viernes, 22 de octubre de 2010

Uruguay: Mayoría de las semillas sembradas de soja y maíz es transgénica

Adital -

Casi 80% de las 1.2 millones de hectáreas ocupadas por la agricultura en Uruguay están sembradas con soja y maíz. Según la estatal Dirección de Estadísticas Agropecuarias y la privada Cámara Uruguaya de Semillas, la totalidad de la soja y al menos el 80% del maíz son transgénicos, es decir, son organismos genéticamente modificados (GM).

Los transgénicos, introducidos a fines del siglo XX por la multinacional Monsanto y extendidos durante la presente década por la acción de grandes productores y empresas agrícolas argentinas, están directamente asociados con el uso abusivo de agrotóxicos de grave impacto contaminante del agua, los suelos, las plantas y los animales, y con incidencia sobre la salud humana.

La ecologista María Isabel Cárcamo, de la Red de Acción en Plaguicidas y sus Alternativas para América Latina (RAP-AL), recuerda que la primera semilla transgénica que ingresó a Uruguay, en 1998, fue de soja.

"Ahí comienza el uso masivo de los agrotóxicos: glifosato, paraquat, endosulfán, todos altamente contaminantes y prohibidos en muchos países", afirma.

En el 2003 llegó el maíz genéticamente modificado en dos variedades forrajeras y una dulce, para consumo humano.

La reglamentación sobre la introducción de transgénicos está enmarcada por el Protocolo de Cartagena sobre Seguridad de la Biotecnología -tratado internacional que rige la transferencia, manejo y uso de organismos vivos modificados genéticamente-, vigente en Uruguay desde el 2003, pero todo lo referido al tema está inmerso en un mar de irregularidades. Las entidades oficiales encargadas de hacer cumplir las normas ambientales actúan sobre estos dos productos sólo en cuanto a su uso forrajero y nada dicen, en cambio, sobre el consumo humano del maíz dulce, que se vende al público desde el 2004 pese a no estar registrado por el Instituto Nacional de Semillas.

Contaminación por polinización

Cárcamo alerta sobre las dificultades que se plantean con el manejo de los transgénicos y, cuando se trata de maíz, por el tipo de polinización que realiza esta especie. Un estudio de la estatal Universidad de la República reveló que "tres de cada cinco casos con potencial riesgo de interpolinización -mezcla de polen de variedades diferentes- dieron como resultado la presencia de transgenes en la especie no genéticamente modificada". Esto quiere decir que la vecindad de cultivos GM y no GM provoca contaminación cuando coinciden los tiempos de floración.

Tanto para los investigadores como para los ambientalistas esta realidad, mezcla del descontrol y de la problemática que plantea el manejo de los transgénicos, hace necesaria la apertura de un debate sobre la "coexistencia regulada" entre vegetales GM y no GM, reglamentada en el 2008.

Según la Red Amigos de la Tierra, la política de coexistencia regulada no toma en cuenta los eventuales impactos para la salud humana, las amenazas para el medio ambiente, la relación de los transgénicos con la agricultura tradicional, natural y orgánica y los mecanismos de información al consumidor, de ahí que ésta deba ser revisada.

Por Andrés Gaudin

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