
Otra vez, el dictadorzuelo de la necrópolis colombiana, pesistes en reconfigurar su estrategia de seguridad demoniaca, vinculando a la población civil, en especial a los jóvenes, en las ya decadentes redes de informantes que en otrora dieran vida a los cafres paramilitares. Al señor presidente se le esta desbordando su paradisiaca "seguridad demmocrática", y al ser incapaz de resolver los problemas de los invisibles y marginados y volver la justicia cotidiana, sigue con la osadía de militarizar la vida pública del país, y así no sólo infringe el Derecho Internacional, sino que pone en peligro inminente la integridad física de los miles de jóvenes y niños.
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