domingo, 22 de mayo de 2011

Alfredo Guevara: “Un periodista que no milite en lo que quiera no podrá ser jamás buen periodista”.

Versión de la conferencia de Alfredo Guevara en la Facultad de Comunicación UH

(5 de mayo de 2010)
“Transcripción de los alumnos asistentes al conversatorio”.
Alfredo Guevara:
Alfredo Guevara
Me hubiera gustado tanto ver una película para empezar porque aunque soy un cineasta parcialmente de vacaciones me sigue interesando el cine y descubro en algunos cineastas grandes lecciones del periodismo.
Del periodismo que debía ser. Me refiero a la película que sirvió para finalizar el 31 Festival de Cine, la película sobre Chávez que hizo Oliver Stone, creo que son de las últimas películas-reportajes una gran lección de periodismo.

Tengo muchos años pero he pasado la vida entera militando a favor de una causa u otra. Muy joven era anarquista, después devine marxista, he sido siempre un libertario y lo voy a seguir siendo. Lo primero que quiero decir a partir de mi propia experiencia es que un periodista que no milite en lo que quiera no podrá ser jamás buen periodista. Puede ser un periodista a la usanza occidental de la cual formamos parte, de Occidente, de este mundo iniciado por los griegos y que ha llegado hasta nuestros días con algunas marcas desde entonces. Aunque evolucionando hasta los conceptos, y naturalmente para expresar los conceptos revolucionando la palabra entre ellas la palabra democracia.
Empiezo por hablar de militancia pero no estoy hablando de militancia partidista, estoy hablando de pasión. De creer en algo y entregarse a ese algo a toda costa. El periodismo que se enseña en las escuelas de periodismo de los países que conozco: Francia, España, Canadá. Bueno no voy a hablar de los nuestros de América Latina que también conozco pero que no pueden ser más subdesarrollados ni más miméticos de lo que son, de serlo más simplemente no serían.
En esas escuelas la palabra objetividad tiene un gran error: la objetividad suele ser una mentira. Yo tengo horror de ciertas palabras en el terreno que me estoy situando, tales son objetividad, prudencia…la objetividad siempre es una falsificación, la prudencia siempre es una falsificación y las dos vienen acompañadas, quiéranlo o no, de la mentira o de una mentira parcial. Hace apenas unas horas tuve un encuentro con uno de los periodistas más destacados y, a veces, no sé si voluntariamente o involuntariamente agresivo. Tuvimos una conversación muy cordial con este periodista sobre una de las manifestaciones de este tema: no la objetividad sino el equilibrio. Yo no le pedía ni remotamente parcialidad, semi-parcialidad, reconocía que no decía mentira, pero no decía tampoco verdad; decía en sus obras la verdad que le convenía a sus objetivos. Es decir militaba o lo hacía militar la publicación para la que trabaja. Cuando digo equilibrio no digo objetividad: un periodista tienen que abordar la objetividad tal y cual es, pero tiene que tener su objetividad, debiera tener su modo de ver, diría mejor.
Recuerdo que cuando era muy joven, José Antonio Echeverría y yo planeamos robarnos unos materiales de una empresa fílmica de cine y noticiero, de la que era el propietario y director el señor Alonso. Pero el plan que habíamos hecho se frustró, porque el proyecto apareció en el bolsillo de alguien que cayó en el asalto al cuartel Goicuría, no sabemos cómo ocurrió aquello.
El proyecto se paralizó, José Antonio fue asesinado y yo me quedé en aire.
Y un día lo realicé. Consistió en tomar los materiales de esta gente que estaba vendida a Batista, filmados a favor de la dictadura y convertirlos en material a favor de la Revolución. No hay nada más fácil para hacerlo si uno tiene la técnica y un poquito de talento, es decir: tomas las imágenes le das otro montaje, otra edición, un texto adecuado, le pones la música que haga vibrar el corazón de los espectadores. Estos materiales no los usamos en Cuba pero lo usamos para la solidaridad con la Revolución en Estados Unidos y en algunos países de América Latina. Y las salas de cine vibraban ante un material que defendía la Revolución, denunciaba al batistato y que había sido filmada a favor de Cuba. Yo no les puedo mostrar esos materiales porque ahora están perdidos en los archivos del ICAIC donde los deposité, algún día aparecerán, esas cosas son así.
Daylé 5º Comunicación Social:

