jueves, 25 de marzo de 2010

“LA CONFECCIÓN” Intelectuales uruguayos contra Cuba

" Varias generaciones estuvieron bajo la influencia de la revolución cubana en lo bueno y en lo malo. Por ejemplo, en relaci+on con lo malo: en la imposición del partido único,excluyente de otras opiniones cuyos mandatos y descripiciones de la realidad operan como dogmas; en la equivocada percepción de la negociación multipartidaria, que es la buena pol+itica, como algo despreciable; en el desconociemiento de derechos fundamentales que imperan, con más o menos imperfecciones, en muchas de la naciones del mundo cuyos pueblos han podido avanzar en las últimas décadas; y en el encarcelamiento de personas con coraje, que se han atrevido y atreven a reclamar y se proponen ejercer sus derechos básicos de reunión, de asociación, de opinión y de desplazamiento.

Hoy apareció en el diario “La Diaria” de Uruguay, una carta, nota de opinión o manifestación pública de un grupo de intelectuales progresistas entre los que se hayan varios de los firmantes de aquel viejo “documento de los 24” hoy casi todos ellos bien ubicados en el gobierno progresista.

Pese a discrepar de la A ha la Z con su contenido debemos aceptar su honestidad intelectual, así deben ser las cosas en esta hora. Decir lo que se piensa de una buena vez y no andar disimulando y hablando en voz baja. Mucho peor son la mayoría de los dirigentes del Frente Amplio, que pesando idénticamente por conveniencia política siguen ocultándose tras las organizaciones de solidaridad con Cuba, protestando contra el bloqueo yanqui, o por los cinco cubanos presos por el imperialismo.

Esta gente ha hecho lo que corresponde “ir al punto” y con ello pasan a representar a esa inmensa mayoría de dirigentes políticos que fueron de izquierda y que Cuba ya no ejerce influencia sobre estas personas descreídas no solo de la Revolución, también del socialismo, el comunismo y hasta del propio verdadero Frente Amplio.

Pero veamos su confección:

“La Diaria del 24 de marzo de 2010
Página 4, Política
Opinión

No callar

Cuba ha tenido una influencia capital sobre la política regional de los últimos cincuenta años.

Más gravitante en las primeras tres décadas de su existencia y en franco declive en las dos siguientes. Fue motor de rebeldía, de reclamo ante las injusticias, de oposición a los atropellos imperiales, de impulso a políticas de fuerte impacto social y logros sustantivos en áreas claves, como la salud, y de una vitalidad política para aprobar y descalificar como, posiblemente, no haya habido otra en la media centuria transcurrida.

Varias generaciones estuvieron bajo la influencia de la revolución cubana en lo bueno, y también en lo malo. Por ejemplo, en relación con lo malo: en la imposición del partido único, excluyente de otras opiniones y cuyos mandatos y descripciones de la realidad operan como dogmas; en la equivocada percepción de la negociación multipartidaria, que es la esencia de la buena política, como algo despreciable; en el desconocimiento de derechos fundamentales que imperan, con más o menos imperfecciones, en muchas de las naciones del mundo cuyos pueblos han podido avanzar en las últimas décadas; y en el encarcelamiento de personas con coraje, que se han atrevido y se atreven a reclamar y se proponen ejercer sus derechos básicos de reunión, de asociación, de opinión y de desplazamiento.

Desde el mea culpa público de Heberto Padilla, en la Unión de Escritores y Artistas de Cuba en 1971 (después de unas semanas en la cárcel por haberse atrevido a escribir un libro con el sugestivo título En mi jardín pastan los héroes), hasta el mea culpa público más reciente de los altos funcionarios desplazados por "indignos", según palabras de Fidel Castro, el gobierno cubano ha perseverado en hábitos marcadamente estalinistas, que ni siquiera estaban en vigencia en las últimas décadas de la Unión Soviética. Y cuando no hay mea culpa, y los ciudadanos con dignidad se plantan en sus trece -como ocurrió, por ejemplo, en 2003 con escritores, periodistas o simples vecinos que por medios pacíficos solicitaban cambios en la situación vigente-, las condenas a prisión son severísimas y las descalificaciones ("gusanos", "traidores", "aliados del imperialismo") son humillantes.

