domingo, 15 de mayo de 2011

Uruguay: CARTA DE JORGE DANIEL DIAZ

Siempre saco mal las cuentas. Pero creo que este año cumplí 31 años en el ejercicio de este maravilloso oficio de charlatán de radio. Una tarea a la que solo ustedes, mis compinches, mis compañeros de comunicación, dieron sentido. Algunos, increíblemente, desde que di mis primeros pasos junto a Gloria Levy allá en el 80. Me han hecho el aguante durante todo este tiempo y aún cuento con la fortuna de ser parte de sus vidas.

Quienes me han escuchado, al menos alguna vez, saben que nunca jugué el rol de periodista “objetivo”. Siempre me jugué, nunca fui neutral. Entendí, entiendo, que cuando uno está frente al micrófono, lo hace con una escala de valores, con una ideología, con dudas y certezas, que sería deshonesto ocultarles. Ustedes saben quien soy, como pienso, conocen de mis contradicciones, creo ser transparente con ustedes. Pueden estar de acuerdo conmigo, pueden discrepar, pero saben quien soy. Y me sigue pareciendo un acto de honestidad no ocultarlo o disimularlo.
Tampoco jugué el rol de periodista “independiente”, ropaje con el cual muchas veces se revisten medios y funcionarios de los mismos, ocultando su accionar y pensamiento de derecha, bajo un manto de “profesionalismo”. Soy un hombre de izquierda, lo fui, lo seguiré siendo. Pero no respondo a ningún sector de la izquierda, no traslado “línea” de partido alguno. A duras penas, comparto con ustedes mi “línea”, tan llena de contradicciones.
Opino, me juego, en el acierto y en el error.
No voy a relatar aquí los bemoles que esta actitud me ha generado (despidos, fuertes discusiones con directores de medios, puertas cerradas, etc.). Fue y es mi opción, y me hago cargo de sus consecuencias en el terreno laboral.
Fui, desde que tengo uso de “razón política”, frenteamplista. Primero, en la adolescencia, intuitivamente. Me reconocía en el recién nacido Frente Amplio, sin demasiados fundamentos teóricos. Allí vino la dictadura y ese proceso fue reafirmando una identidad, aún clandestinamente.
Luego la experiencia de la resistencia desde la 30 con el querido petizo Araujo (Germán), con quien tantas veces charlamos, discutimos, compartimos “secretos” de vida, esos que solo que comparten con amigos. Y política, mucha política en esas charlas. Fue Germán quien me instó a ocupar un lugar en una lista, por única vez en mi vida. Fue a la salida de la dictadura, en la 10001, con la condición que le puse: que ni por un “milagro del señor” yo resultara electo en algo. Qué mi nombre figurara como suplente del último candidato a lo que fuera. Se trataba de cubrir un lugar, que legítimamente le habría correspondido a compañeros proscriptos en aquel entonces.
Tampoco les oculté nunca, que siempre voté al Partido Comunista. No por ser comunista (me queda grande!), sino porque mi forma de ver el país y el mundo siempre la vi reflejada en esa colectividad. Pero nunca fui trasmisor de su línea. Trabajando en la 30, ya definitivamente del PCU, muchas veces me enfrenté (fraternalmente y, a veces, no tanto) a su dirección para que no “bolchevizaran” mis programas.
La caída de la Unión Soviética y del Muro de Berlín, produjo un fuerte impacto en nuestra izquierda. No sólo en los comunistas, en toda la izquierda. Acá y en todas partes. A partir de allí, muchos compañeros fueron bajándose de la utopía, algunos más rápida y otros más lentamente. El compromiso de construir un Uruguay distinto, ese que era el destino, el objetivo, del Frente Amplio, fue trasmutando. Fuimos cambiando nuestros objetivos transformadores en profundidad, por un pragmatismo que derivaría en lo que hoy estamos viendo: la pérdida de los valores que dieron razón de ser a nuestro Frente.
Apareció en aquel tiempo la teoría de la “nueva izquierda”, se acuerdan? Todo el Frente la rechazó, comenzando por el Gral. Liber Seregni. Aquello produjo una gran crisis que terminó en el alejamiento del Hugo (Batalla), y del PDC.
Pero aquella nueva visión de una izquierda, quedó como un virus dentro de nuestra fuerza, y se fue multiplicando. Y lo que conocíamos como “coalición y movimiento de izquierda”, devino en una fuerza “progresista”. Con todo lo que ello implica.
Para quien está en una postura de derecha, llegar al Progresismo es un gran avance. Para quien está en la Izquierda, llegar al Progresismo es un duro retroceso. Y eso, es lo que ha pasado con demasiados compañeros del Frente Amplio.