1 Pregunta sobre el proceso migratorio cubano a partir de 1959 y su representación por parte del ICAIC.

Alfredo Guevara: Yo creo que en estos 50 años el concepto emigración no ha evolucionado como tenía que hacer. La palabra emigración puede tener un concepto para ti, pero para la dirección de emigración de Cuba sigue teniendo el mismo concepto que tenía en el 59. Y las reglas del juego si no son las mismas son parecidas. Por tanto la Revolución está comprometida con esa política y yo como revolucionario que no flaqueo estoy también comprometido con esa política que odio. Tengo la característica de no haber sido nunca calificador, para mí gusanos como se usó en los primeros años del triunfo de la Revolución no existía, y tengo la suerte de que soy uno de los que se le confió iniciar los diálogos cuando comenzaron. Siempre ha habido emigración y si o no hubiesen existido los cubanos de Tampa y Cayo Hueso. Nosotros organizamos con el ICAIC, la primera reunión de intelectuales de Allá y de Acá, y de intelectuales jóvenes, queda la documentación. En la Universidad ha habido grupo de estudios que han estudiado estos fenómenos y además en la Universidad de Miami, quien desee debe acudir a ellos porque se encontrará un doble canal de información, el oficial jurídico y el real de análisis. El ICAIC ha tenido esos momentos de análisis, búsqueda, etc., y también de producción. Ya se anunciaba, sin ser un film sobre la emigración, en Memorias del Subdesarrollo, de Titón. Se anunciaba ese drama de la conciencia de quien está y no está, que no sabe dónde está, que vive el desgarramiento que ha tenido la familia cubana por todas partes.
Un drama que de ninguna manera considero yo justo ni sano que se haya propiciado: eso de no poderle escribir a una madre o no poder recibir noticias de un hijo, es un disparate y no dice bien de quienes personificaron o patrocinaron esas políticas. Pero, al mismo tiempo, hay que decir una idea que siempre he sostenido, una revolución no es un paseo por las riberas del mar o de un río apacible. Es una tormenta. Es una conmoción descomunal que rompe los cimientos de la sociedad. Destructoras para ser constructoras. Y en ese camino le toca a una generación sufrimientos indecibles y placeres memorables.
Ya dije antes que la verdadera inteligencia tiene algo de diabólica.
Los periodistas tienen que aprender a decir: lo mismo se puede decir de modo imposible en determinadas circunstancias que de modo posible en las mismas circunstancias.
Pues Oliver Stone realiza lo mismo con Chávez, toma las noticias de los noticieros norteamericanos -claro que en este caso las compró, no las tomó- y va demostrando cómo va siendo convertido en un demonio Chávez. Yo soy de los que cree -y por favor entiendan mis palabras- que la verdadera inteligencia siempre tiene un poco de demoníaco. Si no hay un poco de diablura, la inteligencia no se da del todo. Oliver Stone hizo más coherente a Chávez. Yo soy un chavista rabioso contra mi voluntad porque admiro la obra y no soporto el lenguaje. Ese no soportarlo no es permanente; hay momentos de Chávez que son brillantes. Cuando uno hace un montaje lo hace a favor de lo que cree.
Qué tristeza me da pensar, no en ustedes, pero en tantos jóvenes que encuentro en nuestro país, vacíos e insensibles a algo muy importante.
Las cosas que vivimos en la vida cotidiana son demasiados duras, demasiado amargas, a veces nos lastiman tanto en la vida y en la vida de nuestras familias, y es lógico que se desarrollen ciertos rasgos de insensibilidad, de desesperación y de rechazo; que el lenguaje de la Revolución a veces resbala, no de la Revolución, sino de los personeros, voceros… bueno en nuestro terreno, en el terreno de la prensa, en el terreno de la televisión. No sé en la radio porque la oigo poco; me han dicho que es mejor. Ojalá que así sea. Pero lo cierto es que nuestra prensa es muy pobre, no es convincente y aun en los mejores casos como Juventud Rebelde, que empieza a mostrar una cierta transformación, tampoco logra golpear como yo quisiera que golpeara nuestra prensa. Pero eso no depende de falta de pasión o insensibilidad, depende de normas. Ustedes tienen una suerte enorme: ser muy jóvenes, a ustedes les tocará, según se desarrolle la Revolución y se puedan dar algunos pasos que hay que dar para no perecer. Que hay que dar y que se darán, con voluntad o sin voluntad; yo creo que con voluntad.
¿Cómo ve las sustituciones recientes, estamos hablando de una militarización en el Gobierno?
Alfredo Guevara: No sé si soy ingenuo, no lo creo a estas alturas, aunque quisiera serlo aún. Yo creo todavía que nuestro ejército es el pueblo armado. Yo no veo diferencias, a no ser en cuanto a la disciplina –son disciplinas distintas-, entre un ciudadano de las Fuerzas Armadas y un ciudadano que pasea por la calle 23, pero que después va a trabajar al ICAIC. Hubo un tiempo en que yo era el Presidente del ICAIC y andaba en uniforme y armado.

