lunes, 24 de enero de 2011

LA OBSOLESCENCIA PROGRAMADA Y OTROS CRÍMENES - Darío Botero Pérez

El poder de la verdad es la fuerza insurgente e invencible que va a enterrar la Historia.


Su efecto se hizo sentir en 2010, hasta el punto de poner a trastabillar a los farsantes que han querido hacernos creer que son superiores. Presumen de poseer habilidades extraordinarias que los humanos comunes y corrientes ni sospechan y de las que todos carecerían, según los cretinos que los engañan, oprimen y exprimen.

Con denuncias como las de Wikileaks y los tenebrosos planes del club de Bilderberg y demás miembros de la Mesa Redonda, no sólo quedaron desenmascarados los politiqueros impostores, de todos los pelambres ideológicos, que nos suplantan.

Estos desvergonzados nos despojan del poder soberano, ya sea con dictaduras directas o con la democracia ilegítima o “representativa” (en la que “quien escruta, elige”, según sentencia no desmentida y universalmente confirmada del cura guerrillero Camilo Torres Restrepo) impuesta por la burguesía como la presunta superación del despotismo monárquico.

Realmente, en las llamadas “democracias representativas”, tan reñidas con la verdadera democracia, la función auto lucrativa de los gobernantes -lacayos de los potentados y verdugos de los pueblos- es garantizar que los grupos politiqueros, “irreconciliables” u opositores, se turnen el ejercicio del gobierno mediante pactos de gobernabilidad cocinados a las espaldas de sus electores.

De hecho, así mantienen a los países en una zozobra continua, cual pelotas de ping pong. También frustran su desarrollo con el cambio de políticas económicas ajustadas a los intereses del grupo al que le corresponda ejercer el gobierno en un período cualquiera.

No obstante, las estrategias de sometimiento trazadas por las agencias imperiales suelen respetarse por los lacayos elegidos con ese alto objetivo, independientemente de las banderas partidistas y los programas de gobierno con que se arropen estos “despersonajes”.

El propósito político-egoísta de los sirvientes de potentados es enriquecer a quienes les toca el turno de gobernar, mientras les dan gusto a los amos extranjeros dueños del Mundo (o convencidos de que les pertenece, inclusive por designio divino, como los peligrosos fanáticos sionistas).

Mientras tanto, quienes perdieron se ven a gatas para sobrevivir si no aprovecharon su respectivo turno para apropiarse de su porción de los recursos y el patrimonio públicos.

Es la acostumbrada y universal “corrupción razonable o moderada; en sus justas proporciones” de que hablaba el corrupto asesino Julio César Trubay Ayala, uno de los pioneros de las clases emergentes en Colombia, famoso por su Estatuto de Seguridad, elemento de represión y tortura digno de los más criminales dictadores tercermundistas.

A propósito, el hijo homónimo de este presidente de la doctrina Ñungo (“todos son culpable mientras no demuestren su inocencia” sustentada con las torturas en las caballerizas de Usaquén), habido con su sobrina, doña Nidia Quintero, a quien repudió en su licenciosa vejez de macho tropical (pleno de testosterona como la “cosa” decadente, el pedódilo Silvio Berlusconi), fue el Contralor General que nombró Uribe, agradecido con su padre que, durante su presidencia, lo había nombrado jefe de la Aeronáutica Civil.

Mediante las prerrogativas de ese cargo, su pariente Pablo Escobar escaló el asalto de las clases emergentes contra las tradicionales, mostrando ambiciones políticas amparadas en su inmensa fortuna, multiplicada con las pistas y las aeronaves que su pariente le autorizó.

Increíblemente, el hijo olvidó las recomendaciones de su padre, de modo que bajo la república mafiosa y neoliberal presidida por Uribe Vélez, la corrupción superó todos los límites conocidos en este país de cafres atemperados.

El Contralor Turbay Quintero se hizo el de la vista gorda ante las constantes y gravísimas osadías criminales de los furibistas, cuyos escandalosos negociados nos han llevado al despojo casi absoluto de la riqueza común.

En consecuencia, estamos a punto de convertirnos en el país paria que (mientras Omar Torrijos recuperaba la soberanía sobre la zona del canal de Panamá) Alfonso López Michelsen (antecesor de Turbay Ayala y hasta más perverso que él) trazó como destino de la patria, ofendido con las oligarquías que forzaron a su padre a renunciar a la presidencia por allá en 1945 a causa de los negociados del agraciado “pollo” (como le decían al flemático creador del MRL).

