sábado, 23 de octubre de 2010

Reflejos del cuestionamiento del presidente Mujica: el consumismo y una nueva izquierda

Escribe José A Bonilla


22.10.2010 21:36


Días pasados, el Presidente Mujica, en su audición trasmitida por la M24, nos alertó para un asunto crucial en el futuro del país y del mundo: el consumismo. Este es un tema que nos preocupa hace mucho tiempo (no menos de 30 años) y que ya fue abordado en nuestro libro “El Cambio de Verdad: La Gran Utopía se transforma en Realidad” publicado por la Editora Nordan en 2006.

En ese marco referencial, comenzamos por hacer una pregunta fundamental: ¿Por qué las personas se están inclinando hacia la izquierda en los últimos años en América Latina y en especial en el Uruguay? Respuestas interesadas y engañosas no nos ayudan, apenas nublan nuestra vista. En principio, percibimos dos grandes líneas de respuesta..

• Muchas personas dicen adherir cada vez más a los ideales de la izquierda, especialmente el relativo a la justicia social (¿pero para todos, o sólo para ellas?)

• Muchas personas están cansadas de gobiernos de derecha, mancomunados con el poder económico y quieren algo nuevo (¿pero están dispuestas a hacer sacrificios, si"lo nuevo" lo exige?)

En cualquier hipótesis, dos expresiones-llave parecen sobresalir: "adhesión a los ideales de la izquierda" y "querer algo nuevo"

Esto nos llevaría a la discusión de que ideales y que podría ser "lo nuevo".El abordaje de este asunto precisa ser, si fuera necesario, ferozmente autocrítico. No podemos endulzar nuestros egos con el canto de sirena de que somos los mejores y parar por ahí.
Gran parte del ideal socialista (en sus diversas orientaciones), se asienta en la justicia social, centrada en el concepto marxista de plus-valia.

Creemos que este concepto está básicamente correcto, aunque en el siglo XXI precisaría un enfoque más completo. Por ejemplo, el sistema económico no sólo confisca el fruto del trabajo y si también el de los usuarios, cuando produce artículos de mala calidad y a precios abusivo, como de la comunidad cuando contamina el medio ambiente.

El problema radica en el hecho de que la ideología de justicia social fue desarrollada en el marco de una visión global del mundo, reduccionista y mecanicista, heredada de la época de Descartes, cuando la racionalidad emergió de las tinieblas pseudo espirituales de la Edad Media. A partir de ella, el ser humano fue considerado apenas como una mezcla de elementos físicos y químicos (a pesar de que hasta ahora, ningún científico nos ha descrito cual es la forma fisico-quimica de nuestros pensamientos y sentimientos).

Tuvimos que esperar hasta la década del 60, para que - para nuestro orgullo y nuestra felicidad- un latinoamericano nos ofreciera esta ecuación:"Debemos ser duros en la lucha, pero sin perder la ternura jamás"

Del mismo modo que las enseñanzas del Cristo han sido deformadas y hasta despreciadas en su esencia en estos dos milenios, lo que el inmortal Guevara nos colocó, no fue absorbido aún por la izquierda. Y precisamos absorber ambas enseñanzas.

En realidad, Guevara - tal vez sin estar conciente de ello- resumió en una línea, lo que actualmente se denomina enfoque holístico, que involucra dos principios básicos, válidos para una célula, para un ser humano y para el Universo todo. Ellos son:

== Principio auto-afirmativo. Es el principio propio de la parte, de la fracción. Aplicado a un ser humano específico, él opera procurando el crecimiento individual del mismo (una fracción del conjunto, por ejemplo la Humanidad). La dirección y las características de este crecimiento dependerán de la orientación que la persona dé a su vida. El hecho es, que tarde o temprano, se presenta una bifurcación. En ella hay dos direcciones posibles: una, es profundizar el crecimiento (ahora hinchazón) individual, en procura exclusiva de bienes físicos, lo que hoy prevalece a través del funesto ritual del consumismo. La otra dirección es comprender que el crecimiento individual, si bien es imprescindible, sólo tendrá sentido si dirigido al conjunto, a lo colectivo, a la sociedad.

== Principio integrativo. Es el principio propio del Todo. La pragmática filosofía occidental lo ignora. Y es por eso que estimula la destrucción, la contaminación, el consumismo y todo lo que satisfaga el goce individual, lo que de paso, proporciona magníficos lucros al sistema económico.

Estos principios nos llevan a comprender que debemos ver más allá de nuestras narices, de nuestro frágil cuerpo físico. Vivimos en una ciudad, en un país. Esto es cierto. Pero también vivimos en un planeta, en un sistema solar, en una galaxia... en el Universo.