Ha habido mucho desorden en el Estado. El Estado ha sido por muchos años el refugio de todos los… -no quiero calificar tan duro, voy a decirlo, pero fíjense que lo digo con amor-; ha sido el refugio de todos los vagos y de toda la gente que sirve para mucho.
Vamos a olvidarnos de los burócratas, que son una plaga. Pero, ¿ha habido eso en el Ejército? Da la casualidad que no.
Llegó un momento en que se cayó el mal llamado Campo Socialista -que de todas maneras era un pedrusco en el camino del Imperialismo- y, especialmente, la Unión Soviética, que era originalmente un queso hueco y podrido, no era socialismo, vaya.
¿Qué tuvo que hacer el Ejército? Pues tuvo que desarrollar la industria de armamentos; tuvo que abastecerse de comida y, por lo tanto, desarrollar en fincas la agricultura; etc. Es como un plan piloto de lo que habría que hacer en este país.
Raúl ha respetado originalmente lo que había, pero según ha ido haciendo comprobaciones…dónde va Raúl después de decenas de años dirigiendo el Ejército y resolviendo estos problemas de que estamos hablando y cuál va a ser su cantera. Hay dos canteras, para mí, en el país: esa (las Fuerzas Armadas) y los iguales que ustedes en otros terrenos; porque no vamos a resolver los problemas de la economía con periodistas. Eso sería un disparate, esto con todo respeto hacia ustedes.
Esa es la respuesta que te doy, a mí no me preocupa. Yo creo que tenemos que escoger otro camino, este y otro camino, pero que nos llevará algún tiempo, como Estado y como vanguardia revolucionaria- si es que lo seguimos siendo. Ese camino es llenar todo lo que se pueda con think tanks, es decir grupos de reflexión y análisis, de diseño de potenciales para aprovechar así el talento que hemos creado y que anda por ahí, a veces sirviendo en las cafeterías.
Lidia 2º Periodismo:

1--“Dentro de la Revolución todo, contra la Revolución nada”, ¿cómo afecta esta frase el desenvolvimiento creativo, ideológico e intelectual de los creadores en la Revolución?