En Colombia, Álvaro Salom Becerra nos regaló testimonios amables de esta dolorosa realidad de la corrupción como recurso normal de subsistencia para los politiqueros. Uno de ellos es el famoso y delicioso
“Don Simeón Torrente ha dejado de deber”.
 Esa corrupción institucional constituye el límite que la república mafiosa presidida por Álvaro Uribe Vélez violó ostensiblemente, con absoluto cinismo, ampliando su fortuna personal y enriqueciendo a sus hijos, a su mujer y a sus compinches deshonestos, lo cual les ha ganado unos castigos que estamos en mora de imponerles pero que tendrán que llegarles.


En particular, el gurú se los merece desde hace años. La justicia internacional tiene la obligación de intervenir. La Humanidad lo espera y se lo exige.

Si Álvaro Uribe Vélez no recibe los castigos que se ha ganado, se reencauchará como alcalde de Bogotá y líder de su combo de criminales impunes, tan heterogéneo y representativo de la falaz “cohesión social” alcanzada por la dictadura mafiosa durante ocho años de desgobierno.

En consecuencia, la magistral jugada de Juan Manuel para arrebatarles de forma incruenta el poder, habría sido en vano, y cualquier esperanza de prosperidad e independencia se perderá definitivamente.

Pero, más importante y definitivo fue que, con la ola de Verdad desatada en 2010, también quedaron al descubierto los planes criminales de los decrépitos potentados, incapaces de concebir al ser humano como un ente digno y creativo.

Su solución es la reducción de la población a un número que les parezca suficiente para estar bien atendidos y que sea fácil de controlar, de modo que las diferencias sociales se agudicen en medio de la impotencia de los desamparados.

El objetivo es que los potentados conserven el control a través de las instituciones jerárquicas y despojadoras que garantizan el sometimiento de las masas (consideradas fuerza bruta nacida para la esclavitud) tanto como el ejercicio impune de la corrupción por los viles personajes que nos representan, o por quienes son denominados por éstos para saquear las instituciones y apoderarse del patrimonio público.

Nadie ha salido a desmentir los pavorosos planes del club de Bilderberg, sanedrín de potentados dirigidos por el sionismo en su propósito de esclavizar a quienes sobrevivan a sus medidas de exterminio masivo.

Éste se alcanzaría combinando estrategias canallas, mediante la guerra, las epidemias, la hambruna y la destrucción de la biosfera con sus desastrosas consecuencias, muy posiblemente deliberadas, como los derrames de petróleo, las inundaciones, los terremotos, los tsunamis, los deslaves, las sequías, los incendios, los huracanes, los deshielos, las extinciones, el coco del cambio climático y muchas vilezas más.

Al fin, la perversidad de la teoría neoliberal ha sido desenmascarada como una aberración ideológica ajena a la ciencia, según sospechan muchos economistas aunque pocos se atrevan a afirmarlo públicamente, pues de nada están seguros con sus absurdas teorías.

Lo que saben con certeza es que deben servirles a los potentados si quieren ejercer lucrándose en vez de debatirse en el desempleo, la discriminación y el ostracismo.

Entienden (y lo aceptan resignados) que el absurdo conocimiento del neoliberalismo les atribuye el papel decisivo en la sociedad a los potentados (catalogados como titanes por la sionista ruso usana Ayn Rand), a pesar de ser meros ambiciosos que subyugan a la gente honorable para convertirla en cómplice de sus horrores.

Pero consideran que las alternativas son pocas, sobre todo cuando la cobardía (denotada como prudencia para no perder el amor propio) y el ruin cálculo de intereses egoístas y mezquinos presiden las vidas.

Las denuncias del consumismo irracional -que caracteriza al capitalismo y se ha exacerbado en su agonía- alertan sobre el peligro de seguir tolerando que la sociedad continúe dirigida por los paradigmas de los potentados, inspirados en el sionismo enemigo de la Humanidad e interesado en precipitar el fin del Mundo.

Tanto el derroche de recursos como el desprecio a las mayorías y la corrupción de los científicos y del personal técnico -obligados a producir mercancías desechables que han convertido el Mundo en un basurero, en vez de suministrar los bienes duraderos que su honradez personal y profesional les inspira-, comprueban la caducidad definitiva del sistema económico fundado en el consumo desenfrenado, que resulta tan mortífero y exige un rechazo urgente y unánime o, al menos, contundentemente mayoritario, si aspiramos a conservar algunas esperanzas de supervivencia y progreso como especie.

Esta continuidad ascendente del progreso auténtico (deformado por los intereses mezquinos socialmente dominantes) exige la descalificación mundial de los potentados mediante el desconocimiento radical, unánime y simultáneo de las perversas jerarquías, tanto como la derrota de su Nuevo Orden Mundial.

El propósito es instaurar una sociedad global democrática, plana e igualitaria, que respete a cada individuo e impida que los monstruos ambiciosos subyuguen a los demás justificándose con su megalomanía personal, una degeneración letal del vital y necesario individualismo que, efectivamente, nos está matando.

