jueves, 28 de octubre de 2010

Argentina: el escenario que viene

Oct-28-10 - por Rosendo Fraga

El 18 de septiembre pasado, hace cuarenta y dos días, en la columna titulada Efectos políticos de la salud de Kirchner, decíamos que la salud de Kirchner ha vuelto a mostrarse vulnerable y al mismo tiempo ha ratificado su importancia como líder del oficialismo. Se trata del segundo problema cardiovascular en lo que va del año.


Agregábamos que en un hombre abocado totalmente a la política como es Néstor Kirchner, sus problemas de salud aparecen vinculados a los dificultados en este campo y que el problema hacia delante era que seguirá enfrentando dificultades y tensiones, aunque la economía siga creciendo.

Decíamos entonces que inevitablemente, ello lleva a especular sobre qué sucedería en un gobierno de Cristina sin el liderazgo del ex Presidente. Probablemente Cristina no cambiaría la línea política de Néstor Kirchner, la que claramente comparte. Pero seguramente sería para ella más difícil que para su marido mantener el control del peronismo y ello debilitaría su gobierno y haría crecer al Peronismo Federal.

Además afirmabamos que la presencia de Kirchner en el Luna Park y su retorno casi inmediato a la actividad política muestra que, como siempre, redobla la apuesta. Ello implica que no cederá en su objetivo de ser candidato a Presidente.

La nota concluía diciendo que en ausencia de Néstor Kirchner, la cuestión inmediata es si Cristina tendrá la misma capacidad de mantener alineado el PJ, que a trece meses de las elecciones presidenciales, da señales de independencia, como lo ponen de manifiesto la actividad de los disidentes, el conflicto que ha emergido con Scioli y los gestos de algunos intendentes bonaerenses.
En lo humano, es claro que la pasión política hizo que Kirchner desatendiera las dos advertencias que había recibido este año acerca de su salud.


En consecuencia, la cuestión que se plantea ahora es qué sucederá con Cristina y el peronismo.

En otros campos es más fácil realizar la conjetura. En las relaciones exteriores, por ejemplo, probablemente no habrá cambios. En el tema internacional Cristina mostró siempre un interés que su marido no tuvo, por lo menos hasta que asumió como Secretario General de Unasur. El Canciller Héctor Timmerman no sólo continuará en el cargo, sino que posiblemente aumente su influencia en la Casa Rosada.

En lo económico tampoco habrá cambios. El contexto externo seguramente seguirá siendo favorable y el crecimiento en consecuencia no se interrumpirá. A lo mejor -y esto es mera suposición- ahora puede haber una mayor flexibilidad en temas como las relaciones con el FMI, en el cual Kirchner siempre se mostró inflexible. Algún funcionario puede ganar más espacio ahora, quizás la Presidente del Banco Central, Mercedes Marcó del Pont.

¿Perderán poder o influencia figuras muy ligadas a Néstor Kirchner como Julio De Vido y Guillermo Moreno? Sería lo lógico, pero no siempre ello sucede. También puede suceder que el círculo más kirchnerista cierre filas detrás de la Presidente y en consecuencia no hayan alteraciones.

En la política de Derechos Humanos y en la de Defensa -muy ligada a aquélla- tampoco es probable que se produzcan alteraciones. Ella ha sido un elemento fundamental de la imagen internacional que Cristina ha buscado proyectar.

En la seguridad pública -tema que precipitó las diferencias entre Kirchner y Scioli- difícilmente la Presidente cambie. Su simpatía con las ideas garantistas no serán abandonadas y ellas se vinculan con la visión acerca de los derechos humanos.

¿Aprovechará el cambio que implica la ausencia de Kirchner para modificar la relación con la oposición? Quizás, pero no es seguro. ¿Cerrará los frentes de conflicto abiertos con la Corte, el Congreso, el campo, la industria, la Iglesia y los medios? Difícilmente lo haga. Ella está comprometida con esta política que hizo del conflicto la forma de construir poder.

La relación con Moyano, en la cual Néstor Kirchner aparecía más directamente comprometido que Cristina, es otro ámbito en el cual podría haber algún cambio. Además, el militante del PO ultimado en Barracas había creado una situación difícil hace pocos días, que si bien ahora pasa a un segundo plano, no desaparece.

Lo que sí cambia claramente es que, para el kirchnerismo, la duda de si el candidato presidencial para 2011 es Néstor o Cristina se terminó. Ahora lo será ella. A partir de ahora, la idea de Cristina 2011 se instalará inevitablemente.

Y esto lleva a la cuestión central que planteamos 42 días atrás y que se instala ahora: cómo manejará su relación con el peronismo.

Kirchner, además del esposo de la Presidente y líder de hecho del oficialismo, era el titular del PJ, cuyo control resulta fundamental para gobernar.

¿Podrá Cristina alinear al peronismo detrás de su candidatura, o ella puede intentar plantear una de unidad entre oficialistas y disidentes como podría ser la de Daniel Scioli?

A un año de las elecciones presidenciales, esta cuestión se precipita y se convierte en casi inmediata. Ahora, seguramente la muerte de Kirchner mejorará la imagen de Cristina en la opinión pública, pero la realidad de la política no dará tregua.

Tomado de: Nueva Mayoría

































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