domingo, 7 de marzo de 2010

Muerte al patriarcado, pero de veras

por Jorge Capelan y Maria Söderqvist (*)

Esto no es un texto "feminista". Es feminista, pero noe es "femista". Siga leyendo y se dará cuenta qué queremos decir.

Ya es hora de liberarnos de la idea del machismo si de veras queremos destruir el sistema global de privilegios de género que hacen del hombre la norma y del resto de la humanidad una canalla prescindible.

"Machismo" (del español, "macho") significa simplemente: Patriarcado del tipo del existente en el tercer mundo, sobre todo en latinoamérica. Este concepto es muy cómodo para aquellos que no quieren ver al patriarcado como un fenómeno global:
  • Hace posible dejar de hablar de un sistema mundial de sometimiento de las mujeres y en lugar de ello desplaza la opresión de las mujeres a ciertos países remotos de la denominada "periferia".
  • Dado que trata de una supuesta forma especial de opresión de las mujeres vinculada a ciertas culturas, la convierte en algo exótico y por lo tanto imposible de comprender con modelos explicativos válidos para todos, inclusive para las mujeres de los países llamados occidentales.
  • Dado que se trata de un fenómeno basado en la cultura, sólo puede explicarse como resabios del pasado. El papel que juegan la economía, la política, el monopolio mediático y los intereses de las sociedades industriales occidentales en la creación de las sociedades aparentemente "tradicionales" es invisibilizado.
  • A causa de lo anterior, se hace imposible ver a "las mujeres víctimas del machismo" como otra cosa que no sean hermanas menos desarrolladas, incapaces de establecer sus propias prioridades y tomar sus propias decisiones políticas.
  • La idea de "un patriarcado del tercer mundo" le permite a las mujeres del occidente desarrollado elevar su propia impotencia a la categoría de virtud a través del autoengaño de decir que "por lo menos" están mejor que el resto en tiempos en los que, en la estela de la crisis global capitalista, los derechos ganados con sus luchas históricas están siendo prácticamente barridos.
  • La ideología sobre el machismo le permite a organizaciones de esos países, que dicen representar los intereses de las mujeres pero que en la práctica actúan como apéndices de sus estados nacionales, el imponer a las mujeres del resto del mundo sus propias agendas, las que a menudo tienen más que ver con la libertad de comercio, la geopolítica y el colonialismo que con la lucha real de las mujeres por su liberación.


Vista desde la perspectiva de la ideología sobre el machismo, la mujer del tercer mundo se convierte en una mera víctima pasiva de patriarcas locales:
La mujer de velo, que fuma y que con el puño cerrado grita "¡Muerte a Israel!" en una manifestación en Palestina, no está haciendo valer, según esta ideología, su derecho a participar en la lucha política contra una ocupación que amenaza su existencia y la de sus hijos, sino que simplemente se convierte en una víctima del Islam. La mujer campesina que grita "¡Viva Daniel Ortega!" en una manifestación en Nicaragua no está celebrando que por primera vez en su vida ha recibido tierra, crédito, asistencia médica y educación, sino que se ha sufrido "un lavado de cerebro de la dictadora de Ortega", etcétera, etcétera.

La ideología sobre el machismo contribuye a la infantilización de la lucha por los derechos de las mujeres, así como a su desleimiento en una competencia por ver cuántas de ellas integran las juntas directivas de las grandes empresas, en lugar de cuestionar el papel de las corporaciones multinacionales como pilares del patriarcado a escala global.

Es hora de librarnos de un supuesto "feminismo" que en la práctica ha olvidado todo lo que tiene que ver con el patriarcado y la lucha por el poder para transformar la sociedad. Es hora de deshacernos de un mal llamado "feminismo" que ha reemplazado la solidaridad por la misericordia y la mala conciencia. Es hora de construir un movimiento global de solidaridad capaz de transformar la realidad y no sólo los discursos.


La lucha de las mujeres tiene lugar en todo el mundo: en Palestina, en América Latina, en Iraq, en Afganistán, etcétera, por medio de procesos políticos de resistencia y de construcción de nuevas alternativas, por medio de alianzas y compromisos con los hombres oprimidos y con otros grupos sociales, las que sólo pueden ser comprendidas a partir de sus circunstancias concretas. Estas luchas a menudo son boicoteadas en Occidente en nombre del "feminismo".

(*) Jorge Capelán es un periodista sueco-latinoamericano radicado en Nicaragua. Maria Söderqvist es una trabajadora social sueca con más de 30 años de activismo por los derechos de las mujeres.

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