Según un informe del 19 de mayo del Wall Street Journal, los sionistas estadounidenses comienzan a apretar las tuercas al presidente Obama y al Partido Demócrata. “Donantes y recabadores de fondos judíos advierten al personal de la campaña para la reelección de Obama que el presidente se arriesga a perder apoyo financiero por las preocupaciones sobre el trato que da a Israel”.
Si alguien duda de que esa táctica pueda funcionar basta con ver el vídeo del discurso del primer ministro Netanyahu en el Congreso. Las más de veinte “continuas ovaciones de pie” no provinieron solo de partidarios fieles. Provinieron de los que han sido comprados y amedrentados a carta cabal.
Los sionistas tienen una operación de compra de votos sorprendentemente exitosa y muy antigua y, claro está, la aplican al presidente y a los activistas de su campaña.
Por lo tanto el artículo del
Wall Street Journal pasa a decir que Obama “hará la corte a los donantes judíos en un evento para recaudar fondos en junio”. Todo indica que la campaña de Obama tiene la intención de ser “extremadamente proactiva” para hacer saber a la “comunidad judía” que el presidente no quiere ser “demasiado crítico con Israel”. Todo esto es muy extraño.
En 2008, Obama obtuvo un 77% del voto judío. Según encuestadores confiables no hay indicios de que vaya a ser muy diferente en 2012. La mayoría de los votantes judíos no votan primordialmente por Israel o por temas de política exterior. Como otros estadounidenses votan por temas internos, y particularmente económicos.
Según el encuestador John Zogby: “las líneas están bastante bien definidas, y pienso que [el voto judío] no se dividirá entre un 75% y un 25% a favor de Obama y los demócratas”.
El 25% son los sionistas de la línea dura y los capitalistas de entre nosotros. Sin embargo, considerando que en 2008 los judíos representaron aproximadamente un 2% de los votantes estadounidenses, la capacidad sionista de provocar un ataque de pánico en el personal de la campaña demócrata no puede, con la excepción de unos pocos vecindarios seleccionados, tener que ver posiblemente con votos.
Y por cierto no es así
Tiene que ver con dinero. Múltiples fuentes dominantes estiman que aproximadamente un 60% de los fondos de la campaña demócrata proviene de fuentes judías de todo tipo.
No solo de judíos sionistas, sino de judíos de a pie no afiliados. Por cierto, los sionistas de la línea dura probablemente contribuyen más a los republicanos y sus donaciones representan cerca de un 20% de los fondos de la campaña de ese partido.
Es difícil saber qué porcentaje del 60% de los fondos electorales demócratas se dona o se consigue debido a la posición de un político con respecto a Israel.
Supongamos que es elevado, un 40% del 60%. Eso significa que aproximadamente un 24% de los fondos judíos para la campaña se donan sobre la base de Israel. Hay algunos personajes muy acaudalados que utilizan a Israel como criterio para sus donaciones.
Uno de ellos es Haim Saban, el multimillonario hecho a sí mismo, que ayuda a financiar el Brookings Institution. Es uno de los que dicen que su entusiasmo por el Partido Demócrata ha disminuido debido a la posición de Obama con respecto a Israel. Pero Saban también señala que “el presidente Obama ha juntado tanto dinero y juntará tanto dinero [adicional] a través de Internet… [que] francamente no necesita, creo, ninguna de mis donaciones… [Sin embargo] ¿donaré si me lo solicitan? Donaré.”
Por lo tanto podría ser que, por lo menos cuando tenga que ver con la campaña presidencial de Obama, los demócratas estén exagerando la necesidad de mantener una línea pro-israelí a fin de procurar fondos, incluso de los judíos.
Es diferente en el ámbito del Congreso y el Senado. El Partido Demócrata todavía no se ha organizado hasta el punto en el que cada uno de sus candidatos federales pueda llegar a la independencia financiera de la campaña de reelección del presidente.
Eso hace que los candidatos para esos puestos sean más dependientes del dinero del lobby.
A ese nivel un 24% donado sobre la base del apoyo a Israel es probablemente un monto crucial y los sionistas manipulan muy bien el dinero, moviéndolo durante campañas electorales primarias y regulares hacia los que juran lealtad (hay que firmar, literalmente, un compromiso).
