martes, 24 de mayo de 2011

Éxito rotundo de Bildu para un paso decisivo del pueblo abertzale de izquierdas

Los resultados electorales de la jornada de ayer arrojan un claro vencedor: Bildu. Por número de votos, cargos electos y extensión territorial, sólo puede calificarse en términos superlativos. Es un triunfo rotundo que pulveriza todos los registros cosechados por los abertzales y gentes de izquierdas y supera ampliamente el techo histórico de Euskal Herritarrok hasta cosechar 313.231 votos y 1.138 electos. Unos resultados excelentes, espectaculares, con una subida homogénea en todos los territorios y pueblos que obliga a una lectura sosegada por el potencial que tienen para dibujar un nuevo mapa institucional, consolidar este nuevo tiempo político y avanzar hacia un nuevo horizonte de soluciones definitivas y oportunidades de independencia y transformación social del país.

Bildu ha superado todas las expectativas, ha liberado un enorme caudal de fuerza social que va más allá de los cotos cerrados de partidos y fuerzas que la componen. Representa al pueblo abertzale de izquierdas, a sus demandas más sentidas y elementales: un pueblo que apoya el euskara, lucha por la democracia y por una paz justa y sostenible, que considera normal que los vascos deben disponer de capacidad de decisión, que trabaja por una sociedad próspera y con un sentido igualitario.
 Bildu ha conectado con ese pueblo a la perfección, ha sabido interpretar sus inquietudes, construir una promesa que atiende esas sensibilidades, que transmite que todo es posible en este nuevo tiempo de oportunidades. Bildu ha ganado y con Bildu han ganado quienes han sabido ser pacientes, encajar los golpes, las frustraciones y los intentos de humillación a la espera de su momento, de este momento de la historia.
Los impresionantes resultados de Bildu suponen un mandato claro y rotundo que no puede ser defraudado: la promesa del cambio.
De un cambio que asegure la paz y la libertad para Euskal Herria, un modelo social inclusivo y transparente, que haga cambiar la política desde una actividad que la gente identifica con jugarretas, soberbia, negocio y fraude hacia una actividad honesta y desinteresada donde gobiernen los gobernados, que no tape la boca de la gente ni trampee la voluntad popular libremente expresada.
Un momento que no se puede congelar
En todos los procesos políticos hay encrucijadas, momentos que son decisivos. El de ayer fue uno de ellos. Después, lo que era realidad hasta hace un momento es sólo memoria y el presente ha cambiado. Este momento triunfal de Bildu, de todo el pueblo abertzale de izquierdas, no se puede congelar. En la carrera de la política vasca, como en las biografías de todos sus protagonistas, se obtienen el éxito o el fracaso, pero nunca se paran. Hoy es momento de disfrutar de una alegría bien merecida, sin dejarse arrastrar por la euforia desmedida o los apremios coyunturales.
La irrupción de Bildu simboliza claramente el derrumbamiento, como un castillo de naipes, de toda la realidad virtual que se ha construido en torno al «cambio» que el lehendakari López y su socio el PP quieren vender. Bildu evidencia la existencia de un bloque popular mayoritario en Euskal Herria, que bien compactado y con el instrumental apropiado puede aspirar a liderar el país en un tiempo no necesariamente largo. Por otra parte, también demuestra la absoluta falsedad de las soflamas en torno a una supuesta debilidad o incluso una derrota política de la izquierda abertzale. Muy al contrario, ésta no sólo ha sabido encauzar sus decisiones internas y operar los cambios de estrategia y paradígma con serenidad a pesar de hacerlo al filo de la navaja, y no sólo ha cerrado un capítulo sino que ha sido capaz de abrir, con el concurso de otras gentes y culturas políticas, una nueva fase política con fuerza, acumulación social y electoral y mentalidad ganadora. Bildu debe obligar al avestruz a sacar la cabeza de debajo de la tierra y a comprometerse con un futuro mejor, no pensando en las próximas elecciones, sino en las próximas generaciones.
Es tiempo de remangarse y trabajar duro. Es hora de labrar y sembrar, de marcar un suelo común y compartido para el país, cada cual desde su punto de vista, pero con el mínimo denominador de respetar y hacer respetar, aquí y en Madrid, lo que los ciudadanos vascos decidan en libertad. Es tiempo de hablar entre todas las culturas del país e ir dando forma a un escenario democrático.
Todos deben cambiar, invertir y dar algo en este proceso en el que todos van a ser también ganadores. Hay que desterrar la ecuación de la suma cero, donde lo que es bueno para unos es malo para otros, para sumar entre todos. Porque más alla de declaraciones al calor de la campaña electoral, el verdadero ganador de este nuevo tiempo no deben ser una siglas u otras. La ciudadanía de este país merece la victoria de un mañana, hoy más cercano que nunca, donde la paz sea un patrimonio colectivo, y la capacidad de decidir en libertad sea práctica accesible para todas las personas y todos los proyectos políticos.
Bildu es un instrumento para materializar ese deseo, y posee el mejor de los tesoros: La confianza de la gente, sólo la gente y siempre la gente abertzale de izquierdas.
GARA

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