Aún sangra la llaga que ha dejado en la conciencia de la humanidad la existencia de las cárceles secretas de la CIA y el centro de torturas de Guantánamo, monstruoso episodio escrito en la última década por EEUU y sus cómplices europeos en las guerras que libran en Irak y Afganistán, cuya evidencia pretenden destruir, “engavetando” el Informe de la ONU que ha denunciado ese crimen de lesa humanidad.
Y es que la realidad superó a la ficción de la novela o filme de terror más espantosos en las oscuras de las mazmorras a donde fueron arrojados centenares de infelices, vejados y torturados con tal saña que algunos llegaron al borde de la locura, mientras que otros escaparon por la ruta del suicidio de sus verdugos, cuyos amos tratan de impedir que se abran las puertas de la verdad que ha revelado el sufrimiento de las víctimas en esos infiernos creados por el Imperio.
Fue a raíz de las denuncias que algunos diarios y organizaciones como Amnistía Internacional hicieron sobre la existencia de esos antros diseminados por Europa, Asia y África, que el mundo despertó indignado ante la evidencia de que algo horrendo estaba ocurriendo y que, para asombro de todos se trataba de un atentado a la vida perpetrado por quienes se autoproclaman como los más ardientes defensores de los DDHH, mito que una vez más quedó desvirtuado.
A partir de entonces las denuncias se multiplicaron, siendo enérgicamente rechazadas como “calumnias”, por los jerarcas de Washington, Londres, Berlín, París y de otras naciones occidentales, entre ellos, la secretaria de Estado yanqui, Condoleeza Rice, “la muchacha negra que obedece a su amo blanco” (George W. Bush), según afirmación de Robert Mugabe.
Rice, en acto de cinismo extremo dijo el 5 de diciembre de 2005, que “EEUU no había violado ninguna soberanía en la captura de sospechosos de terrorismo y que los individuos nunca eran transportados a países donde se creía que fueran torturados.”
No tardaría en conocerse que mentía, cuando 9 meses mas tarde, el propio Bush, acorralado por las evidencias, admitiría en septiembre de 2006, “la existencia de prisiones clandestinas y que muchos de los presos estaban siendo transferidos a la Bahía de Guantánamo,” prisión que sería reconocida por la ONU, como uno de los lugares donde se practicaban las mas horrendas y crueles torturas que alguien pueda imaginar.
Poco a poco fueron aflorando como pus de una llaga purulenta, otros lugares adonde eran llevados como animales, encapuchados y encadenados de pies y manos a los asientos de las aeronaves integrantes de una macabra flota contratados por la CIA, decenas de prisioneros sospechosos de ser miembros de Al Qaeda y el Talibán, la mayoría denunciados sin prueba alguna, por codiciosos Judas que cobraban un puñado de dólares por cada traición.
Ya no podía seguirse negando ese tráfico inhumano en el que el cinismo, la perversión y la crueldad marchaban de la mano violando el derecho a la libertad, el respeto a la dignidad humana y a la vida misma, terrible verdad que estalló como una bomba cuando el diputado socialista del Parlamento Europeo, Giovanni Claudio Fava, presentó informe denunciando los vuelos secretos de la CIA y la complicidad de gobiernos de Europa en los mismos.
La investigación parlamentaria, de acuerdo con lo afirmado por Fava ha arrojado luz sobre “cinco años de excesos y abusos en la lucha contra el terrorismo y demostrado que los gobiernos europeos lo sabían. No se trata de opiniones ni prejuicios, -dijo- sino de hechos probados y graves.”
El diputado se refería a las detenciones ilegales, secuestros, desapariciones forzadas, torturas y otros tratos degradantes, cometidos por verdugos con el único fin de arrancar una confesión a sus víctimas, información que en la mayoría de los casos era falsa porque el prisionero prefería admitir cualquier delito con tal de que cesara el suplicio a que era sometido.
“Los 21 casos de “entregas” extraordinarias –detención y encarcelamiento extrajudicial de sospechosos de terrorismo- referidos en el informe, son sólo la punta del iceberg. Personas inocentes -señalaría más adelante el parlamentario- han pasado en Guantánamo más de cinco años simplemente porque ningún gobierno se quería hacer cargo de su situación.”
El documento elaborado por Fava fue aprobado por abrumadora mayoría por el Parlamento Europeo, institución que manifestó en la declaración que “considera inverosímil y lamenta que los países de Europa hayan estado cediendo el control sobre su espacio aéreo y aeropuertos al hacerse los desentendidos o admitiendo vuelos operados por la CIA que, en algunas ocasiones estaban siendo usados para el transporte ilegal de detenidos.”
Se pudo establecer, según la ONU, el Parlamento Europeo, Amnistía Internacional y otras organizaciones que abordan el tema de los DDHH, que entre 2001 y 2005, aeronaves contratadas por la CIA, entre ellas el Boeing 737 -7ET, matrícula N313P; los mini-jet Golfstream V, siglas N379P; Golfstream III matrícula N829 y el Golfstream IV, siglas N85VM y otros aviones, realizaron 1.245 vuelos sobre Europa transportando prisioneros.
