Los hechos políticos que ocupan hoy las principales páginas de los diarios, y que desplazaron a segundo plano el duelo por la desaparición de Sandro, son la mejor radiografía de la falacia de intentar hacernos creer que detrás de estos hechos (como de otros) se esconde la lucha por dos proyectos de país entre sectores de la burguesía “argentina”.
Mueve a risa, si no fuera por las consecuencias para el pueblo trabajador, las banderas que empuña cada uno de los contendientes. El “progresismo” nacional y popular contra la autonomía del Banco Central ¡¡en nombre de asegurar el pago de la fraudulenta deuda externa a los tenedores de bonos!!, mientras los sectores más retrógrados y antidemocráticos enarbolan la autonomía del Central en nombre de la defensa de las reservas!! (y del ajuste). Eso si, con chicagos boys dando instrucciones a cada lado del mostrador.
“Antes de no pagar la deuda, vendo Olivos”, le dijo meses antes de las elecciones de junio el progresista Néstor K al chicago boy Martín Redrado, el mismo que ya en los 90 seducía a Neustad, Menem y Alsogaray, y que Néstor nombrara en el Central ni bien asumió la presidencia.
Para agregar más condimento a esta aparente ensalada apareció un comunicado de la CGT exigiendo “volver a los mercados de kapitales (emitir nueva deuda) para estimular la inversión y así crear nuevos empleos” (sic). Un calco de los planteos de Cavallo en los `90.
Lo notable es que ninguna de las Cámaras que nuclean a las distintas fracciones burguesas -llámese Sociedad Rural, AEA, Cámara de Comercio, etc- salieron a cuestionar la medida del gobierno. Es más, algunas como ADEBA y la Cámara de la Construcción la apoyan explícitamente. En todo caso, todos intentan embrollar la cuestión, desviando la atención, sobre si es constitucional o no el DNU, o de si el BCRA debe, o no, ser autónomo; pero nadie negándose a usar las reservas para pagar la deuda externa.
Como si con esto no quedara claro que no hay dos proyectos de país en la burguesía, y que ésas son boberías para engañar incautos, está el hecho que el candidato de los K para reemplazar a Redrado es Mario Blejer, también salido de la Universidad de Chicago, ex-presidente del Central durante el gobierno de Duhalde, director del Banco de Inglaterra!! con posterioridad a ello, funcionario durante 20 años del FMI, director titular de IRSA (del grupo Elzstain) y verdadero padre intelectual de esa criatura llamada Fondo del Bicentenario, creada a gusto y paladar de los tenedores de la deuda. Pero si ello tampoco sirviera para hacernos abrir los ojos, deberíamos recordar que Blejer es el eterno impulsor no sólo del pago de la deuda sino también del ajuste del gasto social, motivo por el cual renunció bajo el gobierno de Duhalde.
Pero, ¿cuál es la explicación de este permanente travetismo político, donde el más furioso neoliberal se “convierte” de un día para otro en “nacional y popular” o viceversa?
Para entender éste, como otros hechos, debemos no perder de vista el significado -para la estructura de clases argentina- de la última dictadura.
El golpe del `76 significó, al interior del bloque burgués, el fin de la lucha entre el sector burgués que enmerge a partir de fines del siglo XIX y el nuevo componente que se consolida (y expresa políticamente) a partir de los años 40 con el peronismo.
Esta burguesía de nuevo cuño, se encontraba ya avanzada en su proceso de concentración hacia fines de los años 60 y fue uno de los “blancos” que atacara el viejo establishment, aunque el blanco central fue el proletariado revolucionario.
Es esta nueva fracción la que hoy comparte el poder y administra el Estado, de allí que sea entendible porque se hace innecesario el golpismo, como también que al nuevo bloque de poder burgués no le preocupe que partido u organización política ocupe la formalidad gubernamental, se llame MID, radicalismo, justicialismo o cualquier otro ismo del amplio arco pequeñoburgués (y si no veamos la “historia política” del Frepaso, o los lugares que ocupan hoy los fundadores del Frente del Sur o del Frente Grande).
Así, la vida política, económica, social, cultural, etc, de la Argentina es dominada por los monopolios de viejo y nuevo cuño a travez de una pléyade de politicastros pequeñoburgueses -liberales unos, populistas otros- que utilizan siglas ya vaciadas de contenidos para “asaltar” la administración del estado en busca de poder y enriquecimiento, apoyándose en una u otra fracción de la burguesía, pero velando siempre por los intereses del conjunto de ésta, aunque, en esa carrera por el “poder” pongan en peligro, algunas veces, la gobernabilidad.
Y éste no es un fenómeno nuevo, al menos en nuestro país. Como bien lo señalara Milcíades Peña, este fenómeno se registró después de Pavón, es decir después de otro enfrentamiento entre sectores del bloque de poder.
Dice Peña: “Durante las presidencias de Mitre y Sarmiento se extinguen definitivamente los viejos partidos políticos argentinos -federal y unitario, rebautizado liberal despues de Caseros- y aparece un nuevo tipo de partido, que llenará hasta bien entrado el siglo XX la vida argentina. Federales y unitarios surgen y actúan como órganos de agrupamientos relativamente antagónicos de clases y regiones, y desaparecen cuando después de Pavón se produce una conciliación entre los sectores básicos de ambos partidos -burguesía comercial porteña, estancieros porteños y estancieros del litoral- a expensas de las provincias interiores.
Los nuevos partidos políticos que entonces aparecen (alsinistas, mitristas, crudos, cocidos, autonomistas, republicanos,etc) no se forman como órganos de ninguna clase de la sociedad argentina, sino como empresas políticas destinadas, enprimer término, a usufructuar el aparato estatal. Idéntica es su com posición e idénticos sus programas”.
“En 1871 la Sociedad Rural decía que los partidos políticos “no encarnan la representación de grandes ideas, sino simples individuos, que no son la expresión de las reformas económicas necesarias, ni la satisfacción de las necesidades públicas, sino simplemente la consecuencia de tales o cuales ambiciones o intereses personales”. (De Mitre a Roca, pág. 37 y 38)
Como bien lo señalaba Alberdi: la política (era) para esta gente “su sueño dorado y supremo recurso”.
Algunos señalan que la intransigencia de Redrado no radica en el súbito despertar al interés nacional, sino en el más terrenal deseo de posicionarse políticamente ante el próximo cambio de gobierno, ya que su mandato frente al BCRA expiraba en setiembre y no iba a ser renovado.
Enero 9 de 2010
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