Lectores, asociaciones de ciudadanos e intelectuales impulsan los homenajes al escritor de cuyo nacimiento se cumplen 100 años.
Miguel Hernández nació un 30 de octubre en Orihuela. Sól 32 años después, en 1942 murió en el reformatorio de adultos de Alicante. Estaba enfermo de tuberculosis. Su cuerpo en aquellos días era ya el de un cadáver consumido. Su voz, tras arengar a las tropas republicanas durante la Guerra Civil y cantar poemas como Viento del pueblo, era un suspiro. Y, cuando finalmente se apagó, el régimen franquista se encargó de que no volviera a oírse durante cuarenta años.
Han tenido que pasar cien años desde su nacimiento para que esta voz fuerte y valiente vuelva a escucharse de nuevo. Y ha sido el pueblo, con los homenajes de su centenario que se cumple hoy, el que se ha encargado de devolvérsela. "Todo lo que se ha hecho por Miguel Hernández durante estos meses ha sido un acto de justicia. Se le ha devuelto su voz y sus orígenes, y ha sido el pueblo el que se ha encargado de hacerlo. Ha sido un tsunami poético, algo que nunca había ocurrido en España, y, además, no todo ha sido institucional, sino que el pueblo es el que ha estado detrás", confirma a Público el catedrático de la Universidad Complutense y presidente de la Asociación de Amigos de Miguel Hernández, Francisco Esteve.
En la misma línea se expresa el investigador alicantino y presidente de la comisión ejecutiva del Año Hernandiano, José Carlos Rovira, para quien "los dos millares de actos que se han celebrado han puesto de manifiesto una identificación de nuestra memoria cultural y popular con el poeta".
Las primeras voces de Hernandez comenzaron a escucharse a finales de los sesenta y tomaron más fuerza a finales de los setenta, una vez muerto Franco. Eran los tiempos de los poemas cantados por Joan Manuel Serrat y Paco Ibáñez. Luego llegó la Transición y comenzó así a crearse "un caldo de cultivo, una conceptualización del poeta que ha brotado ahora con la creación de la fundación o de una cátedra en la Universidad Miguel Hernández de Elche. Porque durante la Transición todavía había cierta censura con el poeta", asegura Esteve.
Precisamente las ganas por recobrar a Hernández en este 2010 están detrás del éxito que ha conseguido Serrat durante su última gira, en la que vuelve a cantar los poemas del alicantino. Hoy tocará en Orihuela, y ayer, durante la presentación del concierto, señaló que cuando comenzó a trabajar en el disco Hijo de la luz y de la sombra confesó que podría ser "una apuesta arriesgada". Sin embargo, el resultado no ha podido ser mejor: "He logrado una comunión poética con el público muy grande", aseguró. Además de llenos absolutos.
La gente no olvida
Un enorme éxito se espera también para el día 2 de noviembre en el Senado. Actores como José María Pou, Nuria Espert y Juan Diego Botto participarán en una lectura de sus poemas. A través de una página web creada para la ocasión, ya han solicitado su asistencia más de 300 personas, y los organizadores, entre ellos Francisco Esteve, han tenido que cortar la entrada debido al elevado número de peticiones.
Para Pou esto significa que "el pueblo se ha sentido de nuevo identificado con una voz que les pertenece, ya que él fue el poeta popular, enfrentado a la figura de Federico [García Lorca], que se consideraba el culto y el de los corrillos literarios". El actor catalán, al que le encanta la Elegía a Ramón Sijé, también alaba que la iniciativa de muchos homenajes la haya tomado el pueblo: "Detrás de muchos actos están asociaciones vinculadas a los movimientos sociales, a las comunidades de vecinos, mucho más que a las instituciones, aunque también se haya contado con su respaldo. El pueblo recuerda que tuvo una muerte temprana en la cárcel".
El escritor y militante comunista Marcos Ana, de 90 años, de los cuales 23 se los pasó en la cárcel donde conoció a Hernández, se muestra orgulloso del recuerdo de su compañero. "El franquismo mató a una de las voces poéticas más importantes. Él fue la cima de la poesía épica, que escribió tanto a un lado de la vaguada de las trincheras como en la cárcel", explica. Ana, que participará hoy en un homenaje que tiene lugar en el Instituto Cervantes de Madrid, sólo pide que, tras las celebraciones, llegue la hora de la única reparación moral posible: la anulación de la sentencia a Miguel Hernandez "dictada por un tribunal ilegal".
Dos facetas menos conocidas, la del dramaturgo y la del periodista de guerra, también se han puesto de relevancia durante estos meses. De este último aspecto, la profesora de la Universidad de Zaragoza, María Gómez y Patiño, comenta que el escritor "no relataba una crónica o un hecho concreto, sino que su periodismo podría calificarse como un periodismo humano. Sus crónicas resultaban humanizadoras. Poseía la sensibilidad de los buenos periodistas", como bien demuestran sus Crónicas de la guerra.
A los cien años de su nacimiento, Hernández ha vuelto a encontrarse con su pueblo. Al que, como dice Marcos Ana, "defendió hasta su último suspiro".
La agonía que sufrió el poeta en la cárcel ha sido una de las partes de su vida que más se han resaltado durante estos meses. Incluso a través de su obra literaria, como se pone de manifiesto con la publicación de dos cuentos inéditos, que el poeta escribió a su hijo Manolillo en la celda. Escritos con mano temblorosa, a través de la historia de dos animales encerrados explica a su hijo en qué consiste la libertad y el deseo de tenerla. "Uno de ellos trata de una gatita que no puede escapar de un ovillo de lana, y en el otro son pajaritos que se encuentran en un nido del cual no pueden salir porque todavía son pequeños. Sin embargo, en los dos cuentos está la idea de que los animales recobrarán la libertad", cuenta José Carlos Rovira.
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