1. La falaz “democracia representativa” constituyó una manera ingeniosa de superar el poder de los reyes, que sería un don otorgado por los dioses a ciertas familias dizque de sangre azul.
Mediante ella, el origen popular del poder se convirtió en la fuente de legitimidad para ejercerlo.
Hasta ahora la han manipulado, casi que con exclusividad, los politiqueros clientelistas, a título de presuntos “representantes” de los individuos soberanos, actualmente conocidos como “ciudadanos” en vez de “súbditos”.
Como el ejercicio de la democracia auténtica, entendida como “el gobierno del pueblo para el pueblo” –algo muy diferente a la adopción supersticiosa de los “tres poderes” independientes y armónicos, definidos por la burguesía como esencia de su “democracia representativa”- era imposible por obvias razones físicas, la ingeniosa solución de los pensadores liberales fue establecer un mecanismo convencional, presuntamente adecuado para garantizar la expresión soberana del individuo, pues el pueblo estaría constituido por cada uno de ellos.
Las individuas estuvieron excluidas originalmente del ejercicio de sus derechos políticos, tanto como los individuos que careciesen de patrimonio. Pero, evidentemente, la cúpula gobernante se amplió, reduciendo el despotismo individual de los monarcas.
El esquema de poder burgués, impuesto por la Revolución Francesa, le otorgó al ciudadano corriente el derecho al voto, ese con que los políticos suelen negociar prebendas. O sea, ha servido, básicamente, para usarlo en la elección de “representantes” en vez de en la decisión sobre los asuntos públicos de interés para el ciudadano.
Tales “representantes”, teóricamente, deberían representar los intereses de sus electores. Pero, en la práctica, lo que ha ocurrido -siempre y en todas partes- es que aprovechan su “legitimación” para defender sus intereses particulares, lucrándose al máximo de las oportunidades que su ejercicio del poder les otorga.
Usualmente, el mayor poder reside en la cabeza del “ejecutivo”, sobre todo en los regímenes parlamentarios. Pero el “legislativo” puede llegar a equipararlo o hasta superarlo, aunque la corrupción excepcional de quien llega a ocupar la máxima magistratura suele ser tan extrema que son pocos quienes se atreven a retarlo.
En cuanto al tercer poder, el “judicial”, no puede considerarse una creación de Montesquieu sino la asimilación por el modelo de gobierno liberal de la civilizadora conquista humana que es el “Derecho”, cuyas raíces se hallan en los albores de la agónica Historia.
2. Ahora, sorprendentemente, la Humanidad cuenta con una herramienta impensable hasta que su existencia se impuso con tanta contundencia como un fenómeno natural. Son las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC).
Su efecto revolucionario es objetivo e inevitable. Constituyen la más elaborada e idónea plataforma para ejercer la democracia directa, la verdadera, la que dota a cada individuo de su personal cuota ciudadana de poder, impidiendo que se vea obligado a delegarlo.
Desde luego, los potentados insisten en calificar como “democracia” el exabrupto impostor que les ha permitido a elites y oligarquías mantener subyugadas a las mayorías, despojándolas del patrimonio común y de su dignidad personal, de la manera más “legítima”, cocinada por los legisladores traidores de sus electores y arrodillados al imperio sionista.
Por eso, ante la insurgencia revolucionaria y espontánea de los
“indignados” del mundo entero, esperan adulterar los tres procesos exitosos (Túnez, Egipto y Libia) impulsando e imponiendo “democracias representativas” que remplacen a los respectivos dictadores y sus regímenes abiertamente oprobiosos y totalitarios.
Ya se está en el proceso de constituir naciones soberanas y democráticas de verdad, mediante la promulgación de constituciones políticas que lo estipulen.
Pero los potentados esperan que sean elaboradas por camarillas en vez de por la participación amplia y soberana de los ciudadanos. Posteriormente, para cumplir el rito mágico que las santifique, serían sometidas a algún referendo que las legalice.
