Mejor cuidar el agua
Fabián Muro
(El País/Qué Pasa)
Es uno de los más valiosos recursos naturales uruguayos pero no tiene protección legal.
Y el avance del "país productivo" pone en entredicho su cantidad y calidad, que siempre dimos por sentadas.
Daniel Panario prefiere no tomar agua de la canilla.
Tampoco usa agua de la canilla para cocinar.
Tampoco toma agua mineralizada.
"Tengo un pozo, de ahí saco el agua para beber y para cocinar", dice el ingeniero agrónomo, Daniel Panario, que dirige la Maestría en Ciencias Ambientales, en la Facultad De Ciencias de la Universidad de la República.
La única agua que le confía a OSE es la que usa para bañarse.
Tanta precaución es quizás un efecto colateral de su trabajo como académico.
Como investigador ha realizado varios estudios sobre los posibles peligros para el agua potable uruguaya.
Y prefiere no tomarla.
Tanto él como algunos de sus colegas advierten que en el año internacional del agua este recurso -cada cada vez más valioso- sigue estando descuidado en Uruguay.
EL ORIG
EN
Y eso lo convierte en un recurso finito y amenazado. Por un lado, por la displicencia y el despilfarro casi cultural que le dedican los uruguayos al agua. Como si nunca se fuera a acabar. Por otro, una estructura sanitaria del país que no está en las mejores condiciones y la cercanía de tóxicos a algunas de las principales cuencas hacen peligrar su potabilidad. Junto a los científicos Carlos Céspedes, Gustavo Piñeiro y Ofelia Gutiérrez, Panario publicó el estudio académico "Impactos ambientales de las tecnologías agro-industriales" a través de Inderscience Enterprises, una editorial de investigaciones académicas. En ese trabajo, editado en 2009, el equipo de científicos identificó tres problemas significativos para la calidad del agua en Uruguay: la forestación, el avance de los cultivos de soja y ciertas algas tóxicas.
El ciclo hidrológico comienza en ríos y manantiales. Y ese lugar, tan preciado, está descuidado. Uruguay carece de una reglamentación que proteja a los manantiales, como por ejemplo Brasil que tiene, precisamente, una ley de protección de manantiales. "Eso es un indicador de la poca importancia que se le da a este recurso", dice el ingeniero agrónomo. Cuando se trata del agua, Panario advierte que algunas de las zonas cercanas a esos lugares donde empieza el ciclo hidrológico, son de prioridad forestal: la cuenca del río Santa Lucía y buena parte de la cuenca de la laguna Merín, por ejemplo.
Estaríamos cambiando, de acuerdo lo que dice este experto y también otros, agua potable por agua "verde", el agua que se exporta de manera "encubierta", dado que la producción de rolos de madera o celulosa insume una muy importante cantidad del recurso. "El uso de las grandes cuencas debería ser cosecha de agua potable, pero esto es parte de las cosas que no se entienden", dice Panario sobre las políticas que por ahora asignan prioridades a las empresas que forestan.
Desde la dirección de Forestación del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca, el también ingeniero agrónomo Pedro Soust rechaza este tipo de objeciones. "Estamos sobre el Acuífero Guaraní, una de las mayores reservas de agua potable del mundo, agua que está cientos de metros bajo tierra", dice Soust a Qué Pasa. "Y dicen que los eucaliptos se chupan toda el agua. ¿Cuán largas tienen que ser las raíces de los eucaliptos para llegar hasta allá abajo?", dice el jerarca público.
Por otra parte, la alta rentabilidad de la soja también genera controversias respecto al agua. De acuerdo al documento elaborado por Panario y sus colegas, "en los años noventa, el área total ocupada por estos cultivos (soja y eucaliptos) era 500.000 hectáreas. En 2007, esa superficie había crecido a 1.400.000 hectáreas". Uno de los posibles efectos colaterales del cultivo de soja es que sustancias tóxicas como glifosato pueden llegar a ríos y corrientes de agua potable. En el estudio también se expone que el glifosato es, por un amplio margen, el herbicida más aplicado en Uruguay, como ocurre también en la mayoría de los países.
