jueves, 11 de marzo de 2010

Israel pide perdón por primera vez

Netanyahu se sorprende por la condena sin precedentes de EE UU, pero mantiene la colonización

LAURA LÓPEZ CARO CORRESPONSAL JERUSALÉN.

El esquema es consabido: Israel recibe a un representante estadounidense con la aprobación de una nueva ampliación de los asentamientos que siempre justifican como «técnica», diciendo que la coincidencia en el tiempo es «accidental» y con el primer ministro, Benyamin Netanyahu, declarando sorprendido al final que no sabía nada. Es el tipo de bienvenida que más conoce el enviado de Barak Obama a Oriente Medio, George Mitchell, y hasta la secretaria de Estado, Hillary Clinton, se ha encontrado estando en Jerusalén con su particular revés. En su caso, hace un año con un plan de demolición de casas palestinas, la otra cara de la expansión colonial.

Pero esta vez, al Ejecutivo israelí parece que el desafío a los aliados de la Casa Blanca se le ha ido de las manos, cuando la última autorización para levantar 1.600 viviendas en territorio ocupado era anunciada el martes, en medio de una visita a Jerusalén del vicepresidente estadounidense, Joseph Biden.

El mandatario, cuyo gobierno había oficializado sólo horas antes su mediación para renovar las negociaciones entre judíos y palestinos, expresaba una enérgica «condena» sin precedentes.
Y ya, por la noche, hacía esperar a Netanyahu hora y media antes de presentarse a la cena de estado programada en su honor. Fue el tiempo que Biden estuvo en su hotel manteniendo «febriles consultas» para digerir la última humillación de Tel Aviv, que ayer trató desesperadamente de reparar el tropiezo.

«Esto no debería haber sucedido durante una visita del vicepresidente estadounidense es un hecho vergonzoso y ahora tenemos que pedir disculpas por este grave error», eran las palabras del ministro de Asuntos Sociales, Isaac Herzog, que ayer revelaban el apuro del Gobierno hebreo ante el conflicto abierto por ellos mismos.

.1.600 viviendas en Jerusalén
Pero ni una palabra sobre dar marcha atrás al proyecto de construir 1.600 viviendas en la colonia Ramat Shlomo de Jerusalén Este. Ni a pesar de las críticas del secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, quien advirtió que los planes «minan cualquier movimiento hacia un proceso de paz viable». Ni a pesar de las quejas de la Unión Europea, que a través de su alta Representante de Política Exterior, Catherine Ashton, pronunció la palabra mágica: «condena».
Según refería ayer un alto funcionario anónimo citado por el diario 'Haaretz', Netanyahu no tiene «ningún problema» con esas obras en Jerusalén Este ni intención de excusarse por construir allí. Sí por arreglar la confianza con Estados Unidos, y por eso aseguró a Biden -con quien le une una relación de años-, que desconocía la aprobación del proyecto y exigió a su ministro del Interior, Eli Yishai, que asumiera en público la responsabilidad. En declaraciones a la Radio del Ejército, Yishai dijo que, de haber sospechado la «consternación» que se iba a causar, habría esperado «una o dos semanas» para que se autorizaran esas 1.600 viviendas.
A efectos domésticos, un concejal del izquierdista partido Meretz, Dan Margalit, advertía ayer de que toda esta embarazosa situación puede ser sólo la venganza elegida por el Shas -principal socio del Gobierno israelí capitaneado por Eli Yishai- para fulminar a Netanyahu por reanudar las conversaciones con los palestinos.

A efectos internacionales, los analistas no acertaban a contestar qué saca en claro Israel ofendiendo a Washington, cuando el freno a Irán depende de la determinación de la Casa Blanca. Sólo el analista Bradley Burston se atrevía a mencionar que hay «ganancias» a favor de la «derecha dura» israelí, para la que «insultar al indispensable aliado de Israel, es reafirmar la independencia del Estado judío».

Biden, de visita ayer en Ramala, reiteró su condena a los planes expansivos de Tel Aviv y el compromiso «con la solución de dos estados» y llamó a todos a evitar «actos sobre el terreno que puedan inflamar los ánimos». A su lado, el presidente palestino, Abu Mazen, reclamó a Israel que «cancele» los planes constructores en Cisjordania para no socavar más el proceso de negociaciones indirectas que se avecina.

Se ha dado en llamarlo también «conversaciones de proximidad», aunque desde los años 90, las partes nunca han estado tan lejos de un acuerdo como ahora.

NorteCastilla.es

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