MUJERES ORIENTALES - ALICIA GOYENA
Hoy quiero recordar a una mujer que marcó mi vida, Alicia Goyena.
La conocí, en el Instituto Batlle y Ordoñez (IBO) cuando comencé el primer año de liceo.
No recuerdo la razón que me llevó a visitar la dirección y por primera vez enfrentarme a aquella mujer de cabellos blancos, espalda encorvada, vestimenta negra.
Pequeña, menuda, de sonrisa amplia y tierna.
Con el tiempo mis idas y venidas a la dirección fueron asiduas, cuando no era por la pérdida de el carnet de boletos, era fomentar "la indisciplina".
Ya en aquellos tiempos, llamaba a la protesta, o bien salía en defensa de algo o alguien. Terminaba siempre en la dirección.
Me gustaba ir, me sentía bien, y así poco a poco fue creciendo lo que al terminar mis cuatro años de enseñanza secundaria se convirtió en amistad.
Hoy hay una calle, una cátedra, un liceo con su nombre, pero ni un pequeño recordatorio en el viejo IBO.
¿Quién fue esta mujer? ¿Quién fue Alicia Goyena?
Alicia nació el 22 de enero de 1897, se formó en el mismo Instituto que habría de dirigir años más tarde. Por ley se había creado el Instituto por José Batlle y Ordoñez para incorporar a la mujer a la vida cultural y social activa, al logro de ese fin dedicó su talento, su vida, su amor.
Sus alumnas, fuimos sus hijas.
Y como buena madre nos cuidaba, nos atendía, se preocupaba por nuestras necesidades, espirituales, nos leía el alma, también las económicas, más de una vez se hizo cargo de muchos gastos que salían de su propio bolsillo.
Hablar de Alicia sería hablar de ideales puros, de la "Pedagogía del respeto", del enseñar aprendiendo, investigar juntos, de promover y preservar los valores, saber dudar, absoluta sinceridad para sus propios errores, fracasos, etc.
A Alicia no le gustaban los homenajes, ni los honores, ni los elogios.
Solidaridad para ella era lo que se debía hacer, era acción, no palabras.
Otra de las grandes cualidades era el saber escuchar a otros y apreciar lo que se decía.
Nunca alzaba su voz, siempre hablaba suavemente, pero nadie se atrevía a desobedecerle, detrás había firmeza y voluntad.
Esa fue la mujer que me conquistó, que llenó los espacios vacíos, que me proponía seguir estudiando, de la importancia del conocimiento más allá de universidades. Estudiar siempre.
Con Alicia compartí llantos y sonrisas, pero fundamentalmente los valores de la vida.
Siempre reconociendo las injusticias sociales, combatiendo lo inmoral, la mentira, el atropello.
Alicia me enseñó a reflexionar a través de preguntas, a encontrar la solución, el camino.
En la sociedad de hoy, en la enseñanza, hacen falta miles de Alicias, y es por ello que quiero recordarla, hacerla conocer.
Volverla memoria viva.
Que sea algo más que una calle, un instituto, una cátedra.
Si debo darle gracias a la vida, como la canción de Parra, Alicia es una de las más grandes gracias.
Gracias Alicia Goyena.
Lidia Camacho
postaporteñ@_______________________________________
El que no sabe quién es festeja sus derrotas y rechaza sus oportunidades
-
Hoy es un día venturoso. El Dibu la vio pasar 4 veces y Franco chocó su
auto con la carrera neutralizada: dos cartas de alienación que nuestros
enemigos ju...
Hace 2 semanas
1 comentario:
ME ADHIERO TOTALMENTE A TUS CONCEPTOS SOBRE ESA HERMOSA MUJER, A QUIEN POR DICHA TUVE LA FORTUNA DE CONOCER. MARAVILLOSA, DULCE , MUUUYYY INTELIGENTEY GRAN PERSONA. CREO QUE CON ELLA SE ROMPIO EL MOLDE. JAMAS EN MI VIDA VOLVI A CONOCER ALGUIEN ASI.TAMBIEN FUI AL I.B.O. EN LOS 70 Y CON ELLA APRENDIMOS COMO ERA UNA VERDADERA DOCENTE(YA NO QUEDAN). MERECE UN MONUMENTO EN EL LOCAL QUE DIRIGIO.
Publicar un comentario