"Un Estado donde queden impunes la insolencia y la libertad de hacerlo todo, termina por hundirse en el abismo”. —Sófocles, poeta griego
En agosto del 2009, el presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, se lavó las manos en México sobre el golpe de Estado en Honduras, durante la Cumbre de Líderes de América del Norte, arguyendo: “Los mismos críticos que dicen que los Estados Unidos no han intervenido lo suficiente en Honduras son las mismas personas que dicen que siempre estamos interviniendo y que los yanquis necesitan salirse de Latinoamérica
Por tratarse entonces de un recién estrenado presidente, podría creérsele e incluso ilusionarse en que en adelante las cosas con America Latina serían diferentes, puesto que ya lo había dicho durante la V Cumbre de las Américas, celebrada en Trinidad y Tobago del 17-19 de abril, 2009: “Mostramos que aunque tengamos nuestras diferencias, podemos y debemos trabajar juntos en cuestiones en las que tengamos intereses comunes (…) No hay socios grandes y socios pequeños en América, sólo compañeros”.
Esa fue la entrada triunfal de Obama en América Latina, pero tiempo antes y después del golpe de Estado en Honduras ha habido intervención directa de un sector de los Estados Unidos para asestar y luego blanquear el golpe, cosa que no se pudo. Entonces la pregunta es de que si Obama hablaba de no intervención, era para todo, para el bien y para el mal. No se explica cómo se permita la intervención para el mal y hay que lavarse las manos cuando se trata del bien colectivo, de todo un pueblo, para no intervenir en que en Honduras vuelva la democracia, la institucionalidad y no se le dé luz verde, como hasta ahora ha sucedido, a la impunidad
La esencia del golpe de Estado es interna: un caudillo que se sintió desplazado por el carisma arrollador del entonces presidente Manuel Zelaya; y un aspirante a presidente, resentido y rencoroso, que veía que se le iba el último tren de las posibilidades y tenía que subirse a costa de lo que fuera, incluida sangre humana, con tal de colgarse aunque fuese en el último vagón presidenciable. El más astuto de ellos, entre las sombras vendió la idea a sus compadres más extremistas de la derecha estadounidense, de que el golpe a Zelaya era directo al presidente Hugo Chávez y por efecto carambola golpearía también a los hermanos Castro en Cuba.
Aquellos, que para nada les importa Honduras y sus habitantes, vieron tierra fértil para ocasionarle, según ellos, daños a sus enemigos jurados como lo son Fidel Castro y Raúl Castro, y, por anexión contemporánea, Hugo Chávez. Tremenda desilusión que se habrán llevado pues al único que le hicieron daño fue al pueblo hondureño
Al vender esa idea los golpistas se refugiaron en el ala ultraderechista estadounidense para que les sirviera de paraguas y que los protegiera por los delitos que estaban por venir, en los cuales ya estaban conspirando. Eso explica el por qué, como los llama Víctor Meza, “el tiranuelo y su pandilla de ladrones”, se pavonean a lo largo y ancho de Honduras vacunados contra la inmunodeficiencia (impunodeficiencia adquirida y/o proferida), se sienten inmortales y los únicos de enjuiciar sin ser ellos nunca enjuiciados.
Todo lo anterior lo respalda la más reciente publicación de los Wikileaks el pasado 29 de febrero en El País, de España. En donde queda claro que nada ha cambiado y el asunto de ir a la Embajada de los Estados Unidos por las autoridades hondureñas a solicitar consejos, pautas o asesoramientos sigue siendo el de siempre. A diferencia de que esta vez, aunque suene irónico, los consejos del embajador Llorens han sido favorables para la paz, la democracia y la convivencia del pueblo hondureño, tal vez por eso no se le tomaron al pie de la letra
Esta nueva publicación refleja de que la administración Obama está totalmente al tanto de quién es Micheletti, de la gente que lo maneja a él y de los subordinados (llamados en la publicación “socios” de Micheletti): “Los cables redactados en la Embajada estadounidense de Honduras tras el golpe del 28 de junio de 2009 contra el presidente Manuel Zelaya muestran todo lo que se asocia con un país sin instituciones fiables y bajo la sombra de Estados Unidos: un político que ocupó la presidencia (Roberto Micheletti) en nombre de la honestidad y el despotismo tuvo que ser amenazado por Estados Unidos con la retirada del visado para que dejase el cargo. Micheletti, según la embajada, aprovechó la crisis provocada por el golpe para amañar contratos corruptos hasta el último minuto”.
