TRISTE ANIVERSARIO
UN SECTOR OLVIDADO
En 2009, en La Costanera, se gestó un movimiento para tratar de salvar a los chicos adictos. Mañana harán una marcha conjunta en la plaza Independencia para hacer escuchar otra vez su reclamo. No hay infraestructura oficial para ayudar a los enfermos
Karina Robledo ya no está desesperada. Cuando habla de su hijo, los ojos se le llenan de lágrimas pero, orgullosa, no permite que el dolor le gane la pulseada. Su familia, al igual que la de muchas otras madres de hijos adictos, quedó destruida por la droga. Sin embargo, ellas se sienten fortalecidas porque lograron romper el silencio y vencer el miedo. La lucha de estas mamás, que mañana cumple dos años, recién comienza, aseguran. Porque muy pocas cosas han mejorado desde que decidieron juntarse para afrontar una de las problemáticas más duras de la provincia: las adicciones.
Las madres, divididas en dos grupos, se unirán mañana a las 10 en la plaza Independencia para hacer una marcha en conmemoración de los dos años de su lucha. Adelantaron que no tienen nada para festejar. "Por el contrario, esta será una marcha muy triste", explicó Robledo. De acuerdo a los números que manejan, en el último año unos 50 menores dejaron su vida por las drogas. Algunos se suicidaron, otros sufrieron sobredosis y también hay quienes murieron en hechos delictivos, detalló Dora Ibáñez.
Comenzaron a denunciar la problemática del consumo de droga en los primeros días de 2009. Fue después del crimen de un joven en La Costanera, que se había enfrentado a un transa (así le llaman a los vendedores de estupefacientes). Al principio se llamaron "Madres de la Esperanza", pero con el tiempo se dividieron y fueron transformando su denominación. Hoy se encuentran, además de las primeras, las "Madres Unidas por la Vida" y las "Madres del Pañuelo Negro". Dora Ibáñez fue quien dio inicio a este último grupo, después de perder a su hijo. El joven había pasado por varias recuperaciones, pero no pudo superar su adicción. Falleció en junio del año pasado.
"Nadie nos ayudó. El gobernador José Alperovich se reunió con nosotras, pero nunca hizo nada. Es como si hubiésemos hablado con una pared. Los chicos se siguen muriendo. Dos años de lucha y casi ningún resultado. El sistema para asistir a los adictos en Tucumán no existe", reclamó la mamá, que ayer llegó desde Mendoza, adonde llevó a dos menores para que puedan internarse en una casa religiosa.
"No tenemos más opción que sacarlos de la provincia porque acá los servicios de asistencia están desbordados y hay un solo centro de internación al que unos pocos pueden acceder. Antes al menos el Gobierno nos daba los pasajes para trasladarlos; ahora ni siquiera eso", protestó Dora, quien pese a haber perdido un hijo aún debe luchar para rescatar de la droga a otro.
Las madres de la Costanera no sólo se dedican a ayudar a los chicos adictos; también han realizado denuncias en la Policía y en la Justicia sobre los vendedores de drogas. Karina Robledo, la mamá que se hizo famosa porque vivía en una carpa junto a su hijo adicto, reconoce que las distintas fuerzas de seguridad han realizado más controles y allanamientos para frenar la venta de sustancias.
Robledo todavía sigue luchando para alejar a su hijo de las drogas. Mientras tanto, se recibió de técnica en prevención de las adicciones y viaja semanalmente al interior a dictar charlas. "En el sur de la provincia hubo muchos avances. Pero falta demasiado; por ejemplo no hay profesionales capacitados en los hospitales pese a que hay muchos casos de intoxicación", advirtió. También se quejó porque la ley que aprobó la Legislatura en mayo de este año nunca se aplicó. La norma prevé la atención integral del adicto y un plan de prevención.
En sus inicios muchas de ellas fueron tratadas de locas. Pero no se dejaron vencer. Pasaron de las marchas a las denuncias contra los transas y no temblaron si tuvieron que pedirles a un juez que detenga a sus propios hijos porque estaban robando para drogarse. "Esa es hoy por hoy la única alternativa que nos queda para pedir ayuda. Yo lo hice; no quería ver a mi hijo en un cajón. Y también porque se que si él consume está arriesgando su vida, pero también la vida de los demás porque quizás, para conseguir la plata para drogarse puede llegar a matar a alguien", concluye. Así, la batalla promete ser muy larga
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