jueves, 27 de enero de 2011

Apoyo internacional a la división de Sudán

SUDÁN DEL SUR

EL REFERÉNDUM HA SIDO IMPULSADO POR EE UU Y CHINA CON MIRAS EN EL PETRÓLEO

En Sudán del Sur, territorio semi autónomo que sufrió 22 años de guerra, cuatro millones de personas han votado constituirse en un país.

El petróleo en el sur de Sudán alienta la independencia
http://www.diagonalperiodico.net/El-petroleo-en-el-sur-de-Sudan.html

África González / Madrid

Del 9 al 15 de enero tuvo lugar un referéndum crucial en África. El pueblo negroafricano del territorio semi autónomo de Sudán del Sur ha votado si quiere permanecer unido al norte de Sudán, árabe y musulmán, u optar por la independencia.


EE UU, principal mentor del Acuerdo Comprensivo de Paz (CPA, por sus siglas en inglés) firmado el 9 de enero de 2005, esconde, detrás de su fachada pacificadora, intereses por hacerse con un trozo del pastel: las inmensas reservas de petróleo sin explotar, oro, uranio y tierras fértiles de las que hasta ahora sólo se han beneficiado el Gobierno del norte y sus aliados, sobre todo China.

Sudán del Sur, con una superficie de 600.000 kilómetros cuadrados, –como España y Portugal juntas– con una población estimada de diez millones de habitantes, ha sufrido hasta 2005 una de esas guerras africanas olvidadas, que duró 22 años y dejó al pueblo al borde de la extenuación, convirtiendo estas fértiles tierras bañadas por el Nilo y bendecidas por abundantes recursos petrolíferos, en una de las zonas más paupérrimas del mundo. La guerra se cobró dos millones de vidas y cuatro millones de refugiados.

UNA SEMANA DE REFERÉNDUM. Arriba, manifestación de partidarios de la unidad. Central: una mujer sale de un centro electoral de El Fasher (al norte de Darfur). Un soldado y un reportero durante el recuento (a la izquierda). Albert González Farran / UNAMID

Marginados durante décadas por el norte árabe y musulmán, excluidos de todo desarrollo y acosados por una islamización forzosa, la población de Sudán del Sur –de mayoría cristiana y seguidora de religiones tradicionales– después de tantos años de lucha, de marginación absoluta y pérdidas humanas, lo tiene claro: el sí a la independencia significa el fin de la esclavitud, a pesar de todos los riesgos y desafíos que tenga que afrontar.


El mismo presidente del Gobierno de Sudán del Sur (GOOS) Salva Kiir, hace tiempo que lo dijo alto y claro; en octubre de 2009 declaró: “Los electores tienen dos opciones: la unidad, aceptando seguir siendo ciudadanos de segunda en su propio país o la separación y por fin ser personas libres”. El proceso para la búsqueda de un fin al conflicto armado entre el norte y el sur arrancó en 2002 con las primeras negociaciones de paz entre el Gobierno de Jartum y el entonces grupo armado Ejército de Liberación del Pueblo Sudanés (SPLA), hoy convertido en partido político: SPLM.

Tras muchas dificultades e inmensos esfuerzos diplomáticos por parte de la comunidad internacional formada en este caso por la Unión Africana, Naciones Unidas, UE, Liga Árabe, Grupo Intergubernamental para el Desarrollo (IGAD); pero sobre todo gracias al empeño de EE UU, el 9 de enero de 2005 se firmaba en Naivasha (Kenia) el Acuerdo Comprensivo de Paz (CPA), que marcaba el camino hacia la independencia.

El CPA marcó la fecha del referéndum por la independencia el 9 de enero de 2011, tras un periodo interino de seis años y seis meses, en el que el Gobierno de Unidad Nacional se establecía en Jartum, mientras Juba era la capital de la región semi autónoma de Sudán del Sur, gobernada por el SPLM.

Entre el norte y el sur quedan aún muchos asuntos pendientes por resolver, antes de que se proclame definitivamente la independencia, prevista para el 1 de agosto, si el ‘sí’ triunfa como indican todas las previsiones. Uno de esos flecos es la cuestión de la ciudadanía y nacionalidad de norteños en el sur, y de sureños viviendo en el norte; otra es resolver las cuestiones fronterizas, como en la región de Abyei, pendiente aún de un referéndum para decidir si quieren pertenecer al sur o al norte.

Sin embargo, la cuestión más espinosa gira en torno a los repartos de los beneficios del petróleo. Hasta ahora el norte ha sido quien ha producido, exportado y se ha beneficiado del petróleo pese a que el 80% de sus reservas (6.300 millones de barriles) se encuentran en el sur. Según establece el CPA durante este período interino los beneficios deberían haberse repartido al 50%, pero el norte sólo le ha pasado al sur el 15%, según han revelado las propias compañías que están comprando el petróleo a Sudán.

Por otra parte, la veda para negociar directamente con el sur ya está abierta. Tras la firma del CPA, la compañía norteamericana Marathon Oil, junto con la francesa Total Elf Fina y la Kuwait Foreing Petroleum Company comenzaron a hacer negocios directamente con el SPLM para la explotación del Bloque B, en la región de Sudán del Sur.
Intereses en la región

EE UU ha invertido millones de dólares en su empeño por una paz definitiva en una región olvidada durante décadas. ¿Por qué ahora este compromiso tan firme por la paz? No cabe duda que la política exterior de EE UU cambió de rumbo tras el 11-S de 2001, cuando comenzó una lucha antiterrorista contra posibles nichos de Al Qaeda. Y Sudán del norte estaba en la lista negra, ya que en 1994 Osama Bin Laden se refugió aquí, donde organizó campos de entrenamiento.

El apoyo continuo a la guerrilla del SPLA fue evidente en los últimos años. También se alude a la apuesta por la paz en la región del presidente Barack Obama. Sin embargo, este compromiso no es altruista. Detrás de su afán pacificador se esconde el interés por no dejar escapar la perita en dulce que suponen los recursos de este

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La estrategia global en Sudán

Andrea Minalla, periodista sursudanés experto en Derechos Humanos explica a DIAGONAL que las luchas por el control de los recursos en lugares geoestratégicos se trasladan ahora a Sudán, como ya sucedió con Somalia. “Ellos [el norte de Sudán] ya lo están haciendo. El ejemplo es el Ejército de Liberación del Señor (LRA) apoyado por los árabes que están actuando en la zona de Yambio y República Centroafricana. La guerra del LRA ya no está sólo en Uganda, afecta también a los Grandes Lagos, con el apoyo de los islamistas, a través de Jartum. Por ejemplo, llegó un cargamento de armas que venía de Rusia y estaba destinado al LRA”, señala Minalla. Argumenta que el fundamentalismo está ahí de nuevo y “por el contrario, el Southern People Liberation Army (SPLA) ha sido apoyado con suministros de armas por EE UU. Todo el mundo lo sabía. Es un problema global, está claro. La gente está interesada en los recursos del Sudán del Sur: petróleo, oro, uranio, bosques e inmensidad de tierras fértiles”.































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