La tercera amenaza al agua en su ruta hacia la canilla está en las algas tóxicas formadas en algunos embalses por el exceso de fósforo y nitrógeno, provenientes de cultivos agrícolas. El fenómeno es recurrente en todo el país. Todos los años se informa sobre estas algas. Y los peligros que conllevan las algas tóxicas -o como resultado de la presencia de glifosatos- no se eliminan hirviendo el agua. Eso porque no se trata de una contaminación bacteriológica, según explicó una fuente de la Facultad de Ciencias. Y como dice Panario, Uruguay no cuenta, al menos en forma mayoritaria y hasta ahora, con plantas potabilizadoras que incluyan en su proceso carbón activado, un método que sí elimina los riesgos que implican las algas tóxicas y que en otros países funcionan, en algunos casos, desde hace más de 50 años.
Ante este panorama, los más asustadizos pueden querer prescindir al menos del agua de la canilla. ¿Si no se tiene acceso a un pozo, como Panario, y si no hay fondos suficientes para sostener el consumo únicamente de agua mineral y embotellada? Para Panario, lo mejor en el caso uruguayo -donde se ha apostado de manera decidida a la forestación y donde los cultivos de soja aumentan- es instalar un filtro en la canilla de la cocina. Con uno de calidad aceptable, porque no todos son iguales, el usuario se protege contra las posibles amenazas presentes en el agua.
Hay un problema adicional en el camino desde el río hasta el hogar: las cañerías. El presidente de OSE, Milton Machado, reconoce que "una parte" de las cañerías uruguayas son vetustas, con fugas y roturas. En algunas de ellas, además, sigue habiendo plomo, una sustancia altamente contaminante. OSE ha aumentado su inversión en infraestructura sustancialmente desde 2005 en adelante. "Pero se trata de 15.000 kilómetros de cañerías, es un sistema muy extenso", dice Machado. Dicho sistema renueva sus cañerías a razón de 150 kilómetros al año, o sea 1% de la extensión total. Así, la solución va a demorarse.
Finalmente, están las pérdidas, que pueden ser físicas o "por fraude". De acuerdo a una nota publicada en La Diaria a razón de un acuerdo entre OSE y el Banco Mundial, se informó que se pierde casi 30% del agua que circula por las cañerías uruguayas por roturas y fugas. Y también hay quienes se "cuelgan" de las conexiones sanitarias como otros se cuelgan de las eléctricas. Esas representan, de acuerdo a OSE, 15% de las pérdidas registradas.
HOGAR
Promedialmente, los uruguayos consumen entre tres mil y cinco mil litros de agua al mes por persona. Por día, se consumen un poco menos de 200 litros. "Un poco por debajo del promedio de los países del Primer Mundo, andamos por ahí", dice Machado.
Ismael Cortazzo, dirigente del sindicato de funcionarios de OSE, cree que eso "depende del lugar geográfico con el cual nos comparemos". Cortazzo viene de participar en el Foro Mundial Alternativo del Agua en Marsella, una suerte de contra-conferencia que se realiza en simultáneo al Foro Mundial del Agua. "Ahí comparábamos: en Uruguay podemos llegar a usar unos 300 litros de agua para bañarnos", dice Machado. "Y hay lugares en el mundo donde el promedio de consumo total de agua potable es apenas ocho litros". Eso no significa, dice Cortazzo, que no haya agua disponible, también inciden factores como la poca capacidad de algunos países para potabilizar el agua.
Hay quienes señalan que el dato del consumo promedio puede engañar o distorsionar. Así como hay diferencias entre países, también las hay dentro del mismo país. En Montevideo, agrega el presidente de OSE, hay barrios que rondan un consumo residencial de unos 250 litros por día y persona. En el otro extremo, en algunos de los barrios más carenciados, el promedio del consumo por persona es aproximadamente unos 130 litros.