Es lo que hace que los políticos estadounidenses bailen al son de sus palmas. Por ese dinero saludarán las estupideces más ridículas con una aclamación resonante. Y el martes pasado (24 de mayo de 2011) el primer ministro israelí demostró que es así en realidad.
Segunda Parte –
El circo (o bailando por dólares)
Un periodista israelí (Gideon Levy de Haaretz), caracterizó el discurso de Netanyahu ante el Congreso como sigue: “Fue un discurso… repleto de mentiras sobre mentiras y de ilusiones montadas sobre ilusiones. Pocas veces se invita a un jefe de Estado extranjero a hablar ante el Congreso.
Es poco probable que algún otro haya tratado de vender semejante montón de propaganda y prevaricación, semejante hipocresía y falta de sinceridad como Binyamin Netanyahu…” Si uno va a hacer algo como transformar el Congreso en un circo, tiene que conocer a su público.
Algunos comentarios de Levy sobre el discurso:
1. “¿Cómo se atreve a decir el primer ministro israelí que su país ‘apoya plenamente el deseo de los pueblos árabes en nuestra región de vivir en libertad’ (mientras no sean palestinos)?
Cuando comenzaron las protestas populares árabes “advirtió… de los peligros de un régimen islámico extremista y se apresuró a construir una cerca a lo largo de nuestra frontera con Egipto”.
2. “¿Cómo puede poner por las nubes la democracia israelí cuando su gobierno ha hecho más que sus predecesores por dar [un] golpe mortal a esa democracia, por aprobar leyes totalmente antidemocráticas?”
3. “¿Cómo se puede atrever a hablar de libertad de culto en Jerusalén cuando se ha negado esa libertad durante años a cientos de miles de palestinos?
Levy señala que Netanyahu, es “el hombre que dijo explícitamente que haría todo lo posible por destruir los Acuerdos de Oslo”. Y sin embargo, “de repente… está a favor de la paz con los palestinos”. Es ciertamente lo que afirmó Netanyahu. El primer ministro dijo al Congreso que: “Estoy dispuesto a hacer cocesiones dolorosas para lograr esta paz histórica…”
Así llevó al Congreso a ponerse de pie para una de esas “prolongadas ovaciones”.
Pero luego vinieron las acotaciones, que ninguno de los políticos en la audiencia pareció considerar irrazonables.
Sin embargo, demuestran concluyentemente que el primer ministro no está dispuesto a comprometer en casi nada de lo que los palestinos quieren y necesitan:
Ningún compromiso sobre el Derecho al Retorno. “Esto significa que el problema de los refugiados palestinos se resolverá fuera de las fronteras de Israel”
Ningún compromiso sobre Jerusalén. “Jerusalén debe seguir siendo la capital unida de Israel”.
Y hay muchas otras demandas no negociables: “Un Estado palestino debe estar totalmente desmilitarizado… es vital que Israel mantenga una presencia militar a largo plazo en la ribera del Río Jordán… Israel no negociará con un gobierno palestino respaldado por la versión palestina de al-Qaida [Hamás]”
Aunque al parecer el Congreso no se dio cuenta de que estas acotaciones son fatales, otro periodista israelí sí lo hizo. Ben Caspit, escribiendo en Maariv, nos dice que: “Netanyahu sabe perfectamente que las condiciones que ha fijado [en su discurso] para un proceso de paz son totalmente irrealizables.
Ningún palestino del mundo las aceptará, ningún Estado árabe del mundo las apoyará.”
Sin embargo, nuestros dirigentes nacionales se pusieron de pie de un salto y aplaudieron a todo trapo. ¿Cómo se explica algo semejante? Gideon Levy concluye que esa conducta “dice más sobre la ignorancia de sus miembros [del Congreso] que sobre la calidad del discurso de su invitado”.
La ignorancia forma ciertamente parte del asunto. Los comprados
amedrentados se complacen con la desinformación.
Tercera Parte –
El dinero compra la realidad
La mayor parte del Congreso ignora la verdadera naturaleza del conflicto israelí-palestino y las verdaderas consecuencias de la política exterior estadounidense en relación con él.
