sábado, 8 de enero de 2011

Chile: Asombro: Cuando la caravana se sorprendió por un paisaje único

Por una vez, el impacto no fue provocado por la competencia en sí, sino por algo externo: la mina chuquicamata, la mayor de cobre a cielo abierto en el mundo, en Calama.

Por Roberto Berasategui

Enviado especial

CALAMA, Chile.- El cruce de los Andes es uno de los momentos que más expectativa causan en el Dakar. Los competidores transitan a 4780 metros sobre el nivel del mar y algunos no soportan el apunamiento o la falta de oxígeno. Otros disfrutan el paisaje en el tramo de enlace más pintoresco de la competencia, junto al otro tramo de cruce cordillerano, el de regreso por el Paso San Francisco, de Copiapó a Catamarca.


La postal cambió. Del verde y la humedad casi selvática de Tucumán, en apenas 24 horas se pasó, previo tránsito por Salta y Jujuy, al monótono gris amarillento del desierto chileno. Abruman tanta arena y la inmensidad, misteriosa, atrapante, imponente.

Antes de llegar a Calama aparece una ciudad fantasma. Su nombre es Chuquicamata. Parece una escenografía de los estudios Universal. Hay escuelas, iglesias, casas, comercios, un destacamento policial, una plaza. Lo que no hay es... habitantes. Da miedo caminar por esas calles tan prolijas por la falta de uso. Aquí se siente algo como en el desierto: la ausencia de gente.

Chuquicamata estuvo poblada por casi 30.000 personas hasta el año 2000. Fue una ciudad exclusivamente surgida por la mina homónima, la más grande del mundo de cobre a cielo abierto. Sus empleados vivían allí, ya que la industria les brindaba vivienda. Pero la mina se agrandó y sus pobladores fueron corridos a Calama, estimulados por una propuesta estatal que brindaba a los trabajadores la vivienda propia por sólo un tercio del valor real de la propiedad.

Consecuentemente, en 2007 se fue de Chuquicamata la última familia. Además, por cuestiones ambientales, no era conveniente que la gente viviera al lado de la mina. Así, Calama pasó a cobijar a 160.000 habitantes, mientras la mina, explotada por la empresa estatal chilena Codeco, agrandaba el pozo más extenso del mundo. Parece increíble que el asombro llegue por una excavación, que comenzó en 1915, y que en la actualidad mide cinco kilómetros de largo por tres de ancho y uno de profundidad.

Su forma elíptica es adrede, ya que de esa manera se reducen las probabilidades de desmoronamiento de las paredes del pozo. Cada escalón tiene una altura de entre 18 y 36 metros. Sorprendente, sí. Como el pozo ya se angosta en su profundidad, comenzará la etapa de construir túneles. Se proyectó una red de 20.000 kilómetros de pasadizos, a razón de 1000 por año.

En semejante depresión se producen, anualmente, unas 450.000 toneladas de cobre fino, casi un 10 por ciento de toda la minería chilena.

Desde arriba se advierten unos pequeños vehículos que transitan esos escalones. Van y vienen sin parar. Llevan piedras, para desechar, o cobre, para procesar en la flotación y en la fundición.

Esos "pequeños" vehículos asombran cuando se acercan. Abruman por su porte, por su imponente aparición. Pesan 300 toneladas y son capaces de transportar 400 toneladas de piedras. Cada uno mide ocho metros de alto por 12 de largo y están valuados en 4.000.000 de dólares. Llegan desarmados al lugar y se los ensambla allí.

En la mina de Chuquicamata transitan sin detenerse 95 de ellos. Las ruedas poseen un diámetro de cuatro metros y cada una cuesta 30.000 dólares. Los camiones consumen 4000 litros de gasoil por día y tienen una vida útil de ocho meses.

Fue un día distinto en el Dakar. Esta vez fueron sus miembros, acostumbrados a sorprender con sus vehículos en sus derroteros deportivos, los que quedaron anonadados.

COBRELOA, CLUB LOCAL

Tuvo casi 15.000 socios en su apogeo

El club Cobreola es originario de Calama. Su nombre obedece al mineral que genera tantas ganancias en la zona y al río Loa, el más largo de Chile. La institución, que supo pelear arriba en el fútbol chileno junto a Universidad Católica, Universidad de Chile y Colo Colo, ahora no cuenta con el viejo potencial económico. El club era asistido por un gran caudal de socios, casi 15.000, oriundos de la zona minera, pero de a poco se diluyó con la llegada de inmigrantes, que no tuvieron el mismo cariño por Cobreloa como los lugareños. Hoy cuenta con apenas 3000 socios

La Nación.ar














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