viernes, 22 de enero de 2010

Europa hoy: El pacto social

Viernes, 22 de enero de 2010
Félix Gallardo

Si hace unos meses se decía que, con la presidencia española, los europeos se iban a enterar, ahora, con el discurso de Rodríguez Zapatero en le Parlamento Europeo, ya podemos afirmar que se han enterado.

Se han enterado de lo que aquí estamos hartos de saber, por más que el famoso suelo electoral del político socialista le mantenga en la presidencia del Gobierno ‘a pesar de los pesares’. Y es que nuestros pesares se han trasladado a Europa, aunque no sea más que a los escasos parlamentarios que permanecían en sus escaños. Un discurso vacío, inconcreto, plagado de lugares comunes, hablar sin decir y decir sin concretar. Lo que aquí llevamos soportando casi legislatura y media y que en Estrasburgo y Bruselas sólo van a tener que aguantar durante seis meses.

El pacto social, además del coche eléctrico, es la gran propuesta de Rodríguez Zapatero a la Europa que le ha tocado presidir. Está bien. Un pacto social entre empresarios y trabajadores como forma de ir bandeando la crisis puede ser aceptado por cualquiera, incluso aunque sea un parlamentario del Partido Popular español. Y así fue. Los que estaban dijeron que sí, que vale eso del pacto social y lo de la energía y lo del coche sin gasolina y hasta la inversión en I + D. Todo muy bonito, pero el problema vendrá -ya está aquí- cuando esos mismos parlamentarios le pregunten por el cómo y el cuándo. Ahí se van a enterar de lo que es vender humo, de la falta de hechos concretos y hasta de las mentiras y de los incumplimientos.

Los comentarios que cuentan de los parlamentarios –muy pocos aguantaron- y lo que cada lunes y cada martes se puede leer en la prensa de muchos países, no dejan margen para el optimismo. Se iban a enterar y en la primera comparecencia se han enterado. Un discurso plano, sin garra, sin ilusión, de mero trámite y sin aportar nada no es la mejor carta de presentación para empezar una presidencia, y menos en estos momentos.

Lo de menos es que nos puedan poner la cara colorada por nuestra situación o que se encabriten los alemanes cuando osamos hablar de sanciones –morales o no-. El asunto es que antes había una serie de cosas de las que sólo nos enterábamos de puertas para adentro y ahora, de esas cosas, se va a enterar toda Europa.

Hay cosas y casos que es mejor no airear y que se queden en familia.

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