El contexto de los acontecimientos del presente se compone también de una larga historia de atropellos de Estados Unidos a la isla del Caribe (y a la región).

Desde la Enmienda Platt, la base de Guantánamo, la invasión en Playa Girón y los intentos de asesinato a Fidel Castro hasta el persistente embargo, sin olvidar la responsabilidad en los golpes de Estado que asolaron a la región. Pero el contexto actual también se integra por la construcción sistemática de dictadura pregonada como una forma más perfecta de "democracia", por la alta concentración de poder simuladamente compartido con algunos correligionarios y verdaderamente absoluto para el "jefe máximo", y por las penas draconianas a los ciudadanos llamados "conflictivos", que se atreven a disentir. Y resulta demasiado simple, y hasta de mala fe, justificar el atropello cotidiano de los legítimos derechos del "conflictivo" con la mención del bloqueo del imperialismo.

Preso y con prolongada condena, un "conflictivo", a quien el gobierno cubano califica de "delincuente común" (algo sabemos de estas denominaciones desde el poder quienes vivimos las dictaduras de la seguridad nacional en el Cono Sur), hasta hace poco tiempo desconocido, se ha convertido en el más eficaz cuestionador del poder establecido. En efecto, Orlando Zapata Tamayo, un simple ciudadano con ideas propias, preso de conciencia según Amnistía Internacional (¿cuántas veces recurrimos a ella los uruguayos en los años de la dictadura?), estuvo tan dispuesto a no doblegarse que se dejó morir de hambre. No fue, por cierto, un hecho aislado, porque la posta la tomó otro "conflictivo" que va en camino de correr la misma suerte.

Treinta años atrás, refiriéndose a la huelga de hambre hasta la muerte realizada por los presos irlandeses en cárceles británicas, Fidel Castro pronunció las siguientes palabras en la Unión Interparlamentaria Mundial: "La tozudez, la intransigencia, la crueldad, la insensibilidad ante la comunidad internacional del gobierno británico frente al problema de los patriotas irlandeses en huelga de hambre hasta la muerte recuerdan a Torquemada y la barbarie de la Inquisición en plena Edad Media. ¡Tiemblen los tiranos ante hombres que son capaces de morir por sus ideas tras 60 días de huelga de hambre! Al lado de este ejemplo, ¿qué fueron los tres días de Cristo en el calvario, símbolo durante siglos del sacrificio humano? ¡Es hora de poner fin, mediante la denuncia y la presión de la comunidad mundial, a esa repugnante atrocidad!".

Al gobierno cubano le complacieron tanto esas palabras de Fidel Castro que las trasladó al bronce y aún están en la Plaza Víctor Hugo de La Habana. Porque, en verdad, tal como señaló Castro cuando el dardo se dirigía para otro lado, ¡cuánto de humanidad y de coraje hay en un calvario semejante, y cuánto de atrocidad vivida se oculta detrás de un ser humano capaz de llevar la huelga de hambre hasta las últimas consecuencias!

Este drama cubano y esta prolongadísima agonía -tanto de los "conflictivos" que no se someten como del propio régimen que los reprime- tienen que encontrar un camino dentro de los cauces de la civilización. Sin entrometerse en los problemas de los demás, sin violentar el principio de no intervención, todo cuanto se pueda hacer, desde los otros países de América Latina, para contribuir a una solución pacífica, democrática y respetuosa de los derechos humanos, centralmente cubana además, debe ser bienvenido. Y entre los primeros pasos, nos parece, se encuentra uno que a quienes siempre nos hemos sentido hermanados con la suerte del pueblo cubano y respiramos en la izquierda nos resulta imperativo dar: no callar ante las repugnantes atrocidades y ponerse del lado de quienes, sin más armas que su cuerpo, reclaman legítimamente sus derechos.

Firman la nota:

Gerardo Caetano, Jack Couriel, Álvaro Díaz Maynard, Alma Espino, Carlos González, José Manuel Quijano, Judith Sutz, Mario Wschebor


Para estos intelectuales uruguayos lo malo de la Revolución cubana está en el “partido único”, el desprecio por el “multipartidismo”, los “dogmas”, la calificación de “traidores” o “gusanos” a aquellos que conspiran contra la Revolución bajo las órdenes del imperialismo yanqui, la prohibición de reuniones para atacar a la Revolución, y del encarcelamiento para quienes violan la justicia y las leyes cubanas.

