de Pedro José Madrigal Reyes
Khaled, Compañero, hermano…
Cuando recibí la noticia de tu muerte a manos de los cuerpos represores del gobierno de Mubarak, que habían encontrado en tu intachable lucha a un titánico detractor de la injusticia, me sentí desolado, para luego comprender que ese es el destino de todos los que como tú no han dudado jamás en la defensa de los ideales, de las causas de los olvidados…; y entonces sentí rabia de verte destrozado, y sentí rabia de ver al pueblo dormido, sentí rabia que tu vida pasaba desapercibida para los medios de comunicación, y sentí rabia de que tu muerte –que era una denuncia- pasaba a engrosar las filas de los que murieron, cuya memoria fue borrada por los enemigos de los pueblos…
Tras tu muerte las cosas no cambiaron, los gobernantes en sus burbujas, los sueños olvidados -salvo para algunos que continuaron denunciando las atrocidades del dictador -, y el pueblo languideciendo en un mar de injusticias, los niños muriendo por enfermedades prevenibles, por la carestía de los alimentos o por el siempre traumático escaso acceso al agua; y el estado egipcio como siempre, convertido en la provincia de las imperiales “democracias occidentales” que con su mercado global han convertido a nuestros pueblos en el pasto de los especuladores del planeta. Hoy como ayer, continuamos en las manos de los oligopolios supranacionales que se encargan de mantener a esos gobernantes que esclavizan y matan a sus conciudadanos.
Pero de pronto en Túnez ocurrió lo impensable, las banderas de las luchas se empuñaron; se olvidaron los miedos, se prendió la llama de la rebeldía y ya no hubo cuerpos represivos capaces de detener a un pueblo que había tomado la decisión de luchar o morir, y el dictador -Ben Alí- se fue, hoy los lacayos del Killer Capitalismo intentan capitalizar la revolución en su favor, para que nada cambie, pero el pueblo sigue allí empecinado en que todas las estructuras de poder deben de ser derribadas para poder construir una sociedad para todos… Y ya nada fue igual, los pueblos vecinos se contagiaron de libertad, de lucha, de valentía infinita; y desafiaron a los déspotas protegidos por el gran capital y por las democracias que exigen a nuestro pueblos continuar por la senda de la pobreza -–recomendado por gurús de derechas socialdemócratas y pseudo-izquierda- para poder mantener los privilegios de unos cuanto, para continuar obteniendo el “máximo beneficio”- –crecimiento económico para ellos -,que indudablemente es pobreza, mucha pobreza para nuestras naciones.
Khaled, los tiempos están cambiando y lo que antes era una pequeña pero luminosa llama encendida en Latinoamérica, hoy es una inmensa fogata que alcanza una nueva dimensión de rebeldía. Hermano, el mundo observa, los pueblos árabes observan, también lo hace la cada vez más precaria “Europa Social”; ya sienten el calor de la llama que libera, y nosotros estamos prestos a continuar tu ejemplo…
Siempre compañeros.
Siempre Hermanos
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