2-¿Qué oportunidades y opciones tienen en Cuba las personas que no son revolucionarias?
Alfredo Guevara: Voy a empezar por la segunda pregunta. Primero habrá que preguntárselo a esas personas para que podamos evaluar cuáles son las dificultades que tienen (a las que no son revolucionarias). Yo tengo la convicción de que las personas que no son revolucionarias y sobre todo las que ya no son nada, son tantas que ya no nos damos cuenta quiénes son. Es una desgracia, una realidad, que yo si fuera periodista y me dieran el chance de publicarlo como titular en el Granma, no lo haría. Sino que como revolucionario militante que soy, lucharía por desbaratar esa situación que tenemos, de masoquismo, especialmente entre nosotros, de vacuidad, de banalidad. Dije en el Instituto Superior de Arte, y parece que molestó a algunas gentes, que si yo fuera un joven – lo soy, pero si lo fuera de verdad y no necesitara de un andador- el viernes y el sábado estaría en esta calle G con los jóvenes que están ahí.

Vamos a suponer que fuera lo que se supone que sería: un dirigente de la juventud -porque siempre he sido un revolucionario militante-. Yo estaría con los jóvenes allí, luchando por hacerle comprender cosas. No como un catequista ni como un testigo de Jehová, pero luchando, luchando.
Yo creo que lo único que es inadmisible es el endogenismo de las organizaciones políticas. Yo no sé cómo es la organización de ustedes, la Juventud, no la voy a juzgar; pero sé como es la organización mía del Partido -el núcleo quiero decir-. Nos reunirnos nosotros para mirarnos las caras y decirnos no sé qué cosa y nos bajó esto y no subió aquella otra cosa y después nos vamos para la casa y damos por resuelto todo, pero resulta falso. Los revolucionarios o son vanguardia o quieren serlo o no son nada, no son revolucionarios. Y cuál es la tarea de la vanguardia, sumar. La vanguardia es el núcleo estratégico.
Es como las Cruzadas, qué hacían entonces, salir a catequizar, a convencer y a sumar gente a las ideas de su congregación. Yo creo que ese es el papel del Partido también. El Partido es una iglesia, es decir, una congregación de mentes que renuncia a parte de su libertad para sumar muchas libertades y dedicarse a una tarea. Eso es lo que tiene que hacer la Juventud y el Partido, sumar y sumar: explicar hasta lo que no tiene explicación; buscar las explicaciones y si no las tiene, confesar “no tengo explicación para esto”. No hay otro camino para dirigir un país y acelerar el proceso de desarrollo hasta el punto que pueda haber bienestar para todos. Defender lo defendible, aceptar lo no defendible y hacerse así querido y respetado.
Puede defenderse el derecho a no ser revolucionario. Lo que no se puede aceptar es la contrarrevolución, porque la contrarrevolución activa es aceptar el suicido. Y la Revolución es una vanguardia queriendo desarrollar un proyecto.
Jesús Arencibia, graduado de Periodismo y profesor de FCOM:

1-En muchos espacios intelectuales, como congreso de la UNEAC, se ha criticado a la prensa y a la educación, pero a veces siento que no se critican a los factores que regulan a la prensa y a la educación. ¿Qué opinión tiene de estos factores reguladores?

Alfredo Guevara: Comenzaré por decirte que creo en el trabajo intelectual, en la formación intelectual rigurosa y no creo en la intelectualidad como un monolito, al menos yo no formo parte de ningún monolito. Yo creo que hay intelectuales revolucionarios, militantes, combatientes; que hay intelectuales respetabilísimos no revolucionarios – con todo derecho a no ser revolucionario-; también creo que hay intelectuales pre-post-castrista, que se están preparando, sutilmente, tal vez casi inconscientemente, para lo que vendrá después.
Ellos tienen derecho a pensar que será (lo que vendrá) esto o lo otro, pero creo que la vida ha ido demostrando en los últimos años que, tal vez, van a llegar a una ancianidad más larga que la mía esperando y esperando que el pre sea el post.
Yo tengo una gran confianza de ver todavía un Juventud Rebelde multiplicado por diez. Nunca jamás recomendaré a nadie prudencia; te recomiendo que combatas. Que expresen, que luchen, que acepten correr riesgos. Porque esta vez los riesgos serán de otro carácter, y serán una contribución revolucionaria dentro de la Revolución
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http://lajovencuba.wordpress.com/2010/06/08/alfredo-guevara-%E2%80%9Cun-periodista-que-no-milite-en-lo-que-quiera-no-podra-ser-jamas-buen-periodista%E2%80%9D/






