Esa ignorancia es sustentada por el hecho de que el entorno informativo de EE.UU. relacionado con el conflicto sigue controlado en gran parte por los sionistas.
Por ejemplo, gran parte del material informativo sobre el tema que reciben los miembros del Congreso es producido por AIPAC y organizaciones sionistas aliadas, el Departamento de Estado ha sido purgado de cualquiera que simpatice con los palestinos o con los árabes el general, los medios todavía son uniformemente parciales a favor de Israel, y finalmente, en cuanto a los políticos, la ignorancia está asegurada por ese 24% de las contribuciones a sus campañas electorales.
También ayuda enormemente el hecho que esa ignorancia sea compartida por el público estadounidense en general.
El resultado es un caso posmodernista en naturaleza.
Lo que está bien y lo que está mal se vuelve relativo. La realidad es una para los israelíes y sus promotores en el Congreso y otra para los palestinos y sus partidarios.
El partido más fuerte, que calcula que los vencedores son los que terminan por escribir los libros de historia, no está realmente de humor para compromisos.
Por eso la versión de un compromiso de Netanyahu es una farsa semejante.
Los sionistas calculan que mientras puedan prevalecer con medios militares, y sigan manipulando la versión estadounidense de la realidad, terminarán por escribir la historia definitiva de esta lucha. Esencialmente, la ignorancia hace que todos los crímenes sean invisibles.
El control de la información los mantiene invisibles.
Por desgracia, a la larga se trata realmente de una táctica imposible.
La ignorancia necesaria, aunque casi total en las salas del Congreso, dista mucho de existir de esa manera en el mundo exterior.
Y por lo tanto, la verdad tiene que aparecer ocasionalmente.
Tiene que hacerlo incluso en un discurso escenificado por AIPAC por un engañoso primer ministro israelí, presentado en el santuario íntimo del gobierno de EE.UU.
Poco después del comienzo del discurso de Netanyahu, una mujer se levantó y gritó “¡fin a la ocupación!”. Resulta que era una activista por la paz judía israelí y miembro del grupo Codepink.
Su nombre es Rae Abileah. Fue, evidentemente, atacada y silenciada de inmediato por partidarios AIPAC sentados cerca de ella.
La reacción de Netanyahu fue la de un consumado actor de improvisación: “Incorporó perfectamente el momento en su narrativa general”. Dijo a su público: “Considero un honor que en nuestras democracias libres pueda haber protestas…
"Esto es verdadera democracia".
Resulta que la señora Abileah, debido a la agresión de sus atacantes (ninguno de los cuales ha sido imputado por asalto), acabó en un hospital donde posteriormente fue arrestada por su protesta.
En Israel, no solo no se hubiera tolerado una protesta semejante de alguien en la galería, sino que incluso los miembros árabes israelíes de la Knéset [parlamento israelí] que protestan contra las políticas sionistas han sido físicamente atacados mientras se dirigen al hemiciclo. Es el sentido real de la “verdadera democracia” de Netanyahu.
Conclusión
Cuando se trata del conflicto israelí-palestino, la versión de la realidad que acepta el Congreso de Estados Unidos se mantiene gracias a la desinformación sionista sionista reforzada por los dólares de los donantes de las campañas electorales de ambos partidos.
Sin la historia unilateral y los pilares financieros correspondientes (y la manera oculta de la entrega o retención del dinero), el incentivo para bailar al son que les tocan y ver el conflicto a través de los prismas coloreados por los sionistas sería mucho menor.
Sin embargo no funciona así nuestro sistema.
Dentro del campo de la política estadounidense el dinero es lo que condiciona la mente para una aceptación carente de sentido crítico de una realidad pervertida.
Es lo que permitió el espectáculo circense del Congreso el 24 de mayo –en el cual hombres y mujeres en posiciones de poder fueron inducidos a multiplicar sus “continuas ovaciones de pie” para poco más que “mentiras e ilusiones”.
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Lawrence Davidson es profesor de historia en la Universidad West Chester en West Chester PA. Su labor académica se concentra en la historia de las relaciones exteriores de EE.UU. con Medio Oriente. También enseña historia de la ciencia e historia intelectual europea moderna.
Fuente:
http://www.informationclearinghouse.info/article28202.htm