También esperan que estipulen la conformación de los “tres poderes” aceptados por la burguesía como fetiches sagrados de la “democracia representativa”. Con ellos han sido capaces de ocultar, desfigurar y desvirtuar la verdadera democracia en las naciones de occidente que la han adoptado y en las que las imitan, generalmente a la brava u obligadas.
Es, tal vez, la última oportunidad que tienen los enemigos comunes para seguir abusando de los pueblos mediante los cipayos vendepatria que suelen ocupar las cúpulas gobernantes.
Sin duda, la pelea será intensa, pues la democracia espuria, representativa, burguesa o liberal, está agonizando, pero sus beneficiarios -politiqueros, clientelistas y, la mayoría de las veces, corruptos- saben que si desaparece desaparecerán con ella, y eso no les gusta aunque se lo merecen.
Temen, pero no lo admiten, que su sistema jerárquico, consumista, represivo y representativo esté sufriendo su crisis definitiva, pues está destruyendo el Mundo y persiste en extinguir al 95% de la Humanidad, lo cual nadie sensato y digno está dispuesto a secundarles; ni ellos pueden negarlo a pesar de contar con sus medios de desinformación masiva, tan desacreditados con Rupert y James Murdoch con su pasquines tipo News of the World, que logró envenenar a la opinión pública mundial en beneficio de los potentados, durante más de 160 años. Al respecto, rescato un escrito de principios de 2009 que conserva su actualidad porque los sionistas siguen asediando y fumigando a los palestinos, a más de que ilustra la proeza desinformativa de los manipuladores de opinión. (Ver anexo “Razones de humanidad”)
Si desatan la guerra, que es su recurso extremo, podrían lograr pronto su objetivo genocida debido al inmenso arsenal que poseen. Por eso, no debemos caer en sus provocaciones, de modo que no puedan justificar sus planeados maremagnos, orientados a salvar a los potentados para perder a las mayorías inocentes.
3. Desde luego, no podemos admitir que el levantamiento de los pueblos sea capitalizado por los potentados en los tres países en trance de liberación, ni en los que seguirán su ejemplo.
Sus métodos y principios serán originales, auténticos, efectivos, honorables, realmente democráticos.
En primera instancia, ha de ser ratificada democráticamente la conformación de un gobierno de transición súper vigilado por el pueblo, limitado en su autonomía y conformado por personas de reconocida honorabilidad en vez de por los ex funcionarios de los dictadores derrocados, como está sucediendo.
En particular, el Consejo de Transición de Libia despierta serias sospechas por las simpatías que le han demostrado los potentados enemigos de la Humanidad y del planeta. Por tanto, su mandato provisional exige la clara autorización del pueblo que ha puesto los muertos para librarse del verdugo.
La veeduría internacional de los ciudadanos globales ajenos a las esferas de poder tradicionales, es indispensable para que la lucha democrática no sea inútil, de modo que la mejoría en las condiciones de vida para todos, tanto como el castigo a los potentados, se extiendan a todos los países, en vez de permitir que los herederos e imitadores del verdugo se apropien de los procesos libertarios que pujan por enterrar la Historia e inaugurar la Nueva Era.
Este primer ejercicio formal de democracia directa constituirá un avance respecto a la expresión espontánea de las multitudes conscientes que logró derrocar a los dictadores.
Evidentemente, hay que repetirlo y remarcarlo, esta realidad de la participación de todos los interesados en los asuntos públicos, se vale del recurso moderno capaz de sustentar una nueva era antropológica, las TIC.
Mediante ellas se logró la participación libre de los ciudadanos inconformes y ajenos, en su mayoría, a partidos y grupúsculos de politiqueros expertos en manipulación de masas y hambrientos de poder.
Irónicamente, las insólitas tecnologías (que, según denunció tempranamente George Orwell, les darían a los potentados el control absoluto sobre los ciudadanos) servirán para que ellos se expresen libre y ampliamente sobre la sociedad que quieren, definiendo las características del Estado y de las instituciones que pondrán la riqueza al servicio de todos.
