José Martí |
La lucha del pueblo cubano en defensa de su absoluta independencia y sus libertades, logradas éstas por la Revolución triunfante en enero de 1959 como resultado del titánico batallar de generaciones de las mejores hijas e hijos de la Patria, continúa a 116 años de la muerte en combate del Apóstol.
Los enemigos de la nación cubana se empeñan hoy en destruirla, como se empeñaban entonces en malograrla. Los gobiernos de Estados Unidos, como han hecho desde entonces, atentan contra los derechos fundamentales de la nación cubana, y desde 1959 financian, dirigen y mantienen una política de agresión permanente en contra de la independencia, las libertades y del derecho a vivir y a desarrollarse en paz del pueblo cubano.
No les importa lo obvio que demuestra la realidad cubana a esos gobiernos estadounidenses ni a los traidores y a los impúdicos que como en macabra comparsa los secundan llevando a cabo contra el pueblo cubano planes subversivos y terroristas además de cínicas campañas desestabilizadoras.
La lucha libertaria del glorioso pueblo cubano continúa hoy a 116 años del sacrificio del Apóstol en los campos de Dos Ríos. Nunca han perdido vigencia las incisivas advertencias que Martí escribiera en la que sería su postrera carta a su entrañable amigo Manuel Mercado, en el campamento de Dos Ríos con fecha de 18 de mayo de 1895, un día antes de su muerte en combate.
Es por eso, para tener siempre presente sus enseñanzas sobre aquellos que él sabía siempre lo han querido destruir, que hoy reproduzco en Miami, en este trabajo, en su honor, parte de esa extraordinaria carta:
“Campamento de Dos Ríos, 18 de mayo de 1895.
Sr. Manuel Mercado.
Mi hermano queridísimo: Ya puedo escribir; ya puedo decirle con qué ternura y agradecimiento y respeto lo quiero, y a esa casa que es mía, y mi orgullo y obligación; ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país, y por mi deber -puesto que lo entiendo y tengo ánimos con que realizarlo- de impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América. Cuanto hice hasta hoy, y haré, es para eso.
En silencio ha tenido que ser, porque hay cosas que para lograrlas han de andar ocultas, y de proclamarse en lo que son, levantarían dificultades demasiado recias pª alcanzar sobre ellas el fin. Las mismas obligaciones menores y públicas de los pueblos,-como ese de Vd., y mío, -más vitalmente interesados en impedir que en Cuba se abra, por la anexión de los imperialistas de allá y los españoles, el camino, que se ha de cegar, y con nuestra sangre estamos cegando, de la anexión de los pueblos de nuestra América al Norte revuelto y brutal q. los desprecia,- les habrían impedido la adhesión ostensible y ayuda patente a este sacrificio, que se hace en bien inmediato y de ellos. Viví en el monstruo, y le conozco las entrañas;-y mi honda es la de David. […]”
¡Viva Cuba Libre!
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