jueves, 25 de agosto de 2011

Los indignos y los indignados - Roberto Torres Collazo

rtorres@siglo21.com
Como en otras épocas los indignados vuelven a las calles, ahora están hace meses en Europa, están protestando, exigiendo, protegiendo sus pensiones, cuentas financieras, sus beneficios laborales, quieren empleos y los que tienen suerte de tener empleo están luchando por mantenerlos.
Los indignos, los gobiernos y las corporaciones multinacionales, por su parte están cortando las ayudas sociales, recortando salarios, desalojando la gente de sus casas. Los políticos y sus fuertes aliados: los banqueros, están anteponiendo los intereses del capital financiero por encima del capital humano. Los recortes presupuestarios son la orden del día. En consecuencia directa han aumentado las protestas, el desempleo y el empobrecimiento en Grecia, Italia, Portugal, España e Irlanda.

Las demandas de los indignados nos parecen justas. Porque no es justo que los políticos y banqueros tomen decisiones a nombre de sus ciudadanos y no cuenten con ellos en decisiones tan importantes como las económicas y financieras. No es justo que a los pueblos les dé pulmonía y a los ricos les dé una gripe. No es justo que un empleado esté casi toda una vida trabajando y ahora vea sus pensiones en peligro de desaparecer.
En Estados Unidos, según Peter Whoriskey en “The Washington Post” (6/16/11): “El 0.1% de la población fue el que tuvo el más alto salario de la nación; en 1975 obtuvo el 2.6% en ganancias y en 2008 el 10.4%”. Este 0.1% de los más ricos aumentaron sus riquezas desde 2000 al 2007 a $670 billones. Los ricos se hacen más ricos y los pobres más pobres: el salario anual promedio de un alto ejecutivo de una corporación es entre $11 y $15 millones al año y hay hasta quien gana la escandalosa cifra de $43 millones.

Los salarios y beneficios de los grandes ejecutivos de los mayores 25 bancos y firmas aseguradoras ascendieron en el 2010 a $135.5 mil millones. Cifras del censo indican que el número de personas que vive en la pobreza total aumentó en 2010 a 45 millones. En 2009, uno de cada cuatro afroamericanos y uno de cada tres latinos vivían con ingresos debajo del nivel de pobreza mientras que solo uno de cada once blancos no latinos era pobre.
Cuando se hace el saludo o juramento de lealtad a la bandera, se dice: “Justicia para todos” el 70% de los estadounidenses no están seguros que haya justicia para todos. Se dice que esta crisis afecta a todos. Falso. Afecta más a unos que a otros. No puede haber democracia política en ningún país mientras no haya democracia económica para todos.

No puede haber democracia real mientras los indignos ganan y ganan y los indignados, que son la mayoría, pierden y pierden. Los consensos en Washington parecen estar llevando la nación hacia la decadencia financiera. Echarle la culpa de todo a un partido político en específico, como hacen algunos, no resuelve ni resolverá nada. Porque Obama prometió un “Cambio” y lo que ha hecho es complacer a las súper poderosas corporaciones y a la derecha, que son las que realmente dirigen Estados Unidos y el mundo.
En Estados Unidos necesitamos que los indignados nos tiremos a las calles, nos unamos, organicemos y luchemos pacíficamente por lo que es justo, porque no basta votar de cada cuatro años. Que les enviemos un poderoso mensaje al gobierno, Wall Street, las corporaciones y los banqueros de que tenemos dignidad, que no somos marionetas para que jueguen con nuestras familias y nuestro futuro. Tirarnos a las calles para reclamar lo que nos pertenece por derecho. Hoy quizás más que nunca necesitamos la solidaridad internacional entre los indignados del mundo. Es necesario que le digamos que no es justo, que mientras apenas nos llega a los indignados el cheque para fin de mes, los indignos aumenten sus riquezas en nuestras narices










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