"En la mira" |
Este mensajito publicado repetitivamente en los últimos días en el diario El Nacional, de Caracas y firmado por una tal Marianela Jaspe, podría no ser más que otra manifestación del recurso tan de moda en la gran prensa de utilizar un grupo de invisibles muñecos para, en un acto de ventrilocuologia cibernética , hacerlos decir lo que el medio prefiere no manifestar abiertamente.
Pero en estos tiempos no se trata de un mensajito cualquiera. Su importancia no radica en la sospecha de que El Nacional posea alguna información sobre la inminente aplicación en Venezuela de la estrategia de desestabilización seguida por el imperialismo en Libia: protestas de un pequeño grupo de contrarrevolucionarios + represión del régimen + armamento y entrenamiento de los revoltosos a cargo de agentes extranjeros infiltrados + choques militares cada vez más violentos + intervención militar directa de las grandes potencias occidentales (con cobertura de la ONU) para dejar expedito el camino de los contrarrevolucionarios hacia la toma del poder.
Además, Venezuela no figura en la lista de los países que, según el general retirado Wesley Kanne Clark, ex comandante de la OTAN, cargo desde el que dirigió los bombardeos contra Yugoslavia, serán invadidos en los próximos cinco años: Irán, Sudan, Siria, Somalia y Yemen. Pero ¿quien puede confiar en un general norteamericano?
Por ahora el caso de El Nacional apenas representa una presunción, una expresión de deseo, pero plantea un escenario posible, y esto, por si solo, es digno de tenerse en cuenta.
Es obvio que lo ocurrido en Libia estimula las fantasías de la reacción venezolana. No hace falta que El Nacional lo anuncie.
Por ahora sus escribas y todos los de su calaña en otros medios (especialmente blogs) están dedicados a establecer o inventar las coincidencias entre Gadaffi y Chávez, entre la Yamahiriyva (el Estado de las Masas) y la Revolución Bolivariana.
Veamos algunos ejemplos
“…Obviamente los halagos y solidaridad expresados por el tte coronel para con Gadafi no han sido fortuitos, responden a la identidad entre ambos modelos salpicados de megalomanía, caudillismo y culto a la personalidad”.
“…El social−fascismo del siglo XXI es una simple reproducción caricaturesca de los moldes que Gadafi implantó en Libia durante su permanencia en el poder”.
“…Tanto el poder popular venezolano como el congreso popular de Libia son sistemas piramidales en cuyo vértice hay una sola persona. Los consejos comunales, comunas y colectivos terminan ocupándose de qué hacer con los camellos o cómo reparar la calle frente a la casa, pero el Estado lo dirige una sola persona sin consultar a nadie”.
Hasta los cadáveres políticos del antiguo régimen, como la abogada Adriana Vigilanza, del partido Copei, se atreven a opinar que:
“…Existen claras similitudes entre el Estado del pueblo de Gaddafi y el sistema político impulsado por Hugo Chávez. Los congresos populares, la supresión del voto directo, la divinización del líder político y la concepción de la propiedad de los medios de comunicación son puntos coincidentes en ambas propuestas”.
Por ahora lo que intentan es dar por conocido (aunque los lectores jamás hayan leído el Libro Verde) un primer valor de una ecuación que ningún revolucionario debe desestimar por el peligro que conlleva: si Chávez es igual a Gadaffi, la solución para que el primer término (Venezuela) sea igual al segundo (Libia y su supuesta conquista de la libertad y la democracia de mercado) es su derrocamiento violento.
Por lo tanto, en el terreno político y doctrinario, sin negar la solidaridad con el régimen derrocado por la OTAN ni dejar de condenar enérgicamente el intervencionismo imperialista, se trata de demostrar la falacia de las coincidencias entre uno y otro líder y sus respectivos regímenes :
- En primer lugar, son gobiernos ubicados en dos contextos culturales completamente disímiles.
- Gadafi negó la existencia de las diferencias de clases sociales y su lucha entre ellas. Chávez, en cambio, se identifica con los principios marxista-leninistas de la Revolución cubana y gobierna, fundamentalmente, en favor del proletariado y los sectores populares.
- Mientras Libia nunca conoció algo parecido a un régimen republicano, en la Venezuela de Chávez están plenamente vigentes la división de Poderes, las libertades civiles y la existencia de una oposición activa.
- Precisamente, el apoyo mayoritario del pueblo le ha permitido a Chávez dejar en plena libertad de movimiento a los desprestigiados partidos políticos del antiguo régimen y a una serie de opositores de diferente signo, incluido el alcalde del Distrito Metropolitano de Caracas, Antonio Ledesma: – Henrique Salas Römer, candidato presidencial por los principales partidos opositores en 1998 -Enrique Mendoza, ex-gobernador de Miranda y principal dirigente de la oposición durante la etapa más convulsionada, entre 2001 y 2004. -Pedro Carmona Estanga, ex presidente de la patronal Fedecámaras y presidente de facto de Venezuela luego del golpe de Estado de 2002 Manuel Rosales, candidato opositor a la presidencia en 2006 y fundador del partido Un Nuevo Tiempo. -Julio Borges, uno de los principales dirigentes del partido Primero Justicia. – Henry Ramos Allup, secretario general de Acción Democrática. – Leopoldo López, el principal dirigente del partido Voluntad Popular. – Henrique Capriles Radonski, Gobernador de Miranda y uno de los principales dirigentes de Primero Justicia.
El único caso de castigo judicial por sus delitos de rebelión civil e instigación a la desobediencia fue el de Carlos Ortega, ex-Presidente de la Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV) y uno de los principales actores del golpe de 2002 y el posterior paro petrolero. Escapó de la cárcel y se asiló en Perú, desde donde continúa con su actividad desestabilizadora.
