viernes, 14 de enero de 2011

Siete instantes Documental de Diana Cardozo -El proceso guerrillero de Uruguay- Videos



El documental ofrece testimonios de protagonistas del movimiento Tupamaros


Tania Molina Ramírez
Periódico La Jornada

"Qué hubiese hecho yo?", se preguntó Diana Cardozo durante muchos años. De haber tenido 17 años en 1968, en Montevideo, cuando muchos optaron por la clandestinidad, ¿qué hubiera elegido?


Con el documental Siete instantes (2008) invita al espectador a hacerse la misma pregunta. La cinta, ganadora del premio Feisal en el festival de Guadalajara, entre otros obtenidos en México y el extranjero, ofrece los testimonios de ex guerrilleros urbanos, sobre todo de mujeres, integrantes del Movimiento de Liberación Nacional –Tupamaros, la primera guerrilla urbana de América Latina.

Se cuentan las historias desde lo íntimo, desde lo que significó para cada uno de los personajes haber tomado una decisión y cómo lo vivieron. Se narra tanto lo terrible del encarcelamiento, la soledad del aislamiento, como la inesperada empatía de un carcelero. Se relatan con humor momentos de las espectaculares fugas de las cárceles: los momentos de angustia al no caber las nalgas de una guerrillera por el agujero que llevaba al túnel o el asombro de la mujer –entrevistada– que vivía en la casa en la que desembocó el túnel de escape de la prisión de hombres, cuando salieron, en su sala, uno tras otro los 111 fugados, mayoritariamente tupamaros.

Quería ver qué había pasado dentro, la intimidad de ese proceso, eso es la película, explicó la directora. Eligió a sus personajes con esa lógica. Las mujeres, creo que por una cuestión de impronta, no necesitan ser heroicas. El discurso masculino es más heroico y más dogmático.

La cinta, con imágenes de archivo, retrata el compromiso de una generación entera con su país.

Nací 10, 12 años tarde para esto. La historia de un movimiento guerrillero en la ciudad me tocó siendo niña. Fui a la primaria ya con golpe de Estado, cuenta en entrevista la directora, cineasta y periodista nacida en Uruguay, egresada del Centro de Capacitación Cinematográfica, quien desde hace muchos años vive en México.

En casa, el ambiente era otro. Sus padres son maestros, de izquierda, vinculados con el movimiento; una gran mayoría de los guerrilleros urbanos eran universitarios.

En casa conocí a muchos de ellos, amigos, parientes..." Uruguay tiene 3 millones de habitantes, lo mismo que la delegación Cuauhtémoc, dice Cardozo, por lo que todos se conocían.

A la directora le interesaba tejer fino, "si no, la historia se queda en hechos cerrados, en grandes acontecimientos, quedan fechas, algo deshumanizado, de grandes líneas teóricas y de juicios históricos. Una película te plantea el dilema humano frente a la circunstancia, desde ahí empezamos a entender más al otro y su decisión. Por eso hice esta película. No tengo una respuesta cerrada, pero entiendo más y llevo al otro esa pregunta."

Siguió: "Hay que sacar la historia de la congeladora y la grandilocuencia. Desde ahí nos inmoviliza a todos, si esperamos ser héroes para tener una participación en nuestra comunidad, y ser inquebrantables".

Para los personajes de la cinta, haber formado parte de la guerrilla urbana no los hacía héroes. "Para ellos es parte de la vida, de una cotidianeidad: nos tocó porque nos tocó".

Fascismo-revolución

Más adelante dijo: "Fue una generación atravesada por un mandato: yo no quiero ver esto (niños viviendo en la calle). En el 68, el 70, era posible, existían modelos, que después se vinieron abajo. Eran chicos de 16, 17, 18 años que nacen a la vida política en el 68, en esta dicotomía fascismo-revolución, que se dio en casi toda América Latina, y en la que ellos tuvieron la apuesta generosa de ‘yo no quería que hubiera más chicos durmiendo en la calle’". Fue "la última generación de ‘ser joven es querer cambiar el mundo’".

La cinta incluye material de la liberación de los presos políticos, en 1985. "Estaba todo el país en la calle. Si preguntas a un uruguayo, fue el día más feliz de su vida. Todo el mundo tenía alguien adentro".

Hubo un momento en que fue el país que más presos políticos tuvo en el mundo. Uno de cada 46 uruguayos estaba en prisión. No fue sólo la guerrilla, cayó todo el Partido Comunista, los anarcos, los trotskos, toda la izquierda y parte de lo que no era la izquierda. ¡Se llevaban gente por tener un libro de cubismo en su casa!"

Hoy, en cambio, el presidente, José Mujica, es ex guerrillero tupamaro, así como varios en el gabinete. Uno de los atributos que tuvo el MLN, opina Cardozo, es haber mantenido una postura ética de no poner en peligro a la población civil. "Si había posibilidad de que cayeran civiles, se levantaba la acción. Hoy se reconoce ese cuidado extremo". La historia de un peón inocente que matan, incluida en la cinta, ha sido remachada por la derecha, "porque es la única que tienen para agarrarse". No permeó en la gente lo repetido por los medios, "aquello de asesinos vendepatrias comunistas". Hoy, "tienen el respeto del otro".

Pero la impunidad continúa. En la cinta, un personaje, Gloria, cuenta cómo llega a su casa un hombre a pedir trabajo. La reconoce y le pregunta, "no te acuerdas de mí?" Era el que 30 años atrás torturó a su hijo delante de ella, a quien le gritó, "se te va a secar esa mano" y que estaba frente a ella con la mano lisiada pero al parecer la conciencia intacta.

"Una vergüenza absoluta, la impunidad", sostiene Cardozo. Gloria dice, "la impunidad es que el tipo me salude como si no hubiera pasado nada. El Estado lo perdonó y a él se le borró el casete. Eso es lo terrible de la impunidad, que ni siquiera tengan vergüenza. El tema de la justicia es crucial, pero la verdad es asunto de toda la sociedad, que salgan estas historias", más allá de lo que haga el Estado.

Siete instantes se estrenará mañana en la Cineteca Nacional (que adquirió los derechos de exhibición, como parte de su proyecto de difundir cine mexicano de calidad), Lumière (Telmex y Texcoco), Cine Lido y Cinemanía Loreto.

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