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Con un discursito 20 juliero, el ministro de la defensa Rodrigo Rivera despidió al capitán Francisco Javier García y al subteniente Carlos Andrés García. Ambos miembros de un ejército criminal colombiano que ha sembrado la tragedia en muchos hogares, como instrumentos del terrorismo de Estado. El capitán García, según el mismo ministro había participado en el operativo que cegó la vida del comandante insurgente Jorge Briceño, “había recibido muchas condecoraciones” dice el ministro exaltando las calañas que envía había realizado en capitán de marras.
Toda medalla y condecoración en el ejército colombiano está precedida de una masacre, una ejecución sumaria, un desplazamiento y otras veces bajando el sable sumiso frente al narcotráfico y la corrupción.Ante la muerte de este oficial superior, Capitán Francisco Javier García cabe el adagio popular, el que a hierro mata, a hierro muere. De qué sirve un pecho lleno de medallas en el sepulcro frio. De qué sirve el pecho lleno de condecoraciones defendiendo a una oligarquía podrida, nauseabunda y vende patria como la oligarquía colombiana.
La solución política en cambio, no ofrece medallas ni siquiera de hojalata y oropel, la solución política no existe en el vocabulario hipócrita de una clase mafiosa, que quiere perpetuar a toda costa un conflicto, cuya solución pondría en cuestión sus privilegios y riquezas. La solución política al conflicto nos evitaría enfrentarnos a este acto cotidiano que contar nuestros muertos.
Cuántos muertos, cuántos soldados e insurgentes tienen que morir para que la oligarquía colombiana entienda, que su delirio de derrotar a la insurgencia para perpetuarse en el poder no tiene sentido, mientras exista miseria, opresión y ausencia de democracia.
Honor y gloria a esos hombres y mujeres que se levantaron en armas para luchar contra la tiranía, Banderas y medallas para aquellos que matan en nombre de la oligarquía. Solución política YA.
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