Parecen ignorar estos intelectuales uruguayos que Cuba es un país en guerra. Por tanto con una economía de guerra, que le exige enormes sacrificios materiales, para protegerse de posibles ataques aéreos, frente a una agresión armada de gran envergadura, similares a los que han sufrido Irak, Afganistán, Yugoslavia por ejemplo. Lenin escribió que: “fuera del socialismo, la humanidad no puede escaparse de la guerra, el hambre y la consiguiente destrucción de millones y millones de seres humanos” .

Según el marxismo leninismo, tal cual lo expresa John Strachey en su libro teoría y práctica del socialismo debemos encarar abiertamente este problema desde la óptica de la llamada “La dictadura de la clase trabajadora”.

Si los cubanos cambiaron mediante una revolución el sistema económico de capitalista a socialista debemos pensar que también cambiaron sus instituciones políticas, ya que las mismas están inseparablemente unidas al sistema económico actual. Pero ¿significa esto que el establecimiento de un sistema económico socialista implique la abolición de la democracia? Los detractores de Cuba afirman que si. Para ellos el establecimiento del socialismo en Cuba ha destruido la democracia, la libertad civil y religiosa y establecimiento de una “dictadura” irresponsable de un solo individuo o n el mejor caso de un grupo de personas. Ellos describen en sus afirmaciones que es un precio demasiado caro el que hay que pagar, para mantener el socialismo en Cuba, en su larga lista de las cosas malas de la Revolución cubana.

Una sociedad socialista puede adoptar algunas formas democráticas que nos pueden ser familiares; pero no lo puede hacer sino hasta que la completa transformación del sistema económico y social ha permitido echar las bases sin las cuales las instituciones democráticas no son otra cosa que formas vacías. Cuba en soledad esta en guerra con el país mas poderoso de la tierra y a tan solo 90 millas de distancia. En la etapa de transición del capitalismo al socialismo no es posible establecer una democracia universal ya que durante esta etapa subsisten clases y no puede haber democracia entre diversas clases. Durante esta etapa que se trata de construir el socialismo deberá dominar a la comunidad la clase trabajadora, exactamente en la medida en que hoy en nuestro país domina por completo la clase capitalista en una sociedad capitalista.

El objetivo político de los comunistas y socialistas ha sido siempre el establecimiento de una forma de democracia más amplia y de más alto desarrollo. ¿Qué quiere decir pues la famosa frase de “dictadura del proletariado”?

La mayor parte de la gente cuando usa la palabra “dictadura” piensa en el mando absoluto, irresponsable e incontrolable de un hombre sobre todo el resto de la comunidad. El régimen de los emperadores romanos es el ejemplo de este tipo de gobiernos. Los regímenes fascistas de Hitler y Mussolini son los prototipos de estos gobiernos. Las dictaduras Latinoamericanas de mediados de los setenta también.

Cuando nos referimos a la “dictadura del proletariado” estamos hablando de una cosa totalmente diferente.

El sistema económico capitalista inevitablemente produce dos clases o grupos de ciudadanos esto es los capitalistas que obtienen ingresos en virtud de su propiedad sobre los medios de producción y los trabajadores que obtienen sus ingresos de su trabajo. Mientras existan dos clases una de ellas tendrá que gobernar a la otra. O son los capitalistas los que están encima gobernando a los trabajadores o los trabajadores se imponen y gobiernan a los capitalistas. No puede haber posiciones intermedias, no puede haber en forma duradera ningún equilibrio de poder entre estas dos clases.

Forzosamente alguna de las ha de tener el control efectivo de la maquinaria del Estado, para hacer y deshacer las leyes y para imponerlas la resto de la comunidad.

No se apoyan en la realidad los intelectuales uruguayos que critican la Revolución cubana, su teoría es muy imperfecta y mal intencionada, si pretende ignorar esta división en las sociedades actuales en dos clases que viven diferentes vidas y obtienen sus ingresos de fuentes distintas y en cantidades también diferentes.