Al efecto, me apropio y difundo una sólida denuncia del deplorable consumismo.

Confirma la urgencia de derrotarlo si aspiramos a evitar la extinción y forjarnos un futuro maravilloso -basado en la satisfacción de las necesidades de todas las personas y en el estímulo a sus capacidades creativas- que suprima las odiosas y deplorables diferencias de cuna aprovechando el alto desarrollo de las fuerzas productivas.

Este avance material libera al hombre de la bíblica maldición del trabajo; pero los potentados se niegan a permitir que nos beneficie a todos. Insisten en imponer sus supersticiones y maldiciones antes que reconocer la igualdad esencial de los seres humanos y el derecho que nos asiste a todos para vivir con dignidad, amparados por la sociedad, lo cual ya es posible y necesario. Es lo que se espera de la sociedad del conocimiento que remplace las basadas en la fuerza y la felonía, propias de la Historia y nugatorias de la Nueva Era.

La obsolescencia programada es una medida tan criminal como el uso desmedido de los empaques como recurso de mercadeo, popularizado a partir de la década derrochona de 1950 y que ha seguido creciendo hasta límites agobiantes que nos están amenazando con la extinción por la inmensa cantidad de basura en que los convertimos.

Mediante este mecanismo subliminal de inducción al consumo desbocado, se derrochan inmensas cantidades de trabajo humano y de insumos productivos. Busca convertir en atractivos productos que no tienen mayor relevancia pero cuyo consumo conlleva una excesiva producción de basura carente de otra utilidad que picar la curiosidad del consumidor al costo de destruir la biosfera.

Después de adquirir el producto, el “afortunado” se ve forzado a botar el empaque, muchas veces más costoso que el contenido.

Lo que le interesa al sistema es el lucro del potentado y el despojo de quienes no lo son. Se esmera porque los inocentes sean los sacrificados debido a su impotencia para defenderse.

Están a la vista de todos la financiación ilimitada (por Bush y el títere demagogo Obama) de los banqueros usanos causantes de la crisis, tanto como la pérdida de sus casas y de sus conquistas políticas, laborales y sociales por parte de sus víctimas (los ciudadanos corrientes, no sólo los proletarios y los pequeño burgueses resentidos), que ni derecho se les reconoce en USA para que el Estado los ampare con un seguro de salud que, de hecho, fortalece la neoliberal privatización del sector.

El criterio es que cada uno se defienda como pueda, a no ser que se trate de un potentado estafador. En este caso, el tesoro público está a su disposición, sin preguntas, controles y requisitos. Al fin y al cabo, es el paraíso de los potentados y el pueblo son sus esclavos idiotizados.

El espectáculo se da no solamente en USA, como lo sabe Europa y lo van a recordar los países del tercer mundo, amenazados con una ofensiva especulativa pavorosa, tal como lo demuestra la asociación de las bolsas de valores de Perú y Colombia y la orden de ajustar los sistemas contables de las empresas a los criterios de los especuladores de Wall Street, de modo que puedan cotizar en bolsa en las condiciones impuestas por los estafadores y contra los intereses de los pueblos. Estos movimientos especulativos (o estafas) incluyen los fondos de pensiones, desvalorizados sin atenuantes para refinanciar a los potentados estafadores y profundizar la brecha social.

En la economía real -subordinada estrictamente, según las teorías neoliberales, a la formal o especulativa o financiera o imperialista o sionista-, el absurdo derroche se presenta ante el consumidor, esclavizado por la moda y los medios de alienación masiva, como algo muy chic y demostrativo de opulencia.

Este lavado mental es fundamental para perpetuar las diferencias y las calamidades en una sociedad hipócrita y fracasada, como todas las jerárquicas que viven del engaño, la fuerza, la violencia y la superstición.

El enlace respectivo al absurdo espectáculo del derroche lo transmito con las sugerencias con que lo recibí. Confío en que sus denuncias convenzan a algunos escépticos redomados. Al menos les quita argumentos para defender lo indefendible, por cínicos o tarados que sean.

“Vean este video y envíenlo a sus contactos:
Comprar, tirar, comprar
Un documental de Radio Televisión Española RTVE acerca de la obsolescencia programada, un término creado en la decada de los treinta, sobre cómo los aparatos debían tener una duración limitada, para hacer que los consumidores volvieran a las tiendas a seguir comprando. Muestra cómo hoy día es una práctica generalizada en todos los sectores industriales.

http://www.ecolife.com.co/index.php?option=com_content&view=article&id=255:comprar-tirar-comprar-un-documental-sobre-la-duracion-programada-de-los-bienes-de-consumo&catid=95:avances&Itemid=157








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