien empavonado, los comandantes de la frustración sueñan.
Con sus nuevas banderas de siempre, con sus unifomes y sus partidos al medio.
Comen por separado y quieren cagar en la unidad.
Todos traidores menos ellos y sus madres.
Todos pequeños y burgueses para su talla y su clase.
Y por ahí te abrazan. Por ahí te saltan al cuello.
Equilibristas impolutos.
Imponen su elevada horzontalidad en rancias recetas verdes-
Pastillas para dormir
Lagrimones geríatricos.
Oscuridad a duras penas.
Asamblea de tres.
Y a esto le llaman siniestra.
Mejor consíganse una virgencita y recen.
Es casi lo mismo que hacer su revolución.
F. Leicht
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APOSTASÍA en el BUCHE

Palabra que los bozales acamalan. Voz muerta, panóptico popular de cada día.
Timbre que se pavonea prócer, amansando el verbo arrepentido de las masas.
Espolvoreando la culpa impalpable sobre este pan para unos pocos, los que comen en silencio conformismo a perpetuidad.
Elucubrando desde siempre mentiras consensuadas, apalabrando abracadabras convenientes.
Su lugar es el esfínter, la ilógica razón de la codicia.
Desde allí se enuncia, inmundamente, se legisla este estreñimiento.
Donde los dioses de compraventa se ajustan hoy el correaje, proclamando sin vergüenza su infinita prevaricación

F. Leicht

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