Yo no represento mi generación porque no cumplo cargo alguno, pero la represento ante mi conciencia porque somos muy poco los que quedamos; se está exterminando muy lentamente por razones biológicas, la generación que protagonizó desde el inicio el proceso revolucionario. Pero está Raúl ahí y algunos otros en los que confío totalmente. Yo creo que los pasos que hacen falta dar se van a dar vivos nosotros, porque si no fuese así, en la Historia será algo terrible. Sería terrible que la interpretación que después hagan los historiadores de la primera generación sea que no fueron capaces de dar este paso. Yo creo que aquellos a quienes les toca, están listos para dar el paso, lo importante es que ese paso se dé y que los interpretadores del futuro no tengan que decir: tuvieron que desaparecer biológicamente para que ese paso se diera. Es un paso que no entra en ruptura ni remotamente con la vocación socialista del proceso revolucionario y de su vanguardia, vanguardia que se va renovando -más lentamente, menos lentamente- y de la que acaso muchos de ustedes pasarán a formar parte en el futuro. En realidad hasta que no se tiene la responsabilidad en la mano -la responsabilidad con poder de decisión- no crecen los seres humanos, se convierten en adormilados seres más o menos adormilados, esperando a ver cuáles son las decisiones. Pero estoy seguro que cuando a ustedes o a otros de su edad, les toque hacer lo que haya que hacer y tomar decisiones, algunos demostrarán que no sirven mucho, otros demostrarán que sirven un poco y algunos serán protagonistas de la nueva vanguardia. Volvamos al periodismo, decía que solo desde la militancia -que es así como llamo a la pasión y a la parcialidad apasionada- se puede hacer, para mí, verdadero periodismo. Desde muy joven todo el grupo de mi generación hacíamos periodismo. Raúl, en la Universidad, dirigía el periódico Saeta; Martí se sirvió de un periódico; Lenin no consideraba que se podía llevar a adelante la Revolución sin un periódico, sin un documento de expresión; y así el periódico es siempre el heraldo en el que se recogen el conjunto de ideas que hayan de movilizar la conciencia para hacer algo. Si algunos de ustedes, instruidos por las ideas que todavía circulan, creen en la objetividad, bueno, ya tendrán tiempo de desilusionarse. Gran periodismo lo hace quien tiene grandes pasiones: Martí fue uno de ellos, hizo gran periodismo internacional; Carlos Marx, Alejo Carpentier, García Márquez, Mariátegui; y Mella fue gran periodista en su cortísima vida. Defendiendo causas: ese es el verdadero periodismo. No obnubilado por defenderla a toda costa. Leerse un trabajo periodístico de Carlos Marx o de José Martí es ver trabajos de verdad profundos, que persiguen una causa y un objetivo. Yo no sé cómo les enseñan a ustedes el periodismo. No hay muchos ejemplos para demostrar, en la Cuba de hoy, de gran periodismo; para que les sirvan de modelos. Yo creo francamente -y es lo que defendí en el cine en mi época del ICAIC- que hay que partir siempre del ejemplo más alto, hay que proponerse ser el mejor de los mejores; si lo logran o no, es otra cosa. Pero Dios mío, qué ejemplo les podemos poner. Dónde están esos paradigmas en nuestro periodismo; no sé los profesores que estén aquí cuánto trabajo pasarán para citar un paradigma contemporáneo en el periodismo. Pero yo soy un optimista profesional y yo estoy seguro -y por eso me he atrevido a venir aquí- que si ustedes se preparan bien, si siguen el camino de cultivarse profundamente y con rigor, de abrirse el abanico a todas las manifestaciones de la cultura, podrán ser algún día, -y cuando las oportunidades lleguen (que no tardarán)- eventualmente, grandes periodistas.
Preguntas de los estudiantes

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