Sabiendo esto la administración Obama, al no intervenir con firmeza para restituir la democracia, de todas maneras está interviniendo, pero, lastimosamente, a favor de los asaltantes de la democracia.
Más adelante se lee, en El País, de España: “Un mes después del cese, el embajador de Estados Unidos escribía: "Mientras el presidente de facto, Roberto Micheletti, y sus colegas se retrataban a sí mismos como profesionales de un Gobierno honesto y eficiente, ellos parecen haber amañado tratos en la sombra que eran mayúsculos incluso para los estándares locales. La aprobación de un gran contrato hidroeléctrico con tan escaso beneficio para el Estado, justo una semana antes de que el régimen deje la oficina es el principal ejemplo. (...) Fuentes fiables de la Embajada han implicado directamente a Micheletti y a algunos de sus socios más cercanos en este contrato. Miembros del Congreso y otros que en tiempos normales habrían efectuado un escrutinio del caso estaban distraídos con la crisis política y las elecciones".
Y, por si fuera poco, los cables señalan directamente con nombres y apellidos: “"Según las fuentes de la Embajada, Micheletti fue uno de los socios hondureños que facilitó la concesión", indicaba el cable fechado el 20 de febrero de 2010. "Los principales facilitadores fueron Saavedra, el ministro de Obras Públicas de Micheletti, Saro Bonanno y los íntimos de Micheletti Johnny Kafati y Roberto Turcios. Es inconcebible que este contrato pudiera haberse conseguido sin el conocimiento de Micheletti".
En cualquier país pero especialmente en un país tan pobre y necesitado como Honduras, estos y todo el rosario de delitos que poseen los golpistas, sería más que suficiente para no respaldarlos porque esto se convierte en delitos de lesa humanidad. ¿Cuántos niños, adultos, han muerto en Honduras porque los hospitales están desabastecidos muchas veces de medicamentos básicos desde el golpe de Estado a la fecha y dónde está todo el dinero que pudo ser destinado para que estos compatriotas no fallecieran?
También en este nuevo documento queda claro el temor del presidente Lobo a convertirse en presa de los militares, cuando el embajador Llorens le plantea “la necesidad de que eliminase de su Gobierno al responsable de Defensa, Lionel Sevilla, y al jefe del Estado Mayor, Romeo Vásquez Velásquez, miembros ambos del régimen de Micheletti”. Y continúa el cable: “Lobo objetó que si actuaba precipitadamente, los militares podrían volverse contra él”.
Con todo esto que ya es de dominio público y con el arsenal de información que es seguro tienen sobre los golpistas, la gente se pregunta qué fuerzas tan poderosas protegen a los golpistas que Micheletti se da el lujo (y nos recuerda a Noriega), cada vez que lo desea, de insultar al embajador Hugo Llorens, de insultar a los Estados Unidos, y la llamada única potencia mundial parece impotente, presta a poner la otra mejilla.
Esta nueva información que evidencia que los Estados Unidos sabía más de lo que admitía saber sobre el golpe de Estado en Honduras, trae más precariedad para el reconocimiento de Honduras por la OEA y el concierto de naciones. Vuelve a encenderse la voz de alarma entre las democracias latinoamericanas y nadie querrá ver asaltado su país, destruida la institucionalidad, exiliados y desterrados sus compatriotas, los muertos sin justicia cumpliendo nada más aniversarios de muertos, y los malhechores en ardiente romance con doña impunidad.
Con este ejemplo de Honduras para el mundo, ya habrá quienes se frotan las manos, dentro de la misma Honduras, para meterse en el negocio de los golpes, después de todo no existen leyes internas ni externas que condenen a nadie por ese tipo de delitos.
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