Las formas originales de la democracia capitalista o parlamentaria, no pudieron ignorar la división de clases. Durante mucho tiempo la democracia fue tan solo para la clase capitalista. En nuestro país hubieron cien guerras civiles para adquirir derecho al voto. Cualquiera que no tuviera una mínima propiedad no tenía derecho al voto. Esto cambio desde que se estableciera el sufragio universal. Ahora cada quien tiene un voto y solo uno se trate de un capitalista o un obrero, así pareciera que cada quien tiene la misma participación en el gobierno de un país.

Pero los comunistas y socialistas siempre estuvieron convencidos de que esto es una ilusión. A despecho del sufragio universal la clase capitalista impera sobre los trabajadores como clase dirigente, casi en forma tan exclusiva como antes. Los métodos que usa la clase capitalista para mantener en lo esencial su poder exclusivo de hacer y deshacer las leyes, no obstante el voto de los trabajadores, son también muy conocidos por casi todos nosotros. Se basan en el hecho de que la propiedad de los medios de producción da a los capitalistas un verdadero control sobre el conjunto de las vidas de los hombres. Los capitalistas poseen como arma muy importante, los medios esenciales para formar la opinión política, o sea los periódicos, las radios, las televisiones, las escuelas, los liceos y universidades, de la misma manera que poseen el acero, y el cemento.

Por encima de todo esto ahora también han construido organizaciones políticas extraordinariamente complicadas bajo la forma de partidos progresistas donde hay de todo. Tales organizaciones tienen que ser instrumentos casi exclusivo de la clase capitalista, ya que el costo de su creación y sostenimiento es extremadamente alto jamás los trabajadores podrán sostener semejantes organizaciones. Sin embargo serán partidos populares cuyo mayor cause electoral lo encontraran entre los trabajadores y sectores populares de la población.

Como en el caso del Frente Amplio, o el progresismo los capitalistas están en condiciones de inducir a la mayoría de la población a que vote por la continuación del dominio capitalista.

Se podrá pensar y decir entonces que un régimen como el capitalismo que ha usado métodos tan complicados para inducir a los miembros de la clase sometida a dar su consentimiento, ha sufrido por este hecho una evidente modificación. Hasta el punto que ya no puede llamársele una dictadura. Pero no es verdad que por esta causa deje de ser una dictadura. Tenemos la prueba cada vez que los medios de producción de opiniones políticas fracasan al no conseguir su objeto. Cada vez que los trabajadores a despecho de la persuasión intentada y de la presión ejercida sobre ellos votan en alguna forma que lastima seriamente la dictadura de la clase capitalista, se encuentra un medio de no cumplir la decisión democrática y de mantener el dominio de los capitalistas esencialmente intacto.

Las pruebas más evidentes fueron el derrocamiento del régimen socialista en Chile impulsado por el gobierno de Salvador Allende. Los intentos actuales de derrocar al régimen socialista del Presidente Hugo Chávez Frías, en ninguno de estos casos existía o existe la “dictadura del proletariado”, hay pluralismo, libertad de reunión y expresión, tampoco existían o existen detenidos por causas políticas. ¿Y a donde fue a parar la democracia cuando se dio golpes militares contra esos procesos políticos?

Las democracias capitalistas logran ser verdaderamente democráticas mientras los trabajadores dan su voto a favor del capitalismo; pero ni un momento más, pues si los trabajadores persisten en votar ciertas medidas incompatibles con el funcionamiento adecuado del capitalismo los capitalistas sin vacilar, suprimen la democracia e implantan la dictadura, ya sin el asentimiento de los trabajadores.

A pesar de todos los métodos muy perfeccionados por otra parte que se usan para la formación y dominio de la opinión los capitalistas tienen cada día mayores dificultades para obtener que los trabajadores den su aprobación a las medidas que se necesitan actualmente para mantener el capitalismo en pie. Por eso los capitalistas como López Mena financian las giras y campañas de los dirigentes del Frente Amplio. La razón es obvia esas medidas son cada vez más contrarias a los intereses de los trabajadores son desastrosas implican sacrificios como les llaman los capitalistas cada vez más serios, rebajas salariales, perdida de derechos sociales de parte de toda la población no capitalista.

Las dificultades siempre mayores en que se ve envuelto el sistema exigen que se quite el trabajo, y por lo tanto el sustento a más y más trabajadores, así como que se reduzca drásticamente el ingreso de muchos otros.

