Por Pablo Dávalos*,
De silencios y complicidades. Al parecer, América Latina (Abya Yala) estaría ingresando en una época caracterizada por la recuperación de su soberanía, sin embargo lo que está es entrando en una nueva etapa de la acumulación del capitalismo.
Una época novedosa caracterizada por la recuperación de su soberanía y en un contexto de democracia, participación ciudadana y renovación política, en la que nuevos gobiernos progresistas y de izquierda, tratan de recuperar su soberanía y, al mismo tiempo, emprenden una amplia y profunda redistribución del ingreso a través de fuertes inversiones en educación, salud y bienestar social.
Se trataría casi de un cuento de hadas que es difícil de digerir porque un contexto tan idílico daría cuenta de que la compleja, difícil y desgarradora historia de América Latina (Abya Yala), de alguna manera, ha podido superarse y que la región ha empezado, de la mano de la democracia liberal, a transitar por aquellas alamedas de las que hablaba Salvador Allende.
Empero de ello, y contrariamente a lo que pueda creerse y esperarse, Abya Yala está entrando en una de las etapas más dramáticas de la acumulación del capitalismo. Si el neoliberalismo fue la avanzada de la guerra monetaria y económica en contra de la región, aquello que se está vislumbrando ahora en el horizonte amenaza con ser más traumático y tenebroso.
Abya Yala está regresando en el reloj de su historia a los primeros siglos de la acumulación del capital. A esa etapa en la que el capitalismo no tenía ningún escrúpulo, ninguna frontera, ninguna cortapisa. Ese mundo en el que no había ninguna ontología del hombre, ninguna moral y todo era permitido. Un mundo que fue descrito por Marx en los tintes más sombríos y, justamente por ello, realistas.
Ese mundo se está perfilando en el horizonte de la región pero, lo que es más grave, para legitimarse y sostenerse está acudiendo al expediente de los discursos emancipatorios de la izquierda y de la resistencia de los movimientos sociales.
El síntoma de lo que está ocurriendo en Abya Yala puede intuirse en las elecciones en El Salvador cuando el FMLN ganó con un porcentaje mínimo al partido derechista ARENA, o en las elecciones de Uruguay en la que un domesticado Mujica sirve de cobertura para un neoliberal Astori, el verdadero centro del poder, o en la Asamblea de Naciones Unidas, en la que un Miguel dEscoto acude al economista neoclásico Stiglitz, para comprender la crisis económica del capitalismo.
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