La casi nula reacción de la Iglesia católica ante los numerosos casos de abusos sexuales han marcado la visita del papa Benedicto XVI a México. A las revelaciones de nuevos detalles sobre abusos del padre mexicano Marcial Maciel se suma que el pontífice ha rehusado reunirse con las víctimas.
BenedictoXXVI llega a la segunda nación con más creyentes del mundo después de Brasil cuando la fe católica de los mexicanos se ha visto disminuida entre otras cosas por el escándalo de Maciel, que durante décadas abusó sexualmente de seminaristas.
Durante su primera visita a México en siete años de pontificado, Benedicto XVI no se refirió a los abusos aunque hizo un llamamiento a “cuidar de la infancia mexicana” a la que calificó como “un regalo de Dios para el mundo”. También tuvo un encuentro privado con el presidente, Felipe Calderón.
“He venido para que sientan mi afecto, cada uno de ustedes es un regalo de Dios para México y para el mundo”, dijo el Papa desde un balcón ante miles de niños y adultos reunidos en la plaza de la Paz de la ciudad de Guanajuato, en el centro del país.
“Por eso deseo elevar mi voz invitando a todos a proteger y cuidar a los niños para que nunca se apague su sonrisa, puedan vivir en paz y mirar al futuro con confianza”, agregó.
A pocas decenas de kilómetros de donde se realizaban los festejos se había presentado horas antes el libro “La voluntad de no saber”. El texto está basado en más de 200 documentos procedentes de archivos confidenciales del Vaticano que demostrarían que la Santa Sede tuvo conocimiento de los abusos de Maciel y de su adicción a un analgésico derivado de la morfina desde los años 40.
“La idea es demostrar que el Vaticano, que el cardenal Ratzinger, que la Iglesia sabía sobradamente acerca del caso”, dijo José Barba, uno de los autores, en un vídeo durante la presentación del libro en la ciudad de León.
Barba, uno de los ex seminaristas que sufrió abusos, sostiene que Joseph Ratzinger, actual Sumo Pontífice y entonces prefecto de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, disponía de información para iniciar un proceso contra Maciel desde 1998, cuando ex legionarios presentaron una denuncia canónica en su contra.
Maciel, uno de los favoritos de Juan Pablo II y fundador de los Legionarios de Cristo, fue enviado por la Iglesia en 2006 a una vida de penitencia y encierro, pero sin haberse enfrentado a la justicia y cobijado por el imperio económico que formó con las donaciones de familias millonarias mexicanas.
El libro incluye copias de cartas que hace décadas enviaron al Vaticano sacerdotes o seminaristas, entre otros miembros de la Iglesia, pidiendo que se investigara a Maciel, que falleció en 2008.
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