La propaganda técnica que se necesita para inducir a la gente a dar su consentimiento en estos casos grava cada vez más los recursos de los dirigentes del capitalismo.

Además dentro de las condiciones de la democracia capitalista, el monopolio de los capitalistas sobre los medios de propaganda nunca es perfecto. Formalmente hablando jurídicamente, los trabajadores son libres de publicar sus periódicos de celebrar reuniones y de organizar partidos políticos si logran reunir recursos suficientes para hacerlo; sucede que en la práctica publican algunos pequeños periódicos celebran reuniones al aire libre o en pequeños locales, organizando con grandes dificultades sus propios partidos políticos.

Estos medios de contra propaganda a pesar de ser insignificantes comparados con los que poseen los capitalistas sirven para hacer más difícil el inducir a los trabajadores a votar a favor de su propia miseria.

Consecuentemente los capitalistas se ven forzados mientras mantienen la democracia a hacer algunas concesiones. A fin de que sus vastos aparatos de propaganda tengan algunas veces cosas plausibles que decir, han hecho concesiones de tiempo en tiempo y hasta a veces se abstienen sobre todo en periodos electorales de hacer rebajas salariales.

De esta manera la necesidad de ganar el asenso de los trabajadores dentro de la democracia, se convierte en una limitación cada vez más y más intolerable de la libertad de acción, que a su vez, conforme una crisis económica empeora, se hace más y más necesaria para los capitalistas.

En estas condiciones especiales es cuando se revela por si misma y en forma inconfundible, la dictadura de la clase capitalista que encubren las formas democráticas. La experiencia demuestra que si los trabajadores intentan usar las instituciones democráticas para remplazar al capitalismo, los capitalistas las suprimen desde luego.

El único camino que pueden seguir los trabajadores para eliminar el sistema capitalista y organizar un sistema económico socialista, es el de poner rápidamente al frente de la sociedad las instituciones democráticas que pertenecen específicamente a la clase trabajadora, tales como los sindicatos y un partido obrero bien cohesionado que existen en embrión dentro del capitalismo y que se convertirán en las instituciones políticas fundamentales de una sociedad socialista.

Cuando estas instituciones hayan sido transformadas en instituciones de gobierno constituirán la democracia de los trabajadores. Pero al mismo tiempo estas instituciones constituirán la dictadura de los trabajadores sobre la clase capitalista. Esto es lo que han debido hacer los cubanos a fin de lograr la eliminación del capitalismo en Cuba, han tenido que establecer una dictadura de los trabajadores.

Para establecer un sistema económico socialista es necesario por tanto que la clase trabajadora asuma con respeto a la clase capitalista, exactamente la misma condición política que hoy día guarda a la clase capitalista en nuestro país con respeto a los trabajadores uruguayos. En el seno de la clase trabajadora habrá entonces democracia efectiva al igual que en nuestro país en la actualidad hay democracia efectiva en el seno de la clase capitalista.

Habrá dictadura sobre la clase capitalista, en la misma forma en que la hay hoy sobre la clase trabajadora.

Tiene que ser así, porque la existencia de las clases sociales desgraciadamente no puede ser suprimida de la noche a la mañana con la llegada de la clase trabajadora al poder. Las diversas clases se abolirán cuando el sistema económico socialista de producción con fines de uso se implante a consecuencia de que este sistema de producción distribuya los ingresos no por caminos de explotación e injusticia, sino sólo en virtud del trabajo desempeñado.

La implantación de este sistema toma su tiempo lo cual quiere decir que los trabajadores no podrán arrancar con los medios de producción de manos de los capitalistas al día siguiente de la llegada al poder. Todavía después de que lleguen al poder encontrarán, como lo indica la experiencia que los antiguos capitalistas siguen siendo durante algún tiempo una clase bien definida y agresivamente hostil que tendrá que ser dominada.

El gobierno de la clase trabajadora que toma sus decisiones democráticamente en el seno de la misma clase, pero que se impone a la clase capitalista; he ahí lo que quiere decir la dictadura de los trabajadores.

