jueves, 25 de marzo de 2010

LOS EMANUELSSON, VERDADEROS PERIODISTAS

Igor Calvo

Compañeras y compañeros:

El verdadero periodista es aquel que muestra. Así de simple. El periodismo puede ser una de las más nobles de las profesiones o el más vil de los oficios. Los Emanuelsson, Dick y Miran pertenecen a la primera categoría del acerto, pues la ejercen con sacrificada abnegación y categoría a través de 30 años de limpia trayectoria.

Pero, por el sólo hecho de mostrar las cosas tal cual son han sido calumniados y vilipendiados e incorporados a la "lista de enemigos" de Uribe y de "amigos de las FARC".

La verdad, tal cual, contribuye a formar la verdadera conciencia del lector y del espectador; no debe de utilizarse por ello filtro alguno, ni para "mejorar", ni para "deformar" la información. Por eso, tal vez, el periodismo se ha convertido en una de las más riesgosas de las profesiones.

La definición más elemental de tan delicado trabajo es la que sigue: una actividad que consiste en recolectar, sintetizar, jerarquizar y publicar información relativa a la actualidad. Para obtener dicha información, el periodista debe recurrir a fuentes verificables o a su propio testimonio. La base del periodismo es la noticia, pero comprende otros géneros, muchos de los cuales se interrelacionan como la entrevista, el reportaje, la crónica, el documental y la opinión.

Eso hacen, con extraordinaria calidad, los Emanuelsson; abarcar todo género de medio de comunicación para dar la más amplia cobertura a los asuntos de interés colectivo.

Dick y Miran, como consta a miles de personas en todo el mundo, son absolutamente independientes y su trabajo es incontrastable; tiene adicionalmente el valor histórico de recoger los testimonios de los participantes directos en el drama cotidiano de Nuestra América. Pero sucede que los genocidas -en cualquiera latitud del planeta- no soportan la exhibición pública de sus horrendos crímenes; quieren soterrar de la mirada de la opinión mundial -que juzga y califica- sus actos deplorables. ¿Acaso no es una realidad inocultable que en Colombia existen, entre centenares de ellas, la más grande sepultura común donde se arrojó los cuerpos de más de 2,000 seres humanos -de todas las edades- asesinados por los escuadrones de la muerte y los paramilitares de Uribe?

¿Qué culpa pudiera achacársele a los periodistas que hicieron público tan espantoso hallazgo?, ¿Qué culpa tienen los periodistas de encontrar frente a sus ojos y a las lentes de sus cámaras fotográficas y de video las imágenes de asesinos y de asesinados? Su deber profesional es exponer lo que ven, lo que descubren en sus laboriosas horas de investigación.

Hay otros, claro, que se dedican a lo contrario: encubren, retocan fotos, falsean datos, intentan desorientar, justifican, mienten, exageran, inventan. Ponen su amoralidad y penoso intelecto al servicio del poder o del poderoso que paga.

Desde las redes de Nuestra América, nuestra franca y leal adhesión y solidaridad con Dick y Miran, periodistas suecos que han tomado la difícil opción de vivir en Nuestra América y revelárnosla, poniéndola ante nuestros ojos, tal cual es, sin maquillaje, sin censura, descarnadamente.

Sin la prensa independiente estaríamos perdidos entre un peligrosísimo laberinto de abuso y de mentiras; seríamos fáciles y anónimas víctimas del terrorismo de Estado, los ciegos y silenciados corderos del sacrificio que los espurios degollan ante el altar del imperio.

La lectura de la extensa nota de Dick y la expectación de los videos que anteceden a esta, se justifica plenamente. Lo recomiendo. Se extrae de ello no sólo una profunda didáctica, si no experiencia; mucha y valiosa.

Fraternalmente, Igor Calvo.

Fiant-Honduras

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