lunes, 11 de octubre de 2010

Si yo fuera ex presidente - Roberto Quesada

"No  puede haber grandes dificultades cuando abunda la buena voluntad".-Maquiavelo.

Si lo fuera, por supuesto, de Honduras, estaría pendiente del acontecer político, pero no querría imponer mis criterios ni mostrarme imprescindible. Opinaría, pero como un ciudadano más, con el derecho que da la democracia, sin ningún afán de que, por mis palabras, el presidente en turno, se sintiera amenazado.

Evitaría excederme en señalar los errores de otros presidentes, pues podrían aplicarme el dicho de que hay quien ve la miga en el ojo ajeno, pero no ve la viga que tiene en el propio.

Como ex presidente, estaría consciente de que los poderes de todo presidente son limitados en el mundo entero, pero son más limitados en los países más pobres, en los más dependientes. Por tanto, evitaría, a toda costa, ser inspirador de conspiraciones contra otros presidentes, estaría consciente de que a mi gobierno, con todos los aciertos y desaciertos, nos dejaron llegar al final de mi mandato.

Si yo fuera ex presidente, evitaría me confundieran con un ex del sur, y bajo ninguna circunstancia promovería ni apoyaría un golpe de Estado ni en mi país ni en ningún otro. Conocedor de la historia sabría que los golpes de Estado sólo acarrean muerte y miseria.

Trataría, si el de turno me lo permite, de aconsejarle que lo mejor es tener amplias relaciones con todos los países del mundo, respetando las ideologías, para que el ministro no solamente fuera de interiores. Conversaría con la potencia más cercana, con ese sector democrático y humanista, que, afortunadamente, sí existe dentro de las potencias, para contribuir a que comprendan que un mejor nivel de vida en mi pueblo y en los vecinos, es más eficaz que un muro en las fronteras. Les haría, o intentaría hacerles conciencia, de que desestabilizando países, a plazo no muy lejano, es desestabilizarse a sí mismos, pues el ser humano es de por sí ya inmigrante, y ante las crisis en sus lugares de origen, tienen que emigrar, a costa de la vida si es preciso, hacia los lugares en donde la comida sea abundante.

Si yo fuera ex presidente, constitucional, claro está, no olvidaría los pueblos y aldeas que visité cuando anduve en campaña y me hice el ciego ante la miseria de mi pueblo. Ahora, si me lo pregunta, le diría al de turno que no cometiera mis mismos errores, que urgen cambios, urge aplastar la mezquindad y devolverle al pueblo lo que es del pueblo, lo que debe ser de todas y de todos.

Temería al pueblo, a esa inmensa masa humana, noble y cariñosa, ingenua y bondadosa, pero peligrosa cuando la acorrala el hambre, capaz de devorarlo todo, incluyendo a quienes pudiendo no hicimos nada para no llegar a la confrontación, pues como dijo el poeta: “El hambre no tiene ley, sino hambre”. (José Adán Castelar).

Si yo fuera ex presidente, no temería a una Asamblea Nacional Constituyente, consciente de que el único pétreo es Dios, me gustaría que el pueblo decidiera por sí mismo sin que lo manipulen ni los políticos ni la desinformativa y distorsionadora mass media. Tampoco temería a la reelección, pues consciente de que fui un gran presidente y de que soy un gran ex presidente, sólo me tocaría alistarme, prepararme, pues sin que se lo pida, por mi meritorio pasado, indudablemente, que sería reelecto por mi pueblo. ¡Ah!, si fuera ex presidente tendría mucho tiempo para leer y enviaría copia del presente a los colegas ex presidentes.

Nueva York 10/10/10

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