En la Obra “Comunismo Soviético” de los esposos Webb hay un pasaje en el que los autores admiten, con sinceridad que no pueden entender el concepto político expresado con la frase de “la dictadura del proletariado” y se expresan así:

“Esta frase altisonante usada más de una vez por Carlos Marx y respaldada por Lenin repetida veces y con vehemencia, ha sido aceptada por los que gozan de autoridad, como la designación oficial del gobierno de la URSS , de preferencia a cualquier otra alusión al papel que desempeña el partido Comunista o la consigna original de “Todo el poder a los Soviets”. Francamente confesamos que no entendemos cual ha sido ni cual es el significado de esas frase. Dicha en Ingles parece significar una dictadura ejercida por el proletariado sobre la comunidad en su conjunto. Pero si hemos de tomar los términos literalmente, resulta una unión de dos términos que se contradicen entre sí. La dictadura, como gobierno que es de la voluntad de una sola persona, no puede ser el gobierno de la voluntad de una inmensa clase de personas. Además, si entendemos por proletariado la inmensa masa de la población que vive de sus ingresos diarios, o, como dice Marx con frecuencia, el conjunto de los trabajadores que intervienen en la producción industrial a cambio de sus salarios, la dictadura del proletariado en los países capitalistas altamente desarrollados como el de Gran Bretaña donde tres cuartas partes de todos los hombres en edad de trabajar son asalariados, no significaría otra cosa que el gobierno de la inmensa mayoría de la población. En tal caso ¿Por qué habría de ser llamado dictadura?”

Este pasaje contiene varias confusiones. Dictadura en el sentido en que es usada esta palabra habitualmente por los comunistas no significa el gobierno de un solo individuo, como habitualmente los enemigos de la Revolución intentan hacer con Fidel Castro o su hermano Raúl.

La dictadura de la clase obrera es precisamente lo que los esposos Webb dicen que significaría en Gran Bretaña “el gobierno de la inmensa mayoría” sobre la minoría.

¿Por qué entonces no sostienen los comunistas que el sistema político preconizado por ellos es una democracia completa? No lo hacen por que se dan cuenta de que un sistema semejante implica el gobierno no democrático, coercitivo, y en ese sentido dictatorial, de la inmensa mayoría de la población sobre la minoría restante capitalista. Y como los comunistas en materia política son hombres de ciencia antes de propagandistas le dan a ese sistema el nombre que correctamente lo define o sea el de dictadura de una clase, los trabajadores sobre otra clase los capitalistas. Insisten en que hasta que después de que hayan sido suprimidas las clases antagónicas, fundiéndose en una sociedad homogénea, será posible establecer una verdadera democracia universal y libre de elementos dictatoriales.

Los comunistas y revolucionarios nos vemos en la obligación y el compromiso ineludible de subrayar la necesidad del establecimiento de la dictadura de la clase trabajadora ya que continuamente personas como las que critican en esta ocasión a Cuba han alegado que nuestras actuales estructuras e instituciones democráticas no tienen carácter específicamente capitalista y que se trata de un régimen “progresista” pudiendo se usadas por los trabajadores al igual que por los capitalistas y así remplazar un día al capitalismo por el socialismo “profundizando los cambios”. Una gran mentira dañina y ajena a la realidad.

Según esta teséis se dice que existe una democracia abstracta, independiente de los sistemas económicos o de las relaciones de clase. Según esta tesis los trabajadores pueden usar esta democracia y no deben atreverse a destruirla.

Esta opinión ha sido la más perjudicial de todas las que han impedido que los trabajadores tengan éxito en su esfuerzo para desembarazarse del capitalismo y establecer el socialismo pues ha servido para mantenerlos en la falsa seguridad de que no tienen nada más que votar contra los capitalistas en numero bastante para llegar al socialismo.

¿La prueba más clara de los que expresamos aquí es el resultado del triunfo del Frente Amplio durante dos periodos?

¿En qué cambió la vida material y espiritual de los trabajadores uruguayos?

Estos señores intelectuales pueden expresarse así por que ellos forman parte de la minoría de privilegiados.

Las consecuencias de la admisión por los trabajadores de esta idea falsa sobre la naturaleza de la democracia han sido verdaderamente terribles.

YA ROMPIERON EL FUEGO.

APARECIÓ LA VANGUARDIA.

ESPERAMOS MAS NOMBRES.

¡ANÍMENSE!

www.radio36.com.uy

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