El 13 de julio del año que corre, aparentemente explotó una “bomba” al interior de un carro del metro estación Los Domínicos. Dicha noticia generó a partir de aquel día una puesta en escena por parte de la inteligencia policial, la fiscalía y el ministerio del interior muy, pero muy parecida a la que se viviera en Chile a partir de Junio de 2010.
En efecto, el relato instalado corresponde al mismo que a la sazón instaló Rodrigo Hinzpeter y que ahora, el otro Rodrigo, Peñailillo, se ha encargado, tanto o más encopetado que aquel, de difundir profusamente a través de los medios de comunicación; de todos, sin excluir ninguno.
Fiscales con dedicación exclusiva, inyección de recursos, plazos para las policías, mayores y más severas atribuciones para estas últimas y la fiscalía, han sido parte de los argumentos de ese viejo relato que se han reproducido en esta nueva embestida.
El fundamento ideológico y teórico de dicho libreto lo encontramos, según la inteligencia policial, en los conocimientos que aportan personajes tales como Erick Marín, psicólogo de ella y autor de la mal lograda obra titulada Informe Pericial del Caso Bombas, digno de estudiar en la academia a propósito de cómo no se deben analizar las cosas.
Gonzalo Yussef, ex jefe de la ANI, quien con un fanatismo preocupante insiste, hasta estos días, en sus tesis de cuarta categoría acerca de que los autores de los bombazos son los mimos del caso bombas, aserto que carece absolutamente de asidero y más bien se acerca a una expresión al menos injuriosa y/o calumniosa.
Y para coronar, es dable hacer presente que este libreto también le trae al mismísimo fiscal peña (ex, para ser más preciso), quien también habiendo sido invitado a distintos estelares noticiosos, insiste en reproducir los mismos argumentos de los sabuesos de la inteligencia policial, quienes, hasta aquí y según lo han consignado ya variados fallos judiciales, se han encargado de realizar investigaciones sesgadas y tendenciosas, dirigiendo su puntería, según hemos tenido ocasión de escuchar hasta la saciedad, hacia lo que ellos denominan grupos anarquistas insurreccionalistas y veganos también el último tiempo.
Así entonces, han llevado el mismo relato a diversos tribunales, en cinco ocasiones, solo en la región metropolitana, en todos los cuales han obtenido la misma respuesta, esta es, que las investigaciones además de tendenciosas se han llevado a efecto con falta de rigurosidad y profesionalismo. Esto último se fundamenta, con la acreditación en varios de ellos, de la manipulación de los sitios del suceso, informes periciales falsificados y prueba obtenida ilícitamente, tal cual se puede leer en los sendos fallos que UNANIMEMENTE han sostenido que la colocación y activación de los artefactos explosivos, en cada uno de ellos, no configuran delitos de carácter terrorista.
Lo señalado en el párrafo precedente confirma las sospechas enunciadas en el primer párrafo de este artículo, en cuanto a la efectividad de haberse producido el citado evento, dicho de otra forma, es mejor ver para creer, más aún si se tiene presente que el primer sospechoso, “el chaqueta roja”, resultó ser tan inocente como lo serían también los “chaquetas rojas” del gabinete de Piñera.
Por su parte, los otros eventos que supuestamente han ocurrido en la capital y en la V Región, que van desde los bromistas del metro, que ya suman dos, más los del aeropuerto, de colegios, parques públicos y otras instalaciones que en vano han sido DESALOJADAS producto de “falsas alarmas”, dan cuenta que este relato comienza a despertar fundadas sospechas en distintos grupos de la sociedad, dentro de los que se cuentan, por lejos a muchos más que los tres personajes citados, quienes con una cobertura desmedida, se han encargado de infundir un pánico que limita con el delirio.
Otro tanto dice relación con la activación de los supuestos artefactos incendiarios (no explosivos) activados también a partir del 13 de Julio, tanto en la Iglesia Santa Ana, como así también a un par de modestos vehículos estacionados en distintos puntos de la capital y de la V Región, todos los cuales también formarían parte del quehacer de los grupos terroristas, según lo han referido Marín, Yussef, Peña y también al parecer ahora Peñailillo, ello, a juzgar por sus últimas declaraciones relativas al tema en comento.
Si esto último efectivamente así ocurrió, perfectamente se encuadraría dentro del ilícito penal de incendio, delito establecido en el Código Penal desde su dictación, hace algo más de ciento cuarenta años, haciendo innecesario, según también lo han señalado los tribunales que han juzgado eventos de similares características, la aplicación de leyes penales especiales, como lo es la deslegitimada y cuestionada ley sobre conductas terroristas.
Capítulo aparte significaría abordar las increíbles similitudes de nuestro criollo relato con el que con mayor vigor se da en España respecto de los chilenos Francisco Solar y Mónica Caballero allí detenidos por “presunta” pertenencia a grupos terroristas y colocación y activación de artefactos explosivos y con el que en ITALIA en la década del 90’ instalara el fiscal Marini quien también ha participado en la formación de nuestros fiscales y miembros de la inteligencia policial durante los últimos años, según discretamente los han consignado los medios de comunicación durante los últimos años.
Respecto de esto último es conveniente insistir que más allá de lo que majaderamente diga La Tercera, El Mercurio y ahora el Canal 13, todos medios de comunicación de la inteligencia policial, el fenecido CASO BOMBAS confirmó que no solo Solar y Caballero, sino que todos los imputados de aquel son inocentes, aun cuando aquellos los presenten como “medios inocentes” o “medios culpables”, siendo en consecuencia la persistencia en esa parte del relato lo que en buen chileno conocimos como respirar por la herida.
El puerto el cual arribará tamaña operación de inteligencia es desconocido por este principiante, no obstante, sospecho que tendremos algo parecido a lo que siempre los montajes rebelan al final del día, esto es, que el relato el cual se nos ha presentado tan terroríficamente solo aparentemente correspondería a la verdad, ello, teniendo presente la definición de montaje que nos entrega la RAE.
Si verdaderamente la inteligencia policial y los ricos y poderosos quisieran hablar de verdad de terrorismo, por supuesto, tendrían que hablar de los niños cabezas partidas en la franja de gaza, de los nuestros también heridos y maltratados en el Wallmapu, de los compañeros y compañeras detenidas desparecidas y ejecutadas políticas y de tantos otros horrorosos episodios que si habláramos en serio, si califican de terrorismo.
Santiago, Agosto 02 de 2014.
Fuente: El Ciudadano
No hay comentarios:
Publicar un comentario