Dejaron de ser de izquierda para ser progres; borraron de sus vocabularios términos que hoy suenan hasta como pecaminosos: imperialismo, oligarquía, lucha de clases, latifundio, rosca oligárquica, etc., etc. El diccionario de la Real Academia de la Izquierda Uruguaya fue tachando términos, borrando conceptos. Y ojo de quien los usara: la nueva inquisición progresista los acusaría de nostálgicos, cavernarios, paquidérmicos y no se cuantas calificaciones despectivas.
Pero, la realidad es terca. Las palabras que exorcizamos siguen refiriendo a fenómenos que allí están. Acaso no tenemos una oligarquía en nuestro Uruguay? Acaso desapareció el Imperialismo que auspició nuestras dictaduras, y hoy sigue masacrando pueblos en el mundo? Ahora creemos que la rosca financiera es buena, hasta el punto de ser adoradores del Fondo Monetario Internacional?
Qué nos pasó?
Pese a todo seguí siendo frenteamplista, y celebré con ustedes el momento tan esperado: la llegada del Frente Amplio al Gobierno Nacional. Pah, y ahí se puso brava la cosa. Para que me entiendan: en algunos aspectos ese primer gobierno me hizo sentir orgulloso de ser frenteamplista. En otros, el desconcierto comenzó a ganarme. Usando la expresión del Pepe, me tragué (no sin criticarlos) algunos sapos. El Uruguay estaba hecho pedazos por obra y gracia de blancos y colorados (sin dejar de lado las herencias de la dictadura fascista), por lo tanto había que esperar. Y en ese primer gobierno de Tabaré, se hicieron cosas formidables, pero se dieron pasos que iban en directa colisión con nuestros principios y valores (al menos los que yo pensaba que todavía teníamos).
Finalizaba nuestro primer gobierno y, cuando no, me volví a jugar. Ta, nos habíamos sobrepuesto al desastre, ahora si… un gobierno de izquierda! Ingenuamente, como tantos di la pelea, desde cada espacio que tuve, para que el Pepe fuera el candidato del Frente, y luego para que fuera el Presidente de todos los uruguayos.
Pero aquel gobierno “ahora sí de izquierda” no apareció. Apenas una continuidad (desordenada, caótica), de nuestra primera administración.
Ganó el Pepe y nos seguimos abrazando con culebras, pero el estómago ya no me da para tragar más sapos, no puedo más compañeros!
No puedo seguir admitiendo que nos abracemos con empresarios tránsfugas que bancan nuestras campañas (desde Buquebús a Fripur). Qué hasta le bancaron la Banda Presidencial del Pepe!
Me equivoqué. Fue como si hubiese votado: Pepe al Gobierno, Danilo al Poder. Porque así resultaron las cosas.
Hoy tenemos un Uruguay donde el 20% se lleva el 50% de la riqueza. Esto es izquierda? Nos bajamos los calzones y abrimos de patas (para usar otra metáfora del Pepe), y seguimos dejando que vengan los santos inversores extranjeros a depredar nuestro país. Y, como siempre digo, bienvenidas las inversiones extranjeras. Pero no cualesquiera, ni a cualquier costo.
Multiplicamos las Zonas Francas, las exenciones impositivas de los oligarcas; eso es Izquierda?
Llenamos el país de pinos, eucaliptos, soja y maíz transgénicos, y ahora nos arrodillamos ante la mega minería?
Nuestro Frente, el que propuso la Reforma Agraria, ahora muestra y promueve con orgullo los más grandes latifundios de la historia. No lo puedo aceptar.
Nuestro Frente Amplio celebra como un gran logro la extranjerización masiva de las tierras orientales. No, ese no es el Frente Amplio.
Nos trampearon. Aún quienes discrepamos con la metodología tupamara, confiamos en el Pepe para que nos arrimara, aunque sea un poquito, a la Liberación Nacional. Qué pelotudo que fui!
Muchos, demasiados golpes…
Nuestro Frente Amplio perdió rebeldía, cambio el ser de izquierda por ser progresista. Por ser una “izquierda correcta” para el capitalismo. No lo digo yo, lo dicen los principales exponentes del capitalismo que una y otra vez felicitan a nuestro gobierno. Lo dijo un buen escritor, pero exponente del pensamiento más reaccionario: Vargas Llosa. Nos elogió! No, algo, muchas cosas, estamos haciendo mal.
Y llegamos a un punto clave, definitorio. La Impunidad. Fue muy doloroso ver que en la recolección de firmas para la Reforma Constitucional que Anulara la maldita ley, el Frente Amplio estuviera ausente. Las únicas excepciones: el Nuevo Espacio, el Partido por la Victoria del Pueblo y el Partido Comunista. También fueron excepción queridos compañeros que estuvieron a título personal. Pero… el resto del Frente mirando hacia otro lado.
Charlando en su momento con los militantes que recogían firmas, nos contaban como otros frenteamplistas (correctos y progresistas), los discriminaban, los estigmatizaban por hacerlo! Sí, como leen. Era un “pecado” luchar contra la impunidad.
Cuando ya se veía que las firmas estaban, muchos de esos indiferentes, en una práctica oportunista, pusieron su firma.