Marruecos, Egipto, Alemania, Hungría, Polonia, Rumanía, Armenia, Georgia, Letonia, Bulgaria, Azerbaiyán, Kazajistán, y la tristemente célebre base aérea de EEUU, en la isla de Diego García, del Océano Índico, en cuyos muelles habían barcos-prisiones, figuran en los informes como países y sitios receptores de presos llevados allí en los vuelos secretos de la CIA.
Con la orden de cierre de Guantánamo firmada por Obama a pocas horas de asumir la presidencia, en enero de 2009, el mundo pensó que había terminado la pesadilla que para la paz significó George W. Bush, el alcohólico y sicópata mandatario que aseguraba que Dios desató las guerras de Irak y Afganistán, y las esperanzas de libertad renacieron para los 241 presos que quedaban en Guantánamo, de los más de 800 que llegó a albergar ese campo de torturas
No fue así, ya que Obama, el Premio Nobel de la Paz que hace la guerra, además de atizar las llamas del conflicto bélico en Afganistán enviando más de 30 mil soldados a morir en ese “cementerio de imperios”, no cumplió lo prometido, pues “las mentes tenebrosas” que detentan el poder en Washington le ordenaron suspender la medida, temiendo que Bush, Condoleeza, Rumsfeld, los jefes de la CIA y los torturadores podrían ser llamados a juicio.
Se alegó que los prisioneros, que iban a ser trasladados a territorio estadounidense para ser juzgados, representaban un grave peligro para la seguridad del país, pero lo que en verdad se temía es que el testimonio de algunos de los presos, provocara un escándalo político de impredecibles consecuencias para la cúpula del poder en Washington, por lo que aún hoy permanecen encerrados en ese limbo más de 200 seres humanos secuestrados por la CIA.
Otro dilema que enfrenta Washington, es que existe cierto número de detenidos a los que no se les ha podido probar que sean combatientes de Al Qaeda o el Talibán, pero no se les puede liberar por considerarlos “peligrosos”, ya que según estiman las autoridades yanquis podrían retomar las armas, y en vista de ello, el fiscal general, Eric Holder están considerando dejarlos encerrados definitivamente en calidad de “combatientes enemigos.”
La preocupación imperial se acrecentó luego de que la ONU dio a conocer el informe elaborado por sus expertos en DDHH y Tortura sobre los vuelos secretos de la CIA en los que Guantánamo ha sido centro de reclusión y punto de distribución de prisioneros hacia cárceles ubicadas en varias partes del planeta, y que demanda su presentación ante el Consejo de Derechos Humanos (CDH) del organismo por lo que el Imperio y sus cómplices recurrieron a todo tipo de maniobras para impedirlo.
Sus autores, Martin Scheinin relator especial de la ONU sobre Terrorismo y Derechos Humanos y Manfred Nowak, relator especial sobre Tortura del foro internacional, defendieron ante ese organismo la incontestable verdad revelada en el documento, el cual generó un encendido debate entre los que apoyaban su discusión y quienes se oponían a la misma.
En su acción hostil contra la presentación del documento de 216 páginas, los opositores aducen de manera absurda que la misma no compete al relator de la ONU sobre torturas y que por lo tanto sus autores incurrieron en un acto de violación del código de conducta , a lo cual Nowak respondió que “este órgano parece más preocupado por el control y la censura de sus propios expertos, que por aplicar sus recomendaciones.”
“Podemos estar de acuerdo, -destacó el experto en torturas- que algunos gobiernos no estén contentos ni de acuerdo con nuestras conclusiones, pero acusarnos de violar el código de conducta –dijo- es ir demasiado lejos.”
Y dirigiendo su mirada acusadora al representante del Imperio, Nowak indicó que “los Estados Unidos, más allá de planear un código de conducta (actualmente en estudio) para las organizaciones no gubernamentales, necesitarían un código de ese mismo tipo, pero para ellos mismos,” agregando que “sin las ONG y los expertos independientes de la ONU, el CDH perdería toda credibilidad.”
No obstante, la grave advertencia implícita en las palabras de Nowak cayó al vacío asfixiada por el poder de las presiones, el chantaje y los intereses creados en el seno de ese organismo por el Imperio y sus secuaces, cuando el pasado jueves el CDH acordó aplazar para el próximo mes de junio la revisión del informe sobre las Cárceles secretas de la CIA, en una clara maniobra dilatoria cuyo objetivo, sin duda alguna, es archivar definitivamente el caso.
Se perdió así una nueva oportunidad de sentar en el banquillo de los acusados a EEUU y a sus cómplices de ese monstruoso crimen colectivo perpetrado en los oscuros calabozos de las cárceles secretas de la Agencia Central de Inteligencia diseminadas por el mundo y a donde fueron llevados en vuelos secretos, encadenados como animales, centenares de prisioneros secuestrados para ser vejados y torturados por los más crueles verdugos.
Pero, como afirmó Horacio hace más de 2.000 años, “La justicia, aunque anda cojeando, rara vez deja de alcanzar al criminal en su carrera” y, más temprano que tarde, el Imperio y sus cómplices deberán responder por ese atentado perpetrado contra la dignidad, honor, respeto e integridad de la vida de centenares de infelices, como son las cárceles secretas de la CIA, llaga purulenta que aún sangre en la conciencia indignada de la humanidad.
Hernán Mena Cifuentes
ABN 12/03/2010
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Publicado por Anzoateguivive: www.anzoateguivive.com
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