Se inició el año 2011 y con él se abrió la dinámica política en Venezuela con la instalación de la nueva Asamblea Nacional con la juramentación de los diputados elegidos el 26 de septiembre de 2010. Ese evento acaparó la atención de todo el país porque se iban a enfrentar dos modelos antagónicos, el de la mayoría de los diputados (98) representantes de la revolución bolivariana, y la minoría contrarrevolucionaria y fascista (67) que representa el pasado, la Cuarta República, la regresión y la dependencia del país a potencias extranjeras.
Si algo se puso de relieve en el gris regreso de la contrarrevolución al nuevo parlamento venezolano fue su bajísima catadura moral, su discurso reaccionario y desfasado de la realidad, sus pinochescas mentiras, igualmente resaltó la homogeneidad de los 67 diputados en su defensa de lo indefendible: un criminal condenado a 19 años de prisión.
Indudablemente que, al igual que todo el país, teníamos la expectativa en torno a cómo iba a ser el debate político, quizás, ingenuamente, esperábamos alguna impactante propuesta en positivo para los cambios que se están produciendo y se deben producir en el país. Sabemos que ese es un sector social cargado de odio, que delira de rabia contra el presidente Chávez y el proceso revolucionario, que la mayoría de sus miembros sufren de disociación psicótica gracias al envenenamiento de televisoras como Globoterror.
Contodo y eso –pese a tentativas y políticas maniobreras para lograr que delincuentes como la jueza Afiuni, los policías Vivas, Forero y Simonovich y otros presos por delincuencia fuesen nominados como candidatos a diputados, lo que finalmente no ocurrió en esos casos– por las debilidades y negligencia de la justicia fueron inscritos ante el CNE como candidatos a diputados individuos con prontuarios policiales: asesinos, delincuentes, ladrones del erario público, sin dejar de señalar que de los 67 diputados y diputadas de ultra derecha, por lo menos 60 participaron en el golpe de Estado de abril de 2002.
Pero con todo y eso las diferentes intervenciones de los parlamentarios fascistas llenaron de estupor y horror al país cuando la principal, y prácticamente única, bandera que esgrimieron fue la defensa a ultranza de un diputado del Zulia que está condenado a 19 años de cárcel por ser el autor intelectual del asesinato de un agente secreto de la Dirección de Inteligencia Militar el año 2007. Se trata de José Sánchez Montiel, alias Mazuco, condenado a prisión por homicidio en grado de complicidad. Se le sindica de dirigir bandas de robo de carros, de formar parte de grupos de secuestradores y narcotraficantes en el estado Zulia y de estar vinculado a grupos asesinos de paramilitares colombianos.
Sin ningún rubor, sin recato alguno en el lenguaje, con el más impúdico de los cinismos y caradurismo, ajenos a los más elementales principios éticos y de respeto ante un país que seguía paso a paso aquel debate, más propio del surrealismo que de una sociedad democrática, la extrema derecha defendió el derecho del asesino a juramentarse como diputado. Pero si el cinismo y la inmoralidad del diputado Marquina alguien pudiera creer que llegaba hasta allí, pese a lo insólito y absurdo de aquella solicitud, le agregó más elementos a la bochornosa propuesta derechista al proponer el nombre del asesino para la vicepresidencia de la Asamblea Nacional, burlándose de la majestad de esa institución.
¿Por qué aquel terco empeño de la derecha opositora en defender a aquel individuo de tan baja calaña, –impuesto a la llamada Mesa de la Unidad por el delincuente y prófugo exgobernador Manuel Rosales, por ser su ‘hombre de confianza’– que hasta el más conservador sabe que éticamente eso es indefendible, que aquello causó asco, repulsión y la imagen y desprestigio que dejaron ante el país no pudo ser peor?
¿No hay nadie en aquel concierto de seres envenenados por el odio que tenga un algo de sindéresis, una pizca de sensatez y cierre tan torpe y absurda posición política que los aleja, no del pueblo porque éste no lo tienen hace 12 años, sino de su propia gente? ¿Qué intereses tiene María Corina Machado, o Marquina, o Ismael García, AD, Copei, Unete, o Fedecamaras con la mafia de Mazuco que lo defienden con tanta vehemencia y por él se rasgaron las vestiduras en la instalación de la Asamblea Nacional, a la cual vuelven 5 años después, que por estar metidos en un intento de golpe de Estado en diciembre de 2005, no participaron en las elecciones legislativas de ese año? ¿Quién mueve realmente los hilos de aquella trama, de aquel masivo suicidio en enero de los diputados y diputadas, cuáles son los intereses reales?
Se defienden asesinos, se defienden delincuentes, ladrones convictos y confesos, ¿por qué tantas estupidez y pagar tan alto costo político? ¿Esos son los que se venden ante el pueblo como alternativa ante el chavismo y sacar a Venezuela de la crisis?
Debemos ahondar un poco más en aquella situación, porque precisamente Mazuco viene del Zulia, el estado donde se concentra la reacción, el sicariato y los crímenes pagados por los latifundistas del Sur del Lago, las mafias de ladrones de carros y de secuestradores, la grupos paramilitares y los intereses de sectores de la oligarquía colombiana en el rico estado, el separatismo, desde donde se financia la conspiración contra Chávez.
La actitud de la oposición derechista rebasa lo estrictamente legal o jurídico de si el pillo tiene derecho o no a la inmunidad parlamentaria; evidentemente fue mucho más allá y puso en evidencia los primeros hilos del entramado golpista zuliano, del entramado delictivo en el que está metido Rosales, la delincuente de su esposa –hoy Alcaldesa de Maracaibo para mal de esa ciudad y su gente– el gobernador Pérez y el partido Unete.
¿Los jefes norteamericanos de esa oposición les ordenarían, como en diciembre de 2005, que se restearan por el delincuente? ¿Tanto peso e influencia tiene Manuel Rosales en la MUD que logra unificar toda la derecha en aquella trampa infame para que defiendan a su sicario y asesino preso, pero que le es vital investido de diputado? ¿La orden vino de la ‘Aguilas Negras’, siniestro grupo paramilitar con intereses económicos en el Sur del Lago? ¿Si así defienden ya no a Mazuco sino al crimen, al delito, qué ‘cosa nostra’, ‘camorra’, ‘mafia’ o grupo gansteril no pretenderán erigir desde esa posición de poder en uno de los poderes del Estado?
Lo cierto es que ya la derecha disfrazada de diputados y diputadas puso sus cartas sobre la mesa política. Realmente decepcionaron. Hubo quienes pensaron en algo de frescura en algunos de ellos pero no pasaron algunas de ser voces nuevas con discursos viejos, anacrónicos, decimonónicos. Lo otro es el parque jurásico de AD, Copei, Unete, PJ, independientes que tratan de volver por sus fueros propios de la Cuarta República.
¿Qué se le plantea al movimiento popular y revolucionario, al bolivarianismo ante este grupo inescrupuloso de diputados que no creen en nuestras instituciones y las van a utilizar para tratar de destruirlas desde adentro?
Hacerles un seguimiento político, mediático, popular día a día. No dejarles pasar ninguna de sus agresiones, denunciar sus trapacerías, mentiras y falsías. Estar alertas. (06-01-10) (Humbertocaracola@gmail.com)
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