El genial Einstein, reconocido como el mayor científico de todos los tiempos, nos habla de religiosidad cósmica. ¿Pero que significa eso? Para tranquilidad de algunos lectores, él también nos dice que ella no es enseñada por ninguna Iglesia y la explica así: "Esta religiosidad implica en deslumbrarse, en extasiarse delante de la armonía de las Leyes de la Naturaleza, revelando una inteligencia tan superior, que todos los pensamientos humanos y todo su ingenio, no pueden revelar delante de ella, a no ser su nada irrisorio" (Ver la humildad con la cual el gran Einstein se coloca frente a la Naturaleza, comparada con la ignorancia arrogante de los "dueños del mundo").

Por lo tanto, por más que las enseñanzas de los maestros espirituales de todas las épocas, hayan sido, en gran parte, deformadas por grupos de poder que se apropiaron de ellas, resta el hecho de que la espiritualidad es un atributo humano (Los estudios neurofisiológicos más avanzados, han descubierto hace apenas una década, que junto a las ya conocidas inteligencias intelectual y emocional, existe la inteligencia espiritual). Precisamente la espiritualidad es el atributo humano que nos vincula con el principio integrativo. (Dígase de paso, especialmente para los cristianos, que ese principio fue ofrecido a la Humanidad hace 2000 años, a través de una palabra simple: Amor, que en verdad es simple de escribir, pero difícil de aplicar)

La ceguera espiritual del ser humano es la causa fundamental de la mencionada filosofía utilitaria que hoy prevalece, según la cual lo único real (y por lo tanto, lo único importante) es el mundo exterior, lo tangible (especialmente los bienes físicos y las cuentas bancarias). Esto nos lleva al culto de las apariencias, del consumismo y de la superficialidad, tan extendido en el planeta. (Es bueno recordar que "ir a la iglesia", cualquiera ella sea, no cura, necesariamente de esta enfermedad. Se precisa algo más).

¿Estos comentarios son muy teóricos y abstractos? Tal vez, pero ahora viene lo práctico: ¿como implementar la justicia social en una sociedad, cuyos integrantes - en su gran mayoría- son dependientes psíquicos de un sistema que valoriza la pose de las cosas, en detrimento del valor de las personas? Aquí está la médula del problema.

De esto se deduce que la nueva izquierda, el neosocialismo, sólo podrá levantarse y erguir sus banderas bien alto, si comienza por un trabajo de base (concomitante con las tareas prácticas, cotidianas, relacionadas con el bienestar físico del ser humano) Este trabajo de base involucra el principio integrativo; ya el bienestar físico tiene que ver con el principio auto-afirmativo. Y ambos deben estar integrados.

Y este trabajo de base involucra una re-discusión de los valores del neosocialismo, que precisan ser más amplios que los de la versión existente. Esto nos llevará a la educación integral. O sea: los enfoques económicos continuarán siendo fundamentales, pues precisamos sobrevivir físicamente, pero junto con ellos, debemos desarrollar enfoques humanos, sustentados en los mencionados valores, para que puedan sobrevivir y convivir nuestro cuerpo, nuestra mente, nuestro corazón y nuestra alma.

Para aclarar mejor estas colocaciones, apenas un punto de reflexión: masacrados por una publicidad anestesiante que promociona -en gran parte- productos superfluos, innecesarios y hasta nocivos, ¿como hacer para que las personas comprendan que puede ser necesario hacer sacrificios para crear una sociedad más justa? Si por un milagro económico se consiguiese aumentar, digamos un 20 % el salario de determinada categoría de trabajadores, ¿quien asegura que ese aumento no será dilapidado en celulares de última generación y otros "chiches", y no en alimentar mejor la familia?

Por lo tanto, a la vieja lucha "explotador" x "explotado", se le agregan nuevos matices, que tienen que ver con una visión más amplia -holística- centrada en la redefinición de valores, comenzando por ¿que tipo de sociedad y que tipo de hombre queremos? ¿Queremos un hombre pleno o uno alumbrado apenas por la luz visible? Si la opción fuera la del hombre pleno, deberemos utilizar todos sus componentes en esa magna tarea, Y esos componentes son de naturaleza física, intelectual, afectiva y espiritual.

Este enfoque, sin duda exige una tarea hercúlea y con seguridad, llevará varias generaciones. Pero precisa ser iniciada ahora. ¿La izquierda uruguaya está dispuesta a ese desafío y así dar secuencia a la ecuación propuesta por el Che, o preferirá tomar otros caminos?

Insistiremos con esta temática.

Prof. José A Bonilla

Profesor de la Universidad Federal de Minas Gerais, (Belo Horizonte, Brasil), recientemente jubilado. (bonilla.bhz@terra.com.br)

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