El Congreso del Frente Amplio llamaba a comprometerse en la campaña, pero salían los Nin Novoa a bombardear la misma.
Sectores que no pusieron la papeleta rosada con sus listas, otros que lo hicieron parcialmente.
Y la frutilla de esta triste torta: en el acto final de campaña del Frente Amplio, el Pepe en su discurso eludió el tema. Pahh…. Es duro, no? Y, para peor, quien si lo hizo fue Danilo, que todo el mundo sabía que no había firmado y que estaba en contra de la Nulidad. Era una tomadura de pelo.
Y llegamos a este triste mayo del 2011. El Frente está a punto de cruzar una línea que no tiene retorno. Me refiero a la Ley Interpretativa, claro. Producto de arduas negociaciones de todos los sectores, tratando de llegar a un consenso y de convencer a los progresistas que (dejemos de mentirnos), no quieren anular la Impunidad.
Cuando todo se discutió, cuando se llegó al consenso, cuando todos pudieron opinar, cuestionar, prevenir…, aparece esta dura y nociva jugada política. Asegurándose la mayor difusión mediática, Pepe, Danilo y Breccia, desembarcan en el Palacio Legislativo como un escuadrón de elite, juntan a los 50 diputados y bombardean la Ley.
Dicen que con la anuencia de Tabaré, si es así, que pena!
Y aquí estamos. Con un Frente Amplio que está a punto de consolidar un Uruguay con Impunidad. De quebrar todos sus valores, la ética que le dio sentido y que le hizo resistir y sobrevivir a la propia dictadura.
El Frente Amplio, la mayor parte de sus dirigentes (no todos, pero la mayoría), están dispuestos a entregar también las banderas de la Verdad y la Justicia. La puta, como duele escribirlo, pero todos sabemos que es así. Dejémonos de eufemismos.
No quiero entrar, porque esto ya se fue muy largo, en otros temas: los pactos secretos entre algunos tupas y algunos genocidas, el triste argumento del “costo político”, etc., etc.
Están manoseando valores esenciales, no del Frente, sino del Uruguay. Están manoseando la memoria, la vida, la muerte, las desapariciones de entrañables compañeros. No puede ser!
Cómo dice el tango: estoy desorientado y no se que “trole” hay que tomar para seguir.
Con honestidad les digo queridos compañeros: yo me tomé un trole llamado Frente Amplio, y aporté a él lo mejor que pude y tuve. Pero como veo que el trole está cambiando de destino, no va hacia donde iba, prefiero bajarme y seguir a pie, sólo o con otros.
En resumidas cuentas, me siento más frenteamplista que nunca, pero… a “este” Frente, no lo voto más.
Esto que escribo en pocas palabras, es producto de muchas noches sin dormir, de muchas discusiones, de rabia, de bajones, tristecías, de llantos (por qué lo voy a ocultar?), de meditaciones largas. Seguramente como muchos de ustedes.
Y, me olvidé, también de autocríticas a nivel personal. Yo colaboré también en dejar que nuestro Frente Amplio termine en este esperpento que estamos viendo. No por haberme callado, sino por no haberme plantado con mayor fuerza y capacidad (que no son muchas, por cierto), frente a esta dilución de un proyecto histórico en el que varias generaciones depositaron sus mejores esfuerzos, hasta su vida.
En el 2014 habrá un voto en blanco o anulado más, será el mío. Porque solo o con muchos, sigo a pie rumbo a la Patria de Artigas que alguna vez nos comprometimos a construir. El trole cambio de destino, yo no.
Tal vez nos tengamos que juntar para volver a empezar. No sé, ojala pudiéramos recrear un Frente Amplio, un Frente Artiguista con lo mejor de nosotros. La vida y la historia lo dirá.
Paradoja anecdótica: en el año del bicentenario, el Frente Amplio sigue exiliando al Padre de la Patria. Acá están solo sus huesos. Nosotros teníamos la tarea histórica de traer no sus restos, sino sus ideas, su ética.
Más frenteamplista que nunca, un abrazo compañeros. Y especialmente para los que aún dentro del Frente, creen y luchan que podrán revertir la decadencia ideológica de este instrumento. Para mí, los dados están echados.
No tengan la menor duda de que nos encontraremos en las calles o donde sea, defendiendo muchas causas. Allí estaré, como siempre y, si puedo, con un micrófono para registrarlo.
Finalizo esta demasiado larga carta, homenajeando al compañero Gral. Víctor Licandro quien nos llamó a no dejar que nos siguieran arriando las banderas del Frente Amplio. Paradojalmente, a 40 años de aquel 1971, se están por arriar las de la Verdad y la Justicia. En mi nombre, no.
JORGE DANIEL DIAZ
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*Jorge Daniel Díaz, Periodista, director de Radio La Zurda
Radio La Zurda http://radiolazurda.tripod.com/

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