- Desde 1999 hasta la fecha Chávez se ha desempeñado como Presidente Constitucional de Venezuela gracias al incuestionable triunfo en sucesivas elecciones democráticas, un referéndum revocatorio y un referéndum de reforma constitucional (tras haber aceptado la derrota, en el 2007 de un primer intento).
- Con respecto al funcionamiento de los medios de comunicación, periodistas de la talla de Ignacio Ramonet han declarado que la descomposición de los partidos burgueses y oligárquicos y su descrédito, ha provocando que los medios de comunicación asuman la dirección política de la oposición venezolana, en un fenómeno nuevo que parece extenderse a otros países.
Los principales responsables de esta función – Radio Caracas Televisión (que volvió a transmitir por cable después que su licencia caducara) y Globovisión -, tras una permanente y sistemática campaña anti-gubernamental y de desinformación, continúan, sin impedimentos, con su predica golpista.
Para ello cuentan con el apoyo externo de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), el Grupo de Diarios América (GDA) y medios como el Miami Herald (y su principal agente en América Latina, Andrés Oppenheimer) y CNN en Español, entre muchos otros.
De todas maneras, aún sin contar con un plan digno de considerarse como tal, toda la reacción, encabezada por sus líderes mediáticos, estarán atentos a cualquier protesta o manifestación, por insignificante que sea, y prestos a denunciar ante la opinión pública nacional e internacional alguna forma de control del orden público – aunque se trate de un empellón – como un acto de represión o violencia contra el pueblo.
Algo así acaba de ocurrir en la población de Tinaquillo, en el estado de Cojedes, donde el opositor partido Primero Justicia denunció “la actuación violenta de policías y funcionarios” contra los integrantes de la llamada “tolda amarilla”, sede local del grupo que apoya a Henrique Capriles Radonski en su candidatura a las elecciones primarias del la Mesa de la Unidad (MUD), conglomerado de los partidos de derecha.
“Rechazamos el amedrentamiento como arma política y defendemos el debate de las ideas, el diálogo y las propuestas como herramientas para lograr el cambio que merece el país. Pudimos constatar cómo los habitantes de Tinaquillo deploraron las demostraciones violentas del oficialismo”, sostuvo un comunicado de Primero Justicia.
El grupo declaró no tener miedo y señaló que este tipo de actuaciones le dan “más fuerza y más razones para luchar por una Venezuela con justicia y paz para todos”.
“El oficialismo está temeroso por el cambio que viene liderado por Henrique Capriles Radonski y la alternativa democrática y que se hará efectivo el año entrante”, sostuvo.
Mientras tanto en El Callao, departamento de Bolivar, según la corresponsal de Globovisión, los habitantes decidieron un paro cívico para rechazar la nacionalización del oro y la respuesta del gobierno habría sido la militarización del lugar.
No tendría nada de extraño que este tipo de denuncias y protestas aumente con el correr de los días.
Alentados por el desarrollo y desenlace de la actuación del imperialismo en Libia pretenden reproducir en Venezuela el mismo esquema.
Por eso, hoy más que nunca, no se trata de militarizar nada y mucho menos de recurrir a la fuerza para resguardar el orden público. En última instancia con la intervención de los boy-scout bastaría.
Los revolucionarios venezolanos – no el gobierno – mediante la movilización y una marcha/concentración de masas tan pacífica como colosal, deben mostrar de que lado está la gran mayoría del pueblo.
Y a las manifestaciones de la minoritaria y fragmentada oposición darle todas las facilidades para que demuestre su debilidad, en un clima de absoluta tranquilidad, sin pretextos para desmanes y enfrentamientos.
Pero no hay ningún margen para la ingenuidad. No sería la primera vez que mercenarios o provocadores, haciéndose pasar por fuerzas del orden, atacan a la oposición, en diferentes tiempos y países, para responsabilizar a los gobiernos.
Venezuela está semi-sitiada: por más gestos de buena voluntad, Colombia no dejará de ser una neo-colonia del imperialismo y su punta de lanza en América del Sur. Por si quedaba alguna duda, basta leer los pronunciamientos de su gobierno al apoyar la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU autorizando los bombardeos de la OTAN sobre Libia. Pero, lo peor del caso es que las decisiones estratégicas en materia de inteligencia y contra-inteligencia, espionaje, guerra externa y seguridad interior no están en manos de colombianos, sino del Comando Sur del Pentágono y de Israel (al mando de la guerra contra-insurgente). Y toda la capacidad operativa distribuida en bases militares y para-militares norteamericanas: dos en el Caribe, una en Cartagena y otra en Barranquilla. Otra en el Pacífico en bahía Málaga al lado de Buenaventura, otra en el centro del país en Palanquero, junto a la Dorada, otra en Apiay en los llanos orientales. Dos más situadas en La Guajira y otra en el sur del país.
En el Norte, bases militares del imperio en Aruba y Curazao, (no está confirmado el establecimiento de otra en la Guyana francesa) Guantánamo, Puerto Rico y Miami; hacia el nor-oeste, en Palmerola, Honduras, y en el Caribe y litoral atlántico rondando la reactivada IV Flota.
Una apretada y poderosa red para monitorear, mediante la tecnología más avanzada que existe, toda la región y su epicentro más apetecible en lo que a petróleo se refiere; infiltrar agentes, traficar drogas y armas, corromper y sabotear.
Momentos para tensar al máximo la atención de los organismos de seguridad del Estado pero, sobre todo, para demostrar, una vez más, que unos cuantos miles de aventureros y vende patria, por más apoyo internacional con que cuenten, no pueden contra todo un pueblo (Girón remember).