Cortazzo piensa que el derroche de agua puede ser una parte del problema. Pone el ejemplo de cuando uno tira de la cisterna, se van 10 litros de agua para eliminar, tal vez, el tercio de un litro de orina. Cada vez es más frecuente que se vendan cisternas con doble sistema de eliminación, lo que ahorra agua. Pero también está la vecina lavando la vereda o corriendo las hojas a manguerazo limpio o el señor que lava el auto con esmero, y sin pudor por el derroche de agua
María Selva Ortiz es activista ambiental, coordinadora de la ONG Redes-Amigos de la Tierra, y dice que, aunque derrochón, cuando el uruguayo siente que el acceso al agua está en discusión, aflora la conciencia del valor que tiene, tanto para la calidad de vida como cuando se lo considera un factor de crecimiento económico para el país. Eso habría quedado demostrado cuando se realizó el plebiscito del agua en 2004 y el triunfo de quienes se oponían a la privatización del agua fue contundente.
"Pero claramente estamos acostumbrados a que haya agua potable y de buena calidad. Pensamos que siempre va a ser así, que siempre vamos a disponer de esa riqueza". Para Ortiz, hay un "mal uso" del agua en Uruguay, que pone en riesgo la calidad que todos consumimos, y hay que revertir eso con políticas públicas.
OSE realiza campañas publicitarias para estimular el uso responsable del agua. "No se trata de restringir su consumo", dice Machado. "Que el ciudadano la use. Pero que la use responsablemente". Entre esos usos responsables hay consejos básicos, como no dejar la manguera abierta cuando se lava el auto, o regar el césped de noche en vez de hacerlo al mediodía. Es difícil saber si estas campañas logran su cometido: hacer de los uruguayos unos consumidores más responsables del agua.
OSE realiza encuestas bimestrales para medir el grado de satisfacción o no de los usuarios. En ese formulario hay una parte con preguntas acerca de las costumbres a la hora de usar el agua de manera más o menos responsable. Sin embargo, Machado no pudo precisar si los resultados de esas evaluaciones habían arrojado resultados positivos en el sentido de algún cambio de actitud en cuanto al uso, responsable o no, del agua. Montevideo, por supuesto, se lleva la mayor parte del agua potable que se distribuye en el país.
Y existe una Agenda Ambiental que incluía un capítulo sobre "recursos Hídricos para la ciudad", a cargo del Grupo Ambiental de Montevideo, una organización que reúne al Estado y la sociedad civil en torno a los problemas ambientales de la capital uruguaya. La iniciativa arrancó con fuerza pero fue perdiendo impulso, según dice Carlos Surroca, también integrante de Redes-Amigos de la Tierra. "Fue un emprendimiento de la administración de Mariano Arana en 2000, un poco para cumplir con las recomendaciones de la cumbre de Rio de Janeiro en 1992. Un poco atrasado, pero bueno..."
Surroca recuerda que al principio tuvo una participación "ejemplar", con reuniones una vez por mes. Esas reuniones generaron los insumos para la Agenda Ambiental. La primera abarcaría los años 2002-2007 y la segunda arrancó en 2008 y culmina este año. El capítulo "recursos hídricos" abarca menos de dos páginas. En la última página, se afirma que se realizaron avances en cuanto a algunas de las metas en la agenda 02-07, que eran creación de conciencia, buenos hábitos y responsabilidad por el ambiente. Más allá de los avances, "siguen vigentes las recomendaciones de la Agenda Ambiental 2002-2007". Las comisiones iniciaron su trabajo con entusiasmo, algunas de las organizaciones del Estado fueron paulatinamente abandonando esos espacios de trabajo. "A mi entender, no hubo mucho compromiso. UTE, OSE, Ancap se fueron retirando y el peso mayor para llevar adelante los proyectos recayó en la Intendencia. Medio que se fue muriendo...", dice.
La intendencia tiene otra visión. En el comunicado publicado en el sitio web municipal, fechado el martes 5, se afirma que "este año se están cumpliendo 20 años de compromiso ambiental de la Intendencia de Montevideo, lo que constituye una verdadera política departamental, ya que se ha mantenido y acentuado independientemente de los jerarcas de turno". Aún así, el hecho de que se tratara de un "relanzamiento" del Grupo Ambiental de Montevideo parece un tácito reconocimiento de que la Agenda Ambiental de Montevideo no estaba entre las principales prioridades de la intendencia, al menos hasta la fecha. Después de todo, es agua y parece haber tanta que nunca se va a acabar. Pero esa es una premisa falsa y peligrosa.
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