ANNCOL
De la verborrea de pregonero de plaza de mercado, hemos pasado al discurso etéreo, no tanto como el etéreo, parodia de complejidad de Mockus, ahora con el discurso de Santos estamos ante una mala copia de sí mismo. Que mal orador es Juan Manuel Santos. Pero eso es lo de menos, porque se puede ser mal orador ly ser un buen presidente, o ser un buen orador y un presidente mediocre. En la historia de Colombia hemos tenido de todo, a excepción de un buen presidente.
El discurso de investidura de ayer le faltó sustancia, insípido por más señas. La oratoria mediocre contrastaba con la parafernalia de marketing político bien calculado.
La jornada de transmisión de mando, se inicio con un ridículo, santos en la sierra nevada intento imitar al digno presidente Boliviano, pero la grandeza y la dignidad de Evo Morales es difícil a imitar. Frente a los cuatro pueblos que habitan la Sierra Nevada de Santa Marta: Koguis, Wiwas, Arhuacos y Kankuamos, santos improviso, con un acto ridículo e indigno, ya que las veces en que oficio como ministro, tomo decisiones todas contrarias a los intereses de los pueblos indígenas.
La foto de la dirigente indígena, Aida Quilcue, llorando a su compañero Edwin Legarda le recuerda a santos, que los soldados bajo su mando, lo acribillaron pensando que en el auto, se encontraba la dirigente. Los mismos Koguis y Kankuamos, que se prestaron para ese circo, han vivido en carne propia los bombardeos, el desplazamiento de los paramilitares/militares dirigidos por santos. Que miseria humana, no tener memoria de nuestro presente continuo, lleno de desprecio de los hermanos menores a las costumbres y leyes indígenas. Más tarde en el discurso, santos relató el suceso, con palabras rebuscadas, donde sentimos la hipocresía, pero sobre toda la ignorancia frente a la cosmovisión indígena, frente a sus reivindicaciones y frente a su tragedia de convivir con un pensamiento occidental que los considera todavía, a pesar de la CN 91, como los hermanos menores de edad sujetos de la tutela del hombre “blanco”.
Santos profanó lugares sagrados y simbólicos de los indígenas colombianos, invitarse a la Sierra Nevada, es como si nuestro verdugo se invita a nuestra sala.
No nos llamemos a engaños, lo que se hereda no se hurta, y santos no se va a graduar de demócrata visitando los sitios sagrados de la sierra nevada.
Frente a la paz, nada nuevo, el mismo lenguaje “terroristas”, no gratuitamente citado al lado de su famosa frase, “no les fallaremos a los pobres”, pobres y terroristas en el mismo renglón, cada minuto de su vida, según santos será dedicado a combatir la pobreza, pero no dijo cómo, acaso será matando los pobres, o cambiando la estratificación social.
Sobre la paz, quedó la sensación que la zanahoria y el garrote serán la hoja de ruta de la política de solución radical al conflicto social, político, y armado que sufre el país. Santos mantiene la puerta de la salida política, sin llave, pero con tranca. Los graves problemas del país son concretos, reales, no es cuestión de “desarmar los espíritus”, aquí la cosa no es de espiritualidad ni de metafísica, aquí los problemas son reales, de cuchara, estomacales, de vivienda, de educación pública, del modelo económico, de la desigualdad social, de exclusión política, aquí no hay lugar para los espíritus, señor santos, aquí estamos frente a problemas reales. Como lo dijera un día, Camilo torres Restrepo, el cura guerrillero, la cuestión aquí no es preocuparse en discutir si el alma es mortal o inmortal, si no que el hambre es real.
“ES POSIBLE TENER UNA COLOMBIA EN PAZ, UNA COLOMBIA SIN GUERRILLA” como lo sugirió el presidente entrante, pero las condiciones de paz se construyen con justicia social, en la lucha contra la impunidad, en un modelo económico que ponga por encima de su racionalidad económica la vida. En condiciones de democracia, con justicia social, con una salida integral al fenómeno de la producción, distribución y tráfico de drogas, con una distribución de la tierra, con trabajo y salarios dignos, con educación y salud para todos, en esas condiciones no se justifica una guerrilla, ahí si estamos de acuerdo.
Al presidente entrante, le recordamos otra frase célebre, “es tan criminal quien hace una guerra innecesaria como aquel que deja de hacer una guerra necesaria. Y para eso, el requisito fundamental para comenzar es la voluntad política, la oligarquía en Colombia debe escoger, entre la guerra y la solución política. Para las dos opciones, la insurgencia colombiana ha demostrado estar presta, la historia de la humanidad nos ha demostrado, como premisa fundamental, que es el tirano el que impone el método de lucha.
En el último video conocido del comandante insurgente Alfonso Cano, las FARC-EP lo dijeron clarito, más clarito que el discurso presidencial, la pelota está ahora en el campo de la oligarquía.
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