También impedirán que alguien vuelva a sentirse autorizado para monopolizar el poder, ya sea como un dictador megalómano o como cabeza de un grupo, partido o clase social. O hasta como el anunciado, temido y esperado Anti Cristo que anhelaba ser el estulto George Walker Bush, disputando con el santón criminal y también petrolero, Osama bin Laden.
Ahora todos y cada uno podemos participar, opinar, debatir, rechazar, compartir, disentir o aprobar, sin caer en el enfrentamiento pasional del cara a cara que, más que argumentos, razones y relaciones, promueve la vanidad de la elocuencia, cuando no el insulto y la ligereza en los aportes y los análisis individuales.
El debate parlamentario, o la confrontación de personalidades, son algo poco productivo. Más bien, son contraproducentes, demasiado lentos y poco rigurosos, ante la agonía mortal y galopante del Mundo. En cambio, la reflexión personal y la consecuente opinión original e independiente, son nutrientes indispensables en la nueva Era, cuando el disfrute de la Vida será real para todos los que hemos recibido el asombroso don de existir.
Como guía y criterio general, teniendo en cuenta a todos, incluyéndote a ti, empleando el debate amplio, informado y respetuoso, apegado a la Verdad, se habrá de proceder hasta que llegue el momento de decidir entre todos lo más conveniente para que cada uno le saque el mayor provecho posible a su existencia respaldado, en todo momento y situación, por la sociedad ajena a caprichos de sicópatas prepotentes, desalmados, ambiciosos y mentirosos.
Desde luego, las presidencias, los primeros ministros y los parlamentos, quizás hasta los mismos tribunales de justicia tradicionales y venales, pierden toda justificación, pues no podrán seguir suplantando al pueblo ni negociando penas con los bandidos.
Basta definir un “Contrato Social” digno y respetuoso; crear las instituciones adecuadas para que funcione, y dotarlas de los funcionarios mejor preparados para actuar conforme a lo que determinen las verdaderas mayorías, conocidas como pueblo soberano .
¡Vivir con dignidad es mucho más sencillo y gratificante que sometido por instituciones jerárquicas!
De ninguna manera puede aceptarse la invasión de fuerzas extranjeras a los países que se han liberado de los déspotas abriéndole al pueblo la oportunidad de apropiarse del poder que le pertenece y que ejercerá soberanamente.
La propuesta de Ban Ki-moon, secretario de la ONU, para invadir Libia, es inaceptable. Hay que denunciar su abuso, independientemente del nombre que le asigne el hábil demagogo (“Misión de paz”, o lo que sea) tanto como de sus buenas intenciones que, de aceptarse, conducirían al infierno al pueblo martirizado, engañado y traicionado.
Evidentemente, cualquier presencia de tropas extranjeras en Libia buscará reprimir al pueblo, impidiendo que desarrolle su original democracia. También, obviamente, un propósito evidente es despojarlo de su patrimonio, en particular del codiciado y letal petróleo cuya explotación tantos daños ha causado y sigue causando, como lo demuestra su contaminación de las aguas (golfo de México, selva amazónica, mar del norte, mar de China, río Yellowstone, etcétera). Es un mal deliberado, creciente, e irreparable en plazos adecuados para la conservación de la Vida. Por eso, hay que prohibir su explotación en defensa de la biosfera que los potentados se esmeran en deteriorar lo más que puedan para garantizar la extinción.
¡La causa es común, de modo que a todos nos incumbe!
ANEXO: “Razones de humanidad”
https://docs.google.com/viewer?a=v&pid=gmail&attid=0.1&thid=1320e7fecaeba899&mt=application/msword&url=https://mail.google.com/mail/?ui%3D2%26ik%3Dcc7e96ea78%26view%3Datt%26th%3D1320e7fecaeba899%26attid%3D0.1%26disp%3Dsafe%26realattid%3Df_grvbtffd0%26zw&sig=AHIEtbRZJvUO-ZAbuBXXZhuYrSQg07Ed3w
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