Resignación y rabia contenida en la fábrica de Opel en Amberes, Bélgica, tras hacerse público que cerrará sus puertas en los próximos meses, probablemente, a finales de junio. Esperada desde hace tiempo, la medida ha sido confirmada este jueves por General Motors y supondrá el despido de sus 2600 empleados. La reunión de urgencia que ha mantenido el Comité de Empresa no ha servido para levantar los ánimos: “Dicen que lucharán por la empresa afirmaba un trabajador, pero ya ha sido anunciado oficialmente. Todo ha terminado”.
“Se ha reaccionado con apatía añadía otro. Hace mucho que General Motors lo había decidido. Aunque nunca se nos llegó a decir claramente, sabíamos que era que lo iba a pasar… así es la vida”.
El máximo representante de General Motors en Europa ha pasado la jornada en Bruselas discutiendo con las autoridades belgas. Asfixiado por la crisis económica y por una estrategia errónea de mercado, el gigante estadounidense de la automoción fue rescatado por Washington a cambio de una promesa de reestructuración que incluye deshacerse de algunas de sus marcas y aplicar recortes laborales en otras: para OPEL ha previsto suprimir 8.300 de los casi 50.000 puestos